VI

229 21 2
                                    

~—¡Juguemos, _____!

Lazari estaba impaciente por mostrarme sus nuevos juguetes, según ella eran muy bonitos. Llenos de sangre y sin mandíbula para que no la murieran al jugar.

¿Debo cerrar los ojos como siempre?

¡Sí!

Reí y cerré mis ojos, dejando que Lazari me guiara hacia su habitación. Sus pasos se detuvieron y su puerta rechino cuando la abrió. Podían escucharse las gotas de sangre que tocaban el piso, lo que me resultó extraño. ¿Había matado algún animal?

Abre los ojos...

Y cuando los abrí ahogué un grito, cayendo de rodillas al suelo. Jeff, Nina, Sally, Bloody... Estaban amarrados y sus mandíbulas apoyadas en sus piernas... Puppeteer enredado en sus hilos, manchados de sangre...

Y Masky, él tenía enterrada su máscara en el medio de su frente.

¡¿Qué has hecho, Lazari?!

A papi le gustará...

Se posicionó frente a mí, con una nebulosa oscura rodeándola. Levanté mi vista, observando su cambio; una boca en medio de sus clavículas y sus brazos negros y peludos.

Ahora te toca a ti, _____...~

Desperté sudando frío, apenas pudiendo respirar. Nunca había tenido una pesadilla similar a esta, que pareciera real, y lo peor era que tenía miedo que se realizara... Me senté en la cama y traté de calmarme, pero un dolor punzante recorrió todo mi cuerpo al intentarlo.

Un ronquido me sorprendió. Giré mi rostro y pude observar a un Masky completamente dormido a mi lado, y recordé porqué mis caderas dolían tanto. Esto no estaba en el plan, definitivamente llegar tan lejos con él no estaba en el plan.

Zalgo, debía hablar con mi padre lo antes posible. Me deslicé en la cama y me puse mi camiseta, caminando hasta la puerta del baño.

Me duché rápidamente, con el agua fría despejando mis ideas. Si mis emociones volvían a mezclarse con el plan, no tendría oportunidad de seguir viviendo. Y eso ya me lo había aclarado mi padre años antes.

Cerré el grifo y me envolví en una toalla. Me escurri el cabello y cuando abrí la puerta, Masky ya estaba despierto y listo para marcharse.

—¿Ya te irás?—Pregunté acercándome al ropero.

—No tengo nada más que hacer aquí—respondió y se incorporó—. Hoodie ha venido a buscarme.

Me giré con mi ropa en los brazos y lo vi poniéndose su máscara, seguramente Hoodie se la había subido hasta el cuarto.

—¿Cómo sabía Hoodie que tú estabas aquí?

Se encogió de hombros restándole importancia, me miró nuevamente y avanzó hacia la puerta.

—Tim, sobre lo de anoche...

—Déjalo estar—abrió la puerta y me miró—. Ya has dicho y hecho suficiente.

Y sin más, cerró y desapareció. Típico de Masky, aunque era de esperarse, no había que justificar nada. Ambos lo necesitábamos, en el fondo.

Me vestí y bajé las escaleras mientras me ataba el cabello. Las voces de Bloody Painter y Puppeteer provenían de la cocina, por lo que fui allí y, repentinamente, se callaron.

—...Buenos días para ustedes también.

Me serví una taza de café y esperé a que hablaran, pero el semblante serio de Puppeteer me aclaró que no lo harían. No es que me llevara mal con ellos dos, era extraño que al menos no saliera una broma de su boca.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Dec 31, 2019 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Pequeña condenada (Creepypastas y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora