—Cuidado por donde pisas.
Una advertencia un poco innecesaria. Si no prestaba atención, podría caerme de las ramas.
—¿Desde cuándo quieres cuidar a alguien? —Pregunté sonriendo divertida.
—No quiero cuidarte, no pretendo cargarte hasta la cabaña si algo llega a ocurrirte jejejejej.
Jeff, tan buena persona como de costumbre. Negué con la cabeza y pasé a otro árbol de un salto, trastabillando y sosteniéndome solo con mis brazos. El Mapache se giró, sorprendido y riendo mientras se acercaba a mí.
—Columpiate para poder subir. No es difícil.
Intenté subir al tronco como él me había dicho, pero mis brazos ya estaban cansados y no soportaban mi peso.
—No puedo—respondí frustrada—, ayúdame Jeff.
—Oh... ¿Quieres ayuda? Aprende a ser fuerte como nosotros, Jeff The Killer no pediría ayuda.
—Pues felicidades—molesta traté de sujetarme—. Yo no soy tú, así que ayúdame.
Como frutilla del postre, las ramas estaban humedecidas por el rocío matinal. Sabía que salir a matar tan temprano no era buena idea, pero Jeff quería ir y Nina no quería que la molestaran. El maldito Mapache creía que estaba jugando, pero en verdad mis dedos comenzaban a resbalarse de las ramas.
—¡Jeff, hablo en serio!
Intenté levantar mis piernas hacia la rama pero no había caso, no llegaba a ella. Llegó un punto en el que el agarre se me hizo imposible y mientras Jeff reía, yo simplemente caí al piso.
—¡_____!
Y un ruido de huesos rompiéndose se escuchó en aquella porción de bosque.
—¿_____?
Mi mirada se centró en donde estaba, con Bloody frente a mí, reclamando mi atención para poder seguir dibujando un boceto.
—Lo siento.
Aún recordaba el enojo de Masky tras verme herida en brazos de Jeff; un brazo doblado y una herida abierta en la cabeza. Debía admitir que de no ser por Ann, habría terminado peor y Masky no se habría arreglado conmigo.
Volví mi vista al pintor de los creepypastas, pero él ya no estaba allí. Revisé el salón y lo ví subiendo las escaleras con una cautela innata.
—¿No vas a enseñarme el dibujo? Son mis derechos por haberme usado como parte importante.
Bloody simplemente negó con la cabeza y se volvió a su habitación. En esas semanas que llevaba conviviendo con él y su amigo Puppeteer, apenas habíamos entablado algunas conversaciones, y era realmente frustrante. Incluso Hoodie hablaba más que esos dos.
Me hundí en el sofá, cerrando los ojos y respirando con calma. Debía centrarme en el plan, por muy poco que me gustara. Si quería que todo saliera bien con Lazari, tendría que empezar a ensuciarme las manos.
Mi estómago rugía del hambre que tenía, así que fui hasta la cocina por algo que no se haya caducado, o podrido. Sin embargo lo que encontré estaba podrido, de alma.
—¿Jugar?—Preguntó, de espaldas a mí y balanceando una botella de vino en su mano.
—No, hoy no jugaremos—respondí, un tanto sorprendida—. ¿Por qué estás aquí?
Me acerqué a él y las luces de la cocina habían empezado a fallar, junto a un Kagekao cuya risa enfermiza empezó a volver loca mi cabeza, una y otra vez. Cubrí mis oídos a pesar de la nula solución que me brindaba y di vuelta a este japonés por el hombro, observando su máscara con aquella expresión molesta dibujada.
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Pequeña condenada (Creepypastas y tú)
Fiksi Penggemar_____ tiene una misión bastante compleja: volver a ganarse la confianza de los creepypastas y destruirlos junto a Lazari, su pequeña e inocente hermana. Sin embargo, el pasado afectará la decisión que ella deberá tomar; el cariño resurgirá de las ce...