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Finalmente la noche de la ceremonia había llegado y en Konoha se podía sentir la agitación y expectativas por el mencionado evento. Gente de todo el país del viento había acudido al encuentro, aunque la mayoría provenían principalmente de la aldea de la arena. Las calles de la aldea de la hoja estaban abarrotas de gente, vistiendo elegantemente, dirigiéndose apresuradas hacia el lugar de encuentro. La fiesta pronto daría comienzo.

Mientras los Nara se encontraban en camino hacia la ceremonia, Yoshino caminaba a pasos agigantados mientras que padre e hijo caminaban perezosos unos metros más atrás.

—¡Apuren el paso o llegaremos tarde ¿Quieren?! —gritó molesta la mujer a su marido y a Shikamaru, Shikaku suspiró.

—Si, querida ya vamos —respondió sumiso a su esposa para decepción del muchacho.

—¡Qué problemático! No se porque tengo que ir yo a estas cosas.

—Hijo... —exclamó Shikaku—. Sabes que es importante mantener las buenas relaciones con los vecinos y aliados.

—Pero será aburrido.

—Lo sé, pero que no te oiga tu madre —esto último lo dijo en un susurro para que Yoshino, que caminaba unos metros delante de ellos, no lo oyera.

Shikamaru miró indignado a su padre y negando con la cabeza dejó escapar un perezoso y tendido suspiro. No podía entender como su padre se había casado con mujer tan problemática, como lo era su madre.

—¡Tsk! Las mujeres son tan problemáticas.

—Shikamaru, los hombres no somos nada si es que no fuera por las mujeres. Incluso la mujer más violenta es tierna hacia el hombre que ama.

¿Cómo podía seguir diciendo eso? A pesar de haber pasado tantos años aún no lo entendía y lo único que podía ver era cómo su madre le ordenaba siempre que hacer. La sola idea de imaginarse Ino tierna con él, en vez de golpearlo y gritarle como solía hacerlo le parecía surreal e imposible. No, aquello no sucedería jamás.

—¡Shikaku!

—Si, voy querida —apurando el paso se ubicó junto a su esposa y volteándose a ver a su hijo le gritó—. Shikamaru será mejor que te apures.

El muchacho lo miró resignado, Shikaku actuaba contrariamente a lo que decía. Al menos en lo que se refería a la temática: Mujeres.

—Ah, Y es así como vemos hombres que son nada teniendo mujeres a su alrededor —Yoshino volvió a gritarle, Shikamaru apuró el paso— ¡Voy, voy! ¡Qué problemático.

Finalmente llegaron al lugar, la sede era el estadio, ya que aquel era el único lugar de la aldea donde podían celebrar fiesta de tal magnitud. Había sido modificado particularmente para aquel encuentro. Ahora una amplia tela a modo de carpa cerraba el sitio. El terreno de batalla había sido removido y en cambio habían puesto una especie de piso de madera, en medio había un gran espacio a modo de pista de baile y alrededor dispuestas mesas con comida tradicional. Cerca de la pista había un micrófono. Desde allí Tsunade observaba satisfecha, la gente empezaba a llegar y el lugar comenzaba a llenarse. Personas conversando amenamente en los rincones, gente de Konoha y de Sunagakure, sin importar lugar de procedencia. Como aliados, como amigos y hermanos.

—¡Oh! Los Nara —saludó alegre la rubia a ambos padres de Shikamaru, mientras el chico permanecía junto a su padre examinando el lugar con la mirada. Sencillamente aburrido. Entonces vio a Chouji.

—Nos vemos luego —y sin mirar atrás, con un movimiento de su mano se alejó de los adultos y se dirigió hacia donde se encontraba su amigo. Obviamente, Chouji se encontraba junto a las mesas de comida.

Sentimientos OcultosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora