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Se encontraba recostada en su cama, ya eran las 3 de la madrugada y aún no podía conciliar el sueño. No le sorprendía, después de lo acontecido con Shikamaru unas cuantas horas antes no le parecía extraño su falta de sueño, ni su falta de apetito, o sus ganas de levantarse. Estaba devastada, de eso no había duda y no había nada que pudiera hacer. Contemplaba el teléfono, a veces levantaba el tubo e intentaba marcar el número de Shikamaru pero luego cortaba. No tenía sentido. Seguramente estaría durmiendo y si la atendiera ¿Qué le diría? No tenía excusas, no tenía razones. No encontraba un buen motivo para explicar la situación, simplemente le parecía irreal. Deseaba que lo fuera, pero por más que quisiera no podía regresar el tiempo. Y si pudiera hacerlo ¿Realmente cambiaría algo? No, llamarlo no era una opción. De todas formas, seguramente no la atendería.
Se giró, su cuerpo le pesaba, le dolía el estómago, se sentía nauseabunda. Su cabeza le dolía, tanto llorar traía sus resultados. Ahora los ojos le ardían y sabía que debía tenerlos de un tamaño descomunal, debido a la hinchazón y enrojecimiento de sus párpados. Ya no le quedaban lágrimas que derramar, había dejado salir en cada gota de sal un pedazo de su alma, de su desconsuelo, pero aún dolía y mucho.
Se preguntaba ¿Por qué había tenido que arruinarlo de aquella forma? Había sido su última oportunidad de recuperarlo, y en cambio, lo había perdido. Que tonta había sido, y sin embargo no se arrepentía ¿Por qué?
Sentía que algo le oprimía el pecho pero no podía identificarlo. Finalmente el sueño pesó más que el desasosiego y terminó entregándose al descanso. Aún así, la angustia no desapareció, ni siquiera al día siguiente.
—Mmm... —gimió a la par que sus ahora opacados ojos azules se abrían— ¿Qué hora es? —sentía su cabeza romperse del dolor.
Recordó la noche anterior, cada escena danzó ante sus ojos. Como grabadas a fuego en su mente; Shikamaru, la charla, el beso, y otra vez Shikamaru. Repetidamente rememoraba cada instante, se preguntaba constantemente ¿Dónde se había equivocado? La duda la atosigaba ¿Y si hubiera actuado diferente, aún serían amigos? Pero la respuesta no llegaba y ahora volvía a llorar.
No quería levantarse, no tenía deseos de enfrentar el mundo pero Ino sabía más; y no había remedio. Algún día tendría que salir de la cama.
Se vistió, con pesadez y lentitud, como queriendo prolongar su salida de la habitación pero pronto había terminado y ya estaba lista.
No sabía a donde ir, no sentía deseos de ver a Chouji pues su amigo sólo le recordaría lo desgraciado de su día. No quería quedarse en casa, no tenía intenciones de explicarles a sus padres porque lloraba así que simplemente saldría. Hasta dar con algún refugio donde quedarse por la tarde, o alguien amigo con quien hablar. Alguien que no la juzgara, que fuera imparcial, alguien como Sakura. Sí, iría a visitarla. Seguramente la pelirrosa sabría que hacer.
Cuando llegó al hogar de su amiga se detuvo, lamentándose la brevedad del camino. Realmente había disfrutado la compañía de la soledad, al menos a ella no tenía que darle explicaciones.
—¿Ino? —dijo al ver a su amiga frente al umbral de su casa, sin golpear. La rubia se volteó a enfrentarla y entonces Sakura notó sus enrojecidos ojos.
—Sakura... —murmuró ausente.
—Ino ¿Qué sucedió? —la cuestionó alarmada pero la muchacha simplemente no respondió. Parecía completamente ausente. Intentando confortarla la invitó a pasar— Ven... Tomemos un té ¿Quieres? —Ino asintió y sin voltearse a mirarla ingresó a al vivienda, seguida de la rubia.
Indicándole un lugar donde sentarse en la mesa, Sakura desapareció tras la puerta de la cocina. El silencio la invadió y otra vez sintió deseos de llorar, pero esta vez no se contuvo. Ya nada le importaba ¿Y qué si los otros sabía de su tristeza? Ella era la que había cometido el error, por lo que se merecía la situación que le había tocado vivir.
Permaneció por 5 minutos más sollozando en silencio en el comedor de la casa de su amiga hasta que la figura de la pelirrosa volvió a asomar, traían en sus manos dos tazas humeantes de caliente té.
—Toma —notó que lloraba pero no dijo nada.
—Gracias.
Prefirió dejarle espacio, esperando que su amiga le contara lo ocurrido pero sólo el silencio reinó así que finalmente decidió preguntar. Verla así le dolía.
—Ino ¿Qué sucedió? ¿Por qué lloras? —la rubia dio un largo y tendido sorbo de té y luego levantó la mirada hacia la chica. Sakura suspiró.
—Shikamaru y yo discutimos. Lo arruiné todo Sakura, ya no somos amigos —la voz le temblaba, al igual que la mano, sus dedos sea aflojaron y la taza cayó secamente contra el suelo haciéndose añicos—. Lo siento, lo siento —murmuró cubriendo su rostro con las manos, Sakura pudo ver lo alterada que su amiga estaba.
—No importa Ino, es sólo una taza. Lo limpiaré y parecerá que nada sucedió.
—No puedo decir lo mismo de Shikamaru y yo —balbuceó entre sollozos.
—¿Qué quieres decir?
—Nada. Déjame limpiar este desastre.
—No te molestes, lo haré yo pero cuando regrese quiero que me cuentes todo ¿Entendido? —La rubia asintió y Sakura se marchó.
Al rato había regresado con un trapeador en mano y recogiendo los fragmentos de vidrio quebrado, limpió cuidadosamente el lugar. Ino simplemente la seguía con su celestina mirada, pero su mente se encontraba lejos de aquel lugar, de aquella situación. De regreso a la noche de ayer.
Las palabras "problemática", "egoísta", "superficial" e "infantil" resonaban como ecos dolorosos en su cabeza ¿En verdad Shikamaru tenía esa imagen de ella?
—¿Ino? —la cuestionó Sakura al verla distraída mientras volvía a ocupar su asiento frente a la rubia.
—Lo siento —murmuró volviendo en sí.
—Está bien, no te preocupes—intentó confortarla pero la muchacha volvió a sollozar— Dime ¿Qué pasó entre ustedes?
Respiró profundamente e intentando serle lo más fielmente posible a los hechos empezó a narrarle detalladamente los sucesos de la noche anterior. Haciendo breves menciones a acontecimientos de los últimos dos meses pero priorizando la discusión que recientemente habían tenido. Cuando llegó el momento de comentarle su error se detuvo. Sakura se extrañó pero luego Ino volvió a hablar, llorando más intensamente que nunca.
—Y entonces besé su cuello—hizo una pausa esperando el comentario reactivo de su amiga pero éste nunca llegó, entonces continuó—. Pero no sé porque lo hice, Sakura yo —pero las palabras "no quise" simplemente no salieron. Se extrañó.
—¿Y él cómo respondió? —su semblante serio.
—Se alteró mucho, no supe que decirle. Intenté disculparme, decirle que había sido un error pero él sólo se alejó más y más. Se enfadó demasiado Sakura, me dijo que aquello no era amistad. Que era una egoísta, y luego se marchó.
La pelirrosa meditó unos segundos, quizá Ino si había cometido un error. Recordó la noche de la ceremonia de las alianzas, la forma en que él había mirado a su amiga. Pero luego el beso con Temari la desconcertó. Ella no podía saber que sentía Shikamaru pero tenía que ayudarla, Ino realmente estaba hecha un desastre.
—¿Por qué lo besaste?
—¡No lo sé! Estábamos abrazados, me sentí tan bien en sus brazos, sentí por primera vez en meses que lo había recuperado. Estaba feliz. Entonces actué sin pensar, mis labios parecían imantados a su piel y yo no me quise detener. No supe porque, simplemente lo besé, no pensé. Sakura... —a medida que pronunciaba cada palabra el tono de su voz fue descendiendo hasta que finalmente sólo quedó un susurro. Un murmullo que se perdió en el silencio. La pelirrosa suspiró.
—Ino... yo no puedo darte las respuestas. Tienes que enfrentarlo.
—No puedo, él no quiere verme, no quiere saber de mí. Y yo no tengo el valor para volver a verlo. Jamás podría mirarlo a los ojos otra vez. Simplemente no sucederá.
—Entonces acabas de rendirte, Ino. Acabas de perder a Shikamaru —sabía que quizá había sido muy ruda con ella, pero necesitaba mostrarle la cruda realidad. Necesitaba abofetearla con la inevitable verdad, ahora sólo le quedaba rogar que su amiga entrara en razón. O que ocurriera un milagro.
Caminó a paso lento, aún el cuerpo le pesaba, la angustia que cargaba en su espalda parecía pesar más que una tonelada entera. Aún así siguió caminando, alejándose de la casa de su amiga. No sabía hasta que punto Sakura la había ayudado, ahora se sentía peor. Volvían a quemarle los ojos, las lágrimas volvían a correr a su antojo. Su alma volvía a sangrar.
—Shikamaru... —farfulló al viento, entre tanto dolor la palabra se perdió y cayó lentamente en el olvido del silencio. Había llegado finalmente a su casa y estaba sola. Otra vez se sintió abandonada, la soledad era una agria sensación. Necesitaba de alguien a quien aferrarse y sin embargo no había nadie que la detuviera de caer, o la viera llorar. O la pudiera curar. Sola, estaba sola. Para llorar sus penas, para drenar su corazón de todo dolor contenido, para culparse de sus errores, para maldecir sus cobardías.
Se dejó caer nuevamente en la cama, las sábanas aún enmarañadas desde la mañana. El día había sido largo y sin embargo corto. Sentía que el tiempo para recuperar a Shikamaru se perdía a cada segundo y sin embargo las horas sin él le parecían extremadamente eternas. Si así sería el resto de su vida, no podría soportarlo mucho.
Cerró sus ojos, por un breve instante le pareció verlo junto a ella. Sonriéndole, diciéndole "problemática" como antaño y descansando perezosamente junto a ella. Pero al abrir los ojos, la realidad era distinta. Shikamaru ya no estaba. Él ya no volvería. Por su error, su actuar inconsciente. Lo había perdido.
—Shikamaru, no sabes cuanto te voy a extrañar —volvió a mirar el teléfono. No lo llamaría.

Sentimientos OcultosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora