IV. Katsuki

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—¿Y no hay algún nombre que te guste? —La pregunta fue casual, casi desinteresada.

—¿Qué? —Genuinamente creyó que dejaría el tema por la paz, pero tal parecía que su persistencia era demasiada para la escasa paciencia que tenía.

—Un nombre —repitió, deteniéndose—. Mis padres eligieron Ochako porque es un juego de palabras: "la niña del té", ¿gracioso, no? —Arqueo la ceja preguntándose la razón de un nombre tan...—. Mi madre solía beber mucho té mientras estaba embarazada —explicó—. Por eso les pareció buena idea el nombre de Ochako.

—Sigue siendo extraño —murmuró.

Era cerca de medio día cuando la portadora decidió detenerse a descansar, nuevamente, el genio cayó en cuenta en qué puede agotarse con suma facilidad y que fue una tarea titánica mantener el paso. Cada momento que pasaba con ella se daba cuenta de lo diferente y peculiar que era la muchacha.

Para empezar, se desplazaba con agilidad, como si fuera el hoja llevada por el viento. También resultaba especialmente sigilosa, en ocasiones la perdía de vista un segundo y ya no podía sentir su presencia. Y para rematar, era habladora superficial; contaba cosas que sabía del bosque, de la historia del mismo, los animales, las plantas, la geografía y el clima. Además de ser una excelente cazadora, fría, calculadora y...

—¿Qué hacemos en el bosque? —Ya había pasado el tiempo suficiente y seguía sin comprender que hacían en ese lugar, sus antiguos portadores vivían en ciudades, algunos pueblos o vestigios de los mismos, es la primera vez que está un tanto tiempo en la naturaleza.

—Es agradable —evadio, dejándose caer y respirando profundamente—. También es silencioso y tranquilo —agregó, cerrando los ojos.

—Bien. —No fue necesario que lo dijera, pero aprendió a leer cuando ella no quería abordar cierto tema.

Volvieron a armar el campamento para descansar. Ochako le explicaba cada tarea y cómo realizarla cuando la pedía, el genio seguía las instrucciones de mala gana, aunque internamente agradece aprender un poco del mundo. No podía olvidar que al final, él terminaría siendo privado de su libertad, así que aceptaba las migajas que ella le ofrecía sin saberlo.

—Vamos al sur —le contó, después de cocinar la cena—. Ahí hay un pequeño pueblo donde solía vivir con mis padres.

El genio la contempló en silencio, esperando la continuación de la historia, pero está no llegó porque Ochako cambió de tema.

—He estado pensando en tu nombre —contó. El genio de sentó cerca de ella, la idea de tener algo propio lo estremeció—. Escuché el nombre hace algún tiempo —mintió— y tras pensarlo, creo que es ideal para ti. —La vio tomar una rama mientras dibujaba en el suelo—. Katsuki es un nombre compuesto, como el mío. Recuerdo que se refiere a ganar, algo muy adecuado para un genio que otorga deseos, ¿No crees?

Katsuki —repitió, asimilando la información. Esa palabra mantenía un deje de familiaridad que no lograba encontrar, sin embargo...—. Katsuki —insistió, dejando escapar la emoción en su voz, sintió un nudo en la garganta y los ojos picarle. Descubrió que también puede llorar. Una sutil lágrima salada recorrió su mejilla mientras contenía un fuerte gemido.

—¿No te gusta? —Ochako se sentó a su lado, sin saber cómo reaccionar, no esperaba que él se fuera a molestar tanto—. Podemos cambiarlo si prefieres —ofreció preocupada.

—Gracias —fue la elocuente respuesta antes de que el genio la envolviera en sus brazos.

Se sorprendió, pero no tuvo corazón para alejarlo, al contrario, devolvió el gesto con cariño.

El genio... no, Katsuki parecía un niño atrapado en un cuerpo de hombre, una persona solitaria y llena de tristeza. Lo notó por su genuina forma de emocionarse, la avidez por conocimiento y la aparente repulsión por su lámpara.

Entendió que quería ser egoísta. Había pasado demasiado tiempo desde la última vez que se sintió cómoda con otra persona, desde que sonreía y reía con libertad y...

Él vivía en una prisión, aceptando lo poco que el exterior le puede ofrecer antes de ser usado y regresar, repitiendo la historia otra vez.

Katsuki, como ella, merecía vivir en libertad.

Y ella se la daría después de ser un poco egoísta, disfrutando de su compañía hasta sentirse lista para dejarlo ir.

Pide un deseoWhere stories live. Discover now