Genesis

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El hombre de dorados cabellos buscaba en la niebla a su compañera...
-¿Dónde estará? - pensaba, mientras internandose en la espesura gritaba su nombre, buscando incensantemente con desesperación, hasta qué la encontró. Volvió a sentir lo mismo que tantos años antes. Una epifanía, dulce, simple; que cambió su vida para siempre y el recuerdo de su luz que siempre le acompaño.
Así pues tras mirarla a los ojos, supo, que todo estaría bien y volvió a sentirse de nuevo completo...
El niño despertó de su siesta extrañado y confuso. La Tita siempre le decía qué eso eran sus padres, que le hablaban desde el cielo, pero él siempre se asustaba mucho. Se levantó de su cama y dejándola tal cual, se aventuró en el pasillo del apartamento en que estaban veraneando ese año. Era un tórrido día de verano ; se puso a jugar en el salón con su coche favorito, hasta qué se aburrió y se dirigió a la cocina en la cuál su Tita leía despreocupadamente el periódico en una mesa de diseño, mientras tarareaba alegremente el último éxito de aquel verano.
El niño se sentó con desgana a la mesa y miró anelantemente a la mujer esperando, en vano, una solución para tal tortura.
Por qué nos vinimos a este sítio? Pensó, mientras se tiraba de los dorados mechones que se le escapaban de la gorra roja que llevaba puesta, sus ojos pronto toparon con un consuelo momentáneo ya que vió que La Tita había comprado brownies, su dulce favorito.
En ese momento se oyó un enorme ruido procedente de la puerta.
- ¡Ya llegué! - gritó Mario cuando entró por la puerta, cargado con todo tipo de bolsas.
Owen después de haber oído a su Tito llegar corrió por el pasillo cómo una centella y se abrazó a la pierna de su padre.
- ¡Titoo! Me aburro mucho! Lloriqueó el niño a su atareado Tito.
Este al ver al niño dejó lo que estaba haciendo y sonriéndole, digo.
- ¡Habrá que remediarlo! - Tras lo cual se dirigió a la cocina seguido del niño. Mario, después de saludar a su mujer Clara, se dispuso a ordenar la compra.
- Por qué no me ayudas , Owen? Dijo el Tito Mario y el niño se afanó en ayudarle, mientras Clara los observaba con una sonrisa, fue entonces cuando esta tuvo una idea:
- ¿Por qué, hoy que hace tan buen día no llevamos al niño al parque?
Y Owen no cupo en si de gozo, pues por fin iba a hacer algo que le gustaba.
Tras cambiarse de ropa, se dirigieron calle arriba , la avenida central del pueblo poseía todas las características de un sitio turístico. Owen no sabía a donde mirar , ya que los escaparates y la vibrante actividad le mantenían la vista ocupada. La Tita Clara entró a una de las tiendas y salió con un helado de vainilla, la tarde no hacia más que mejorar, siguiendo el curso de la calle llegaron al parque. El Tito Mario se encontró con un compañero de trabajo que a Owen le dió un poco de miedo, ya que este sujeto era feo y barbudo, muy alejado de su siempre elegante Tito.
En el momento que vió los columpios Owen miró anelante a sus Titos y cuando estos se sentaron en una terraza cercana, se acerco con timidez a los niños que allí jugaban. Entonces la vió, la niña más rara que había visto nunca tenia el pelo casi blanco y la piel super palida, además estaba sola en un rincón mientras el resto de los niños jugaban. Impulsado por la curiosidad de su corta edad, Owen se acercó y le pregunto:
-¡Hola! ¡Soy Owen! ¿Por qué estas sola?
La niña miro a Owen pero no le respondió , por un momento este creyó que no le diría nada, pero la niña contestó con un hilo de voz
- Creen que soy rara y no les gusto.
Owen se sintió culpable pues el había pensado lo mismo, pero a la vez había algo en esa niña que habia captado el interés del sociable niño. Este alargó la mano y puso un cochecito en las manos de la niña, la cual lo miró sorprendida.
- Te lo presto, es mi favorito. Dijo el niño.
- ¿Para mí ? contestó la niña
Owen asintió y le sonrió a la niña, la cual, se sacó un silbato rojo por el cuello y se lo dio al niño, el cual se lo guardó en el bolsillo.
Y tras esto empezaron a Jugar, los demás niños; intrigados se acercaron y poco a poco se sumaron a los juegos de los niños; que incluyeron la pelota, el pilla pilla y por supuesto los columpios.
Y así pasó la tarde...

El banco del niño y la niñaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora