Primer Secreto: Un impulso

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Primer Secreto: Un impulso

Jennifer llevaba media hora en el set. Después de unas largas vacaciones de verano tocaba volver a grabar, ponerse la chaqueta de Emma Swan y empezar a pensar como la salvadora. Trabajar puede ser realmente muy duro, sobre todo si debes mudarte por meses a otro país para poder grabar en las locaciones, pero tenía sus ventajas. Como volver a ver a Lana Parrilla. Esa mujer era la causa de sus deseos más profundos y en los últimos tiempos le costaba controlarse teniéndola cerca. Casi había agradecido el dejar de grabar unos meses atrás. Le costaba muchísimo no acercarse a ella y era una suerte que Lana tuviera sangre latina porque no le parecía para nada especial abrazar a las personas, así que Jenn podía ser afectuosa con el objeto de su cariño.

De hecho, cuando se despidieron antes del corte de verano habían vivido un momento muy íntimo. Durante la última noche de rodaje, el grupo se quedó a beber algo fresco y a cenar, acabando por trasnochar antes de marcharse. Pasaron las horas y ella terminó en el sofá del estudio principal con Lana abrazándose a su cintura. Estuvieron alrededor de dos horas apoyadas la una en la otra, acariciándose dulcemente, besándose las mejillas y la frente. Mirándose y sonriendo. Ella lo había achacado al alcohol, pero todos los compañeros estuvieron haciendo comentarios. Llegaron hasta el desayuno en una cafetería cercana al rodaje y cuando le tocó pedir a ella, Colín comentó que seguramente querría brownie porque parecía gustarle mucho el chocolate. Ella sólo lo miró con mala cara y pasó de él.

Había perdido de vista a Lana durante el verano, no había estado muy activa en las redes. No es que ella la vigilará tanto, pero a veces se pasaba por su perfil. La semana pasada al comienzo de las grabaciones había escuchado entre sus amigos del programa que ella había salido con Ginni y Josh. Por supuesto, también con Fred, su novio. ¿Se puede envidiar más a una persona? Jenn creía que no. No era capaz de decírselo, de contarle como se sentía, aunque se lo estaba planteando. Creía conocer muy bien a Lana y que no se enfadaría por sentirse así, pero si la rechazaba quizás la cosa marchará aún peor. Si la rechazaba tendría que lidiar con las emociones de perderla de esa manera. Era estúpido, pero en silencio podía imaginarse que algunas de sus miradas, algunas de sus caricias, las veces que le tomaba las manos mientras caminaban podían ser por algo más que demasiado alcohol o casualidad.

Estaba sentada mirándose al espejo cuando tocaron la puerta de su camerino.

-Adelante – dijo y allí estaba su preciosa fantasía. Esa mujer con cada año parecía más y más bella - ¡Lana! – la saludó con voz enérgica y se puso de pie para estrecharla - ¡Por dios, mujer! Tienes que dejar de embellecer cada año o empezaré a preguntarme si no te has tomado aquella poción de verdad.

Lana se rio abiertamente – siempre eres tan adorable, Jennifer – dijo al separarse de ella – cómo si tú no te vieras fenomenal.

-Sigo con mis ejercicios – Jenn sonrió y se acercó a las sillas que tenía en su camerino. Era un sitio amplio como el de todos, tenía un par de sillas cómodas, la mesa para los maquilladores y esteticistas, más una mesa en la que podía comer o beber algo si así lo deseaba. No era gran cosa, pero estaba bien para ser un sitio dónde quedarse dentro del estudio. Luego ya tenían sus caravanas de exteriores que solían ocupar más que estos sitios estables.

-Vine porque quería contarte algo, a lo tonto eres casi la única que no lo sabe – explicó Lana – así que como Adam me dijo que no nos necesitarían por ahora, pensé que era un buen momento.

Jenn iba a sentarse, pero cuando se giró vio a Lana aún de pie y regresó a su lado. Parecía nerviosa.

-¡Ey! ¿Qué pasa?

Secretos [Morrilla] +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora