Mini Historias Mclennon

#8. Agotado

-Oye Paul ¿qué tienes allí?

-¿Dónde? -le da una cachetada.

-¡Ja! Caíste. Caíste, caíste -se burla con mucha energía -. Soy muy bueno en esto.

-Mmm.

Durante las sesiones John ni dejaba de molestar a Paul con su juego tan infantil. Pero Macca era muy paciente y soportó cada estúpida broma y risa que salía de la boca de John.

Al llegar a hora de la comida todos salieron antes que John, éste se quedó a afinar su guitarra para que al regresar fuera directo a los acordes de una canción que traía en mente.

-Cierras la puerta antes de irte -dijo Paul cruzando el umbral de la puerta.

-Obviamente.

Cuando terminó giró la chapa de la puerta y ésta no se abrió.

-¿Qué rayos...?

Forzó la chapa pero era inútil. Lennon trató de tranquilizarse y esperó un poco para tomar fuerza y paciencia, así con la cabeza fría podría maniobrar mejor...

Al cabo de unos cinco minutos John rechinaba los dientes de la desesperación, no sólo por el hecho de que estaba encerrado sino porque tenía hambre y eso lo ponía de mal humor.

-¡Abran la maldita puerta! -gritó con fuerza pero al parecer no había nadie cerca -. Chicos esto ya no es divertido, ¡abran ya!

Las exigencias de Lennon con cada minuto que pasaba se volvían en súplicas. Las esperanzas de salir habían acabado al notar que faltaban 15 minutos para que terminara la hora de comida.

Con el estómago vacío y la cabellera desaliñada deslizó su cuerpo en la puerta hasta caer en el suelo. En ese momento recordó lo cruel e insoportable que fue con los chicos, en especial con Paul. Comenzó a sentir un nudo en garganta y una lágrima se deslizó por su mejilla...

-¡Listo! -John salió volando debido al gran golpe que le propinó la puerta al abrirse -. ¿John?

-Auch.

-¿Qué haces aquí? -se acercó a él -, pensé que estabas comiendo.

-No te hagas el inocente, tú cerraste la puerta para que no pudiera salir -sacudió su pantalón.

-Claro que no. ¿Estabas llorando? -se acercó a su rostro.

-No, ni que fuera nena.

-Oh sí que lo estabas -soltó una sonora carcajada -. Eres único, Johnny.

-¡Ya cállate! ¿Me trajiste algo de comer?

-Amm traje comida china porque los chicos tardarían más y yo ocupaba regresar... -mostró la bolsa.

-Oh.

-¿Quieres?

-Sí.

-A cambio de un beso -sus labios formaron un beso.

-Pero... Agh, tú ganas.

John le dio un beso en sus labios carnosos, pero Paul entrelazó sus manos en su cuello y sus besos fueron más profundos y apasionados.

-Ahh -gimió Paul -. Eso estuvo rico.

-Admito que fue exquisito.

-Bien, comamos.

Ambos se sentaron en el suelo y degustaron con gran apetito la comida, en un silencio ameno. Al terminar fueron a lavar sus dientes y salieron al estudio.

-¿Qué era eso que tenías que hacer, Paul? -preguntó el castaño.

-Nada, pero ahora que lo pienso sí tengo que hacer algo...

Paul se acercó al castaño y juntó su cuerpo al de él.

-¿Qué dijiste? No te escuché.

-Te lo voy a mostrar -sonrió pícaro.

Robó un beso a John y lo abrazó con fuerza, introdujo su lengua dentro de su boca y exploró cada rincón de ésta; con movimientos circulares bailaban las dos lenguas en la boca de John, produciendo constantes chasquidos.

-Oh, Paul...

Las manos de John bajaron hasta su trasero, apretó ambos glúteos y los acarició con vigor. Paul simulaba arañar la espalda del castaño para desquitar su excitación.

-Aquí no podemos hacerlo, pero al salir te prometo un buen sexo -murmuró el pelinegro cerca del oído de John.

Los ojos de Lennon se volvieron brillantes, y escuchan voces en el pasillo: eran los chicos. George llevaba unas galletas.

-Ya llegamos, bien un receso de 10 minutos y comenzamos a grabar -dijo George Martin mientras caminaba apresurado al baño.

-Corre, corre que no llegas -gritó Mal.

-Calla.

Los chicos rieron en voz baja y se concentraron en sus próximas grabaciones. El resto del día fue bastante pesado. Al salir del estudio John y Paul fueron directo a su habitación la cual compartían desde hace unos días atrás, entraron con miradas cómplices y al caer en la cama cayeron rendidos de sueño y cansancio.

Paul descansaba en el pecho de John y éste abrazaba al pelinegro con sus brazos.