#11. ¿Padre o Papi? (parte 2)

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"Si tan sólo pudiera retroceder el tiempo" eran las palabras que venían a mi mente una y otra vez. Era un miércoles y a penas iban llegando los monaguillos, no quería que el monaguillo malcriado entrara por esa puerta, no podría verlo.

Y en punto de las 4 se hizo presente. Hoy estaba tranquilo, no hablaba mucho y respetaba a sus compañeros; era como si fuera otro.
Procuré no hacer mucho contacto con él y si ocupaba algo me dirigía con los demás niños para que lo hicieran ellos.

En ningún momento me miró, tampoco era que me esquivara, simplemente permanencia cabizbajo. Al cabo de unos minutos la iglesia quedó llena y di comienzo a la misa.
En ésta ocasión los cité más temprano porque quería ensayar con los niños algunos cantos.
Uno de los niños se acercó a mí: era Paul, el niño que no quería ver.

Sentí que mi rostro se tornó rojo pues recordé lo que había pasado días atrás, me controlé. Sus ánimos eran decaídos.
Y el ambiente se sentía pesado, a lo lejos la mamá de Paul lo veía. Lucía molesta. Seguramente ya lo sabía.

Ahora estaba más nervioso que nunca.


★★★

Con mucha dificultad di por terminada la misa y las madres acudieron a ver a sus hijos para decirles que más tarde pasarían por ellos.
A toda costa evité el contacto con Paul pero su madre se acercó a mí.

-Buenas tardes, padre.

-Señora Mary, ¡qué gusto! -controlé mis nervios.

-¿Cómo se comportó Paul? -miró a su hijo quien aún estaba serio.

-Bien, su desempeño fue satisfactorio -evité toda morbosidad al hablar de él.

-¡Me alegro! Últimamente ha estado tranquilo, quizá ya aprendió a ser obediente...

-Es lo más probable, a veces las personas necesitan un escarmiento para cambiar su manera de ser.

-En eso estoy de acuerdo, especialmente si esa persona se llama «Paul» -la madre miró a su hijo haciendo énfasis en su nombre.

-Mmm.

-Entonces le dejo a mi hijo en sus manos, si requiere de unas nalgadas, póngase duro con él.

"No nos dejes caer en la tentación mas libranos de todo mal, amén" me decía en mi mente para no pensar nada.

-Bien, Paul. Te quedas aquí -besó su frente y apretó tiernamente su mejilla -. Vengo por ti en una hora.

Me despedí de todas las madres y los niños me siguieron. Llegamos a una habitación especial para ensayar cantos. Acomodé a los niños clasificándolos por sexo, y timbre de voz. Paul quedó entre los tenores y como era de los más bajos lo pasé al frente.

-Ok, niños, calentaremos un poco la voz haciendo ejercicios que a continuación les enseñaré -me di la vuelta para acomodar las hojas que contenían las partituras de las canciones.

-Padre Lennon -uno de los niños preguntó.

-Sí, dime.

-¿Usted es músico?

-Emm, sí. Lo soy. Es algo que desde pequeño me gustó.

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