Capítulo IV

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Hola :D ¿cómo están?

Disculpen por haber tardado tanto.

Y... gracias a todas las hermosas personas que me han enviado un comentario, que han votado por mi historia y que la leen, me llena de alegría y me entusiasma para seguir escribiendo :)

Prometo actualizar pronto. Gracias por leer.

Disfruten el capítulo ~

•-•

"¿Eren qué estás viendo?" preguntó Levi, Eren tenía la mirada perdida en medio de la oscura habitación frente a él, parecía esforzarse por ver algo que parecía invisible a sus ojos.

"¿Eren?" volvió a repetir Levi. Eren cerró los ojos y sacudió la cabeza.

"Nada, sólo estaba pensando... cosas". Era verdad, Eren constantemente pensaba en cómo sería la vida al lado de su querido Levi, pero, era más que eso. Una vez, mientras platicaba con el señor Sol, éste le había comentado que al ser hijo de un astro, su línea de vida era mucho más larga que la de cualquier ser viviente, mientras que en la Tierra los humanos vivirían y morirían por generaciones, él seguiría vivo y radiante lejos del sentimiento de la muerte. Aquellas palabras produjeron en Eren un sentimiento de tristeza, pues aun cuando pasara toda una vida con Levi, él algún día sería llamado y le sería arrebatado por la vida misma. Y, aunque trataba de no pensar en eso, era un sentimiento que no se podía sacar del pecho.

Pensar que algún día, él y Levi iban a tener que separarse por seguir la continuidad del tiempo, era algo... temible.

"Eren ya basta" dijo Levi molesto.

"Shh... Levi" Eren puso su dedo índice sobre los labios de Levi "No queremos que nadie nos escuche".

"Lo sé".

Después de que Levi se mudara, Eren lo siguió hasta su nueva casa. Observó desde su madre a la lejana Tierra que cantaba plácidamente. Puso atención a la cabaña junto al lago pero, no vio a nadie. Recorrió con la vista los alrededores y no muy lejos, vio unos ojos conocidos, unos ojos que buscaban desesperadamente en el firmamento algo o a alguien. Y ahí estaba, junto a otra cabaña de madera, su amado Levi.

Aquel, era un lugar igual de tranquilo que el anterior pero, había un inconveniente, Levi no podía salir por las noches como antes, era una de las reglas del padre de Farlan, además, no podía quedarse despierto hasta el amanecer porque siempre que salía el Sol, él tenía que ayudar en la casa y para eso, tenía que dormir.

Por eso, Eren se quedaba con él junto a su ventana, era una alegría para ambos el que Levi tuviese una habitación propia y aunque pequeña, podía ver a Eren sin ser molestado.

Los días ya no eran tan divertidos como antes, estar en un sólo lugar de pronto se tornó aburrido.

Así que, aun contra las reglas, de vez en cuando se escapaban un par de horas para ir a jugar por ahí cerca.

Casi siempre Eren lo tomaba de la mano, sentir la calidez de Levi lo tranquilizaba, era para él, uno de sus más confortables placeres.

Sentía, como si toda la felicidad del mundo les perteneciera sólo a ellos, como si nada ni nadie, ni siquiera el tiempo, pudiese separarlos, nunca.

Esa noche, Eren le contaba a Levi sobre un lugar muy lejano, un sitio de hielo, completamente congelado, donde el Sol pocas veces al año se acercaba a calentar.

Casi siempre, Levi preguntaba sobre otros lugares de la Tierra a Eren, lugares que él nunca conocería pero, que le parecían fascinantes.

"Eren, ¿puedes prometerme algo?".

Hijo de la LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora