CAPÍTULO 2

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Todavía tenía algunas horas antes de que su alarma sonara levantándolo a las seis de la mañana

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Todavía tenía algunas horas antes de que su alarma sonara levantándolo a las seis de la mañana. Ni un minuto más ni menos. No por estar en vacaciones iba a perder su costumbre de levantarse temprano, claro que no.

Se alejó de la comodidad de su cama para poder cambiarse de ropa, su objetivo era ir a buscar un vaso de agua y tal vez desayunar algo... aunque... normalmente lo hacía a las siete de la mañana.

¿Por qué una hora después de haberse levantado? Todo se reducía a un chico pelirrojo de dientes afilados: Kirishima Eijiro.

Y es que ese idiota había logrado convencerlo de esperarlo cada día para desayunar juntos después de haberle insistido bastantes días consecutivos haciendo uso de todas sus estrategia, pero bueno, finalmente todo había valido la pena al lograr que el cenizo haya aceptado desayunar con él. Debo agregar que no la tuvo nada fácil mas su quirk lo salvó de las incontables explosiones que había recibido para lograr aquello.

¡A las siete sin falta! Si te demoras más... No te voy a esperar sin importar estúpidas caras que hagas —declaró aquel día después de ya haberse cansado de las molestas insistencias por parte del pelirrojo.

Además, la idea de ver la cara adormilada de Eijiro no le desagradaba del todo.

Y mierda, la sonrisa que le había dado el pelirrojo de agradecimiento acompañada del brillo cual niño pequeño en sus grandes orbes escarlata, está más que seguro que si no se quedó ciego fue porque alcanzó a entrecerrar sus ojos.

¿Es que acaso no le dolía la cara de tanto sonreír?

¡Cuenta conmigo, Blasty! ¡No te voy a defraudar!

¡¿A quién mierda vas a defraudar?! ¡Eres tú el quien hizo esa estúpida petición!

Aún sigue sin saber con exactitud el porqué había aceptado mas intentaba convencerse de que era porque no pensaba lidiar más con las insistentes y odiosas suplicas del pelirrojo.

Talvez se había condenado —y eso era lo más probable según el— pero, con el paso del tiempo, descubrió que no era tan malo como creía. Poder ver la cara somnolienta de Eijiro mientras lo saludaba con un "buenos días" acompañado de una sonrisa cansada,  pues el muy idiota acostumbraba a despertar a las nueve y hacía un esfuerzo sobrehumano —termino usado por el mismo pelirrojo— para levantarse "tan temprano"; le provocaba un cosquilleo agradable.

Cierta parte de él se sentía bien al saber que él era la primera persona que recibía un "buen día" de su parte; sin embargo, confesar eso estaba en un de los primeros puestos en su lista de "cosas que nunca hacer en mi vida a menos de que ya me esté volviendo estúpido", vale decir que en esa categoría también entraba admitir la calidez que sentía cada vez que Kirishima le sonreía así como también la tranquilidad en la cual lo envolvían los abrazos de este —aunque no por eso el menor se salvaba de un griterío lleno de insultos de su parte—. 

Mi deseoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora