CAPÍTULO 4

765 114 12
                                    

Tres minutos

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Tres minutos.

Once minutos.

Diecisiete minutos.

Bakugo ya llevaba más de media hora parado en el marco de la puerta esperando a que el pelirrojo salga para poder ir a desayunar como de costumbre. ¿El problema? Eijiro no daba ni señales de vida del otro lado haciendo rabiar al cenizo.

Se suponía que ya deberían haber bajado a la sala y justo ahora estarían haciendo alguna tontería con los demás o simplemente jugando videojuegos como lo hacían en las vacaciones debido a que, a pesar de que Katsuki insistiera en quedarse encerrado en su cuarto estudiando, la Bakusquad siempre encontraba forma de sacarlo de allí, y si no estaba Eijiro, a costa de un par de explosiones extra -siendo Denki usado de escudo humano- mas valía la pena pues lograban su objetivo.

Katsuki mordió su labio inferior conteniendo a duras penas su creciente enojo, la poca paciencia que tenía se iba por el drenaje cada que los minutos avanzaban y ganas no le faltaban para explotar la puerta y sacar al pelirrojo a golpes o a patadas del cuarto.

Podría irse y tomar desayuno como lo hacía antes de la intromisión del menor, pero no le iba a dejar salirse con la suya tan fácilmente. ¿Quién se creía?, después de haberlo convencido a semejante tontería como lo era el hecho de que todas las mañanas iban a desayunar juntos. Mas le vale a Eijiro estar despierto pues si no lo iba a arrastrar hacia el comedor después de despertarlo con un par de explosiones.

Sí, eso sonaba bien en su cabeza.

Dio unos cuantos pasos acercándose a la entrada del cuarto dispuesto a realizar su gran hazaña.

-¡Maldito bastardo! ¿Qué horas crees que son? ¡Sé un jodido hombre y cumple tu palabra si vas a hacerme prometer toda tu-...! -calló al percatarse que el patadón que metió al pobre objeto de madera hizo que esta se abriera.

Bien, estaba seguro que no lo había hecho tan fuerte como se lo había planeado en un primer momento, por ello, descartaba la idea de que la había roto, aunque, si este no fuera el caso, significaba que Kirishima no había puesto seguro a su puerta como solía hacer antes de dormir.

No era algo importante, seguro que se le había pasado o algo, contando lo despistado que era.

Se adentró en aquellas cuatro paredes buscando con su mirada aquella cabellera rojiza que, podría presumir, conocía de memoria. De vez en cuando, pateaba una que otra bola arrugada de papel que se encontraban esparcidas por el piso, ya después le reclamaría por el desorden del lugar.

No lo encontró en la cama, aquello sí extrañó a Katsuki, pero pronto, todas su dudas acerca del paradero del joven se disiparon al verlo durmiendo plácidamente en su escritorio.

Eijiro dormía en una posición extraña -estaba seguro y no era para nada cómoda-, prácticamente estaba desparramado allí, su cabello apuntaba a todos lados en vez de a uno en específico, tenía un ligero rastro de saliva en la comisura de sus labios y, por si fuera poco, alrededor del mismo habían aún más papeles arrugados.

Mi deseoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora