La Academia

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Creo que a mis padres se les olvidó mencionar que los fines de semana también tengo que ir a esa tal academia. Hoy es sábado y lo primero que recibí como desayuno, fue una montaña de nueva información sobre mi y lo que me rodea. Al menos hay cosas que tengo muy claras por el momento: El bien y el mal pelean constantemente, yo soy parte del bien. Algunos seres humanos poseemos Dones y muy pocos portan uno poderoso o difícil de controlar. Yo tengo uno de esos, se llama Don de la Profecía. Para aprender a controlarlo y a enfrentarme al "mal" debo asistir a una academia con otros alumnos más que no conozco.

Lo gracioso de esto es que el gato no me abandona, si sabe hacer muy bien su trabajo de guardián. Aún no puedo creer que sea en realidad un ángel, me encantaría comunicarme con él, pero claramente nuestra interacción no sobre pasa la de una joven con su mascota.

Agradezco que el primer día no ocupara toda la tarde, tengo asuntos propios que resolver. Me gusta obtener mi propio dinero, por lo que lo adquiero vendiendo dibujos. Me encanta dibujar, sentir como se desliza mi mano creando imágenes es sensacional. Me dedico a ellos, me apasiona y trato de destacarme en eso. Incluso soy partícipe del club de arte en mi escuela, he ido a concursos y he obtenido uno que otro reconocimiento. Logro mejorar cada vez más y mis compradores se dan cuenta de eso.

Mi padre no se equivocaba. La academia si se encuentra a unas cuadras de mi casa, especificamente a dos. Gire a una calle llamada Warmoesstraat, igual de estrecha que la calle en la que vivo. Se ve todo muy colorido, en los faroles rodeados de hojas rojizas características del otoño. Hay cafeterías y puestos de comida, por lo que las mesas son colocadas al exterior para que los clientes disfruten del viento. Estamos al rededor de la hora de almuerzo, así que no me sorprende que cada asiento esté ocupado por quienes buscan algo con que llenar sus estómagos.

Sigo caminando hasta llegar a una librería, se ve bastante elegante y sencilla, con la arquitectura típica de Holanda. Pero mi atención se dirigió a la estructura que estaba a un lado, con la misma forma de la librería. Su color cobrizo me atrajo y solo entré, era la academia.

Estando adentro había una recepción y un café al lado de las ventanas y a un lado una biblioteca. Al frente de mi había una escalera en forma de caracol que se alzaba al segundo piso, estaba a punto de subir cuando una voz me detuvo en seco.

—Tu debes ser Tina.—La voz de un joven me detuvo y giré mi cabeza. Se encontraba en una mesa de la cafetería, sentado sobre un sillón individual y con un libro en sus manos. Sus ojos estaban fijos en lo que leía pero no en mi. Me sorprende no haber notado su presencia antes—. ¿Qué pasa? ¿El gato te comió la lengua?—Giró su cabeza hacia mis pies y yo seguí su mirada, encontrándome con el animal sentado a mis pies, ya había olvidado que me seguía el gato. Levanté mi cabeza y me congelé al fijarme que estaba observándome, sus ojos azules parecidos a los míos se fijaban en mi rostro.

—Al fin llegaste Tina.—Me giré abruptamente para ver que Drika bajaba por las escaleras y se acercaba a mi—. Estaba esperándote, me alegra que hayas llegado sin problemas.—Su mirada se dirige al muchacho que está en la cafetería.—Oh, Abel. Con que aquí estás. Vamos, la clase está a punto de empezar.—Su mirada se fue de nuevo hacia mi—. Vamos Tina, te mostraré todo.

El chico de nombre Abel se puso de pie arreglando sus rizos marrones con sus dedos. Cuando se acercó me di cuenta de las pecas que tiene en su rostro. Caminó por delante de Drika y ella le siguió el paso, a consecuencia yo hice lo mismo.

—Todos tus datos estas registrados en nuestros archivos, esta todo aquí en esta carpeta.—Me extendió una carpeta color lila—. También está tu horario acomodado a tu tiempo libre, los elementos que necesitarás cada día y el número de tu habitación.

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⏰ Última actualización: Jan 13, 2021 ⏰

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