Estoy aterrorizada

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   Los seres humanos somos una creación muy frágil y, lógicamente, es normal que nuestra salud empeore de vez en cuando.

   La gente anhela ser atendidos en los asientos que se encuentran en el salón de espera y son llamados uno por uno. Mamá siempre se preocupa de que los pacientes sean atendidos a la hora de cita y que sean bien recibidos.

   Mi mente vaga por las pinturas que hay en las paredes con frases motivantes, cada una de ellas combina perfectamente con el color de los muebles y el interior del centro de rehabilitación que dirige mi mamá. Está cubierto por colores pasteles con el motivo de dar calma a los pacientes, y muchas veces, influye en el estado anímico de todos. No me molesta ayudar a mi madre en su trabajo, en realidad me encanta su profesión, pero aún me tiene preocupada su reacción tras contarle el sueño que tuve.

   —Buenas tardes señorita, ¿cómo se encuentra?— Mis pensamientos se ven interrumpidos por un anciano que está frente al escritorio con una gran sonrisa —. Disculpe, tengo una cita agendada para las cinco —. Observo el reloj a la izquierda de mi escritorio y noto que son las 16:50, faltan diez minutos para su consulta, a los mayores les gusta andar a tiempo.

   —Buenas tardes señor. Me encuentro bien, gracias, ¿y usted?— El anciano amablemente mueve la cabeza en modo de aprobación, pero deja ver una sonrisa triste.

   —He tenido días mejores, pero muchas gracias por la preocupación.

   —¿Me puede dar su nombre por favor?— Pregunto mientras tecleo con la intención de encontrar la cita agendada del señor.

   —Rembrandt Geldof —Al teclear el nombre del señor encuentro inmediatamente su hora.

   —¿Ya tiene un historial médico?— El ladea a ambos lados su cabeza.

   — No señorita, soy nuevo paciente en este centro. —Al escuchar eso, muevo hacia atrás mi silla para dirigirme a la repisa donde están las carpetas de los pacientes recurrentes en el lugar. Saco de una caja una carpeta con informes en blanco para completar con la información del señor Rembrandt. Me acerco a él y se la entrego amablemente.

   —Le informaré a la doctora de su llegada, y cuando toque su turno, le debe entregar esto a ella para comenzar a recopilar datos de su tratamiento. Tome asiento por favor.— Una sonrisa cubre su rostro y eso hace que sus arrugas sean más pronunciadas.

   —Muchísimas gracias señorita.— Se da la vuelta y se dirige a paso seguro a uno de los asientos más cercanos.

   Ordeno los artículos del escritorio que mamá me entregó para ayudarla en su trabajo y salgo para dirigirme a una de las salas. Toco la puerta y escucho como al otro lado mi madre dice que pase. Al entrar la veo anotando en su cuaderno donde toma notas de los pacientes, viste su traje de consulta deportivo, lleva puesto sus lentes y el cabello tomado con una trenza que termina sobre su hombro. Me acerco y me siento en la silla que está al frente de ella.

   —A llegado un nuevo paciente, su nombre es Rembrandt Geldof. Tiene cita a las cinco.

   —Te gusta darme esta información a través de la contestadora, así que debe existir un motivo para que hayas venido.— No deja de escribir pero sé que está atenta a cada reacción que tenga, es una de las habilidades multifacéticas de mi mamá.

   —Aún me pregunto por qué me pediste este favor tan derrepente.— Quiero entender la reacción de mi mamá luego de contarle los sueños que he tenido últimamente. Deja de escribir y me observa detenidamente—. No es que me esté quejando, sabes que me encanta este lugar, pero cuando te conté lo de mis sueños tu modo de actuar fue muy raro.

A través de los ojos del gatoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora