Un nuevo integrante

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   "Entonces Dios convocó a todos los seres celestiales que habitaban en el cielo. Desde el más grande hasta el más pequeño, ordenó que dirigieran su atención ante Él para escuchar lo que tenía que decir. Algunos estaban inquietos, pues Dios había creado nuevas criaturas, unos hechos a su semejanza, pero que han desobedecido la autoridad del Creador al igual que los actuales demonios. Dios alzó su voz ante la multitud afirmando que formaría más seres angelicales que poseerían una tarea especial: la de cuidar, proteger y guiar a los humanos. Los Ángeles se veían desconcertados, pues lo más cercano que había creado a la humanidad eran los mensajeros Arcángeles. Aún así, no cuestionaron la grandeza y sabiduría de Dios. Él volvió a hablar y aclaró que estos Ángeles podrían tener la capacidad de materializarse para acercarse y llevar a los humanos por el camino de la verdad. Entonces Dios utilizando su magnífico poder, produjo una nueva orden, estos eran mucho más pequeños que los otros, se sentían alejados al resto y eso era porque su lugar estaba más abajo. Fueron enviados a cada ser humano para cumplir su propósito y Dios los nombró Ángeles guardianes".

Soñé con mi mamá leyendo esa historia cuando era pequeña, es un recuerdo que aún mantengo en mi mente, y que por alguna razón, es lo único que he soñado en las últimas noches. Yo acostada en la cama tapada hasta el pecho y con mi madre sentada a mi lado, leyendo iluminándose por la pequeña lámpara en mi mesita de noche de aquella época. Me gustaba mucho esa historia de pequeña, pero a medida que fui creciendo empecé a buscar otro tipo de lecturas, sin dejar de lado los valores cristianos que mis padres me inculcaron.

   Un pequeño rayo de luz se asomó a través de mi ventana llegando a posarse en el rabillo mi ojo. Me levanto para deslizar la cortina y abrir la ventana que esta cubre, dejando entrar el viento helado de Holanda. El frío rozando mi piel me provoca escalofríos y a consecuencia cubro mis hombros desnudos con mis manos. Mi pijama es un vestido de tirantes color rosado con encaje en la zona del pecho. A pesar del clima helado mi casa se mantiene templada.

   Me apoyo en el marco de la ventana, contemplando la vista de los alrededores, ya que al poner mi mirada al frente solo veo una casa. Es una desventaja de vivir en un callejón, pero aún así, las plantas que se dan a conocer en este lugar son realmente hermosas, sobre todo en este momento que comienzan a decorarse. A llegado el otoño.

   Un sonido familiar me provoca bajar la vista al suelo para encontrarme con el gato del otro día. Hace una semana que lo veo y ya me está preocupando. No se si tiene algún hogar donde ir, o si a comido, o si se encuentra en buenas condiciones de salud. Pero ahí está, mirándome fijamente a los ojos, sigo sintiendo que quisiera decirme algo, pero está claro que comunicarse con un animal no es propio de nosotros. Aún así me interesa saber si se encuentra bien, por lo que me visto rápidamente, salgo de mi cuarto para bajar por las escaleras, pasar por la sala y salir de la casa. Mi madre está en la cocina preparando el desayuno, puedo oler que es algo delicioso y mi platillo favorito: waffles.

   Al salir por la puerta el gato está frente a ella, me arrodillo para acariciarlo, y al parecer, el corresponde aceptando mis caricias. Lo observo detenidamente y me llama la atención lo saludable que se ve. La curiosidad recorre mi rostro causando una expresión muy notoria.

   —Tiene buena salud y está muy bien alimentando.—Mamá responde a mis espaldas y cuando me volteo la encuentro apoyada en el marco de la puerta con los brazos cruzados sobre su pecho. Porta su delantal negro a tirantes que llega hasta la mitad de sus muslos, un paño de cocina cuelga del bolsillo de este y su cabello está recogido en una cola de caballo.

   —¿Cómo lo sabes?— Vuelvo mi mirada al gato que sin darme cuenta ya no estaba frente a mi, sino que se estaba acercando a mi mamá.

   —Lo vi hace unos días, me preocupó así que lo alimenté. Esperaba que se quedara pero simplemente terminó de comer y se fue.—El gato acaricia la pierna de mamá con su lomo mientras habla. Me sorprende lo encariñado que ya está con ella—. Desde entonces viene cada día, pero lo he descubierto mirando hacia tu ventana muchas veces, creo que le causas cierta curiosidad.

   —Él causa curiosidad en mi. Me siento muy observada y eso es acosador.— mi madre suelta una carcajada mientras se da la vuelta para dirigirse de nuevo hacia la cocina.

   —Es solo un gato Tina, no es como si fuera un asesino que te persigue para ejecutarte.— Mientras dice eso la sigo para comer, pero antes de que pueda cerrar la puerta a mis espaldas, el plomizo gato se infiltra al interior—. Ya quiero quedármelo, pero hay que esperar la respuesta de tu papá.

   —¿Donde está? ¿Aún duerme?— Mi mirada sigue continuamente al gato que inspecciona cada rincón de la casa—. Es obvio que lo aceptará.

   —Así es, al parecer últimamente no ha logrado dormir bien.— Al escuchar eso pienso en el sueño que se repite en mi cabeza cada noche.

   —Mamá, últimamente he tenido un sueño que se repite constantemente todas las noches.—Me siento en un lado de la mesa redonda del comedor que está al lado de la cocina, esperando mi desayuno.

   —Eso puede ser muy buena señal. A veces Dios busca darnos un mensaje a través de los sueños.— Se acerca al lugar de la mesa con dos platos. Cada uno con tres waffles y sobre ellos dos bolas de helado de chocolate con una salsa del mismo sabor. Se sienta al frente de mi y ambas comenzamos a comer.

   —He estado soñando contigo sentada en mi cama, contándome una historia.— Los ojos de le iluminan al saber que está presente en mis sueños.

   —Es lindo que sueñes con tu madre.— El orgullo en su voz es bastante palpable—. Pero te he contado tantas historias de pequeña. ¿Cuál de todas?

   —El sueño de cuando Dios creó una nueva legión de ángeles, los Ángeles guardianes.—Mamá detiene su movimiento con los cubiertos y mantiene su mirada fija en el plato. El brillo de sus ojos ha desaparecido y eso me desconcierta. Me atrevo a romper el silencio.—¿Mamá?

   —Que interesante hija, esa historia siempre te gustó demasiado.—Una sonrisa de boca cerrada se pronuncia en su rostro, pero se que no es sincera y su tono de voz es plano, sin emoción—. Acabo de recordar... Necesito que a penas vuelvas de la escuela mañana, vallas a ayudarme al trabajo.

—¿Qué? Se supone que mi voluntariado era solo en vacaciones.—La noticia me preocupa. No es que me niegue a ayudar en el voluntariado de mamá, el problema es que mantener una vida escolar segura y trabajar de medio tiempo es algo agotador. Mamá nunca me había hablado de eso—. ¿Qué pasa si mis calificaciones disminuyen?

—No pasará, te va bastante bien para lo poco que estudias. Si te esfuerzas más podrías mantenerte fácilmente.—Me da una sonrisa torcida pero que aún me preocupa. Algo en mi me da a entender que tiene relación con el sueño que le mencioné. Pero, ¿Qué relación tiene una cosa con la otra? Me animo a preguntarle si es lo que pienso pero algo a mis espaldas me interrumpe.

—Buenos días a las mujeres de mi vida.—Me volteo y papá nos observa alegre desde la mitad de las escaleras. Nos contempla unos segundo y luego su mirada se dirige a la bola de pelos que se encuentra a los pies de la mesa. Sus ojos se iluminan y se abren de par en par. Papá ama los gatos—. ¡Un gatito!—Corre escaleras abajo y toma al pequeño gato como si fuera un bebé. Entonces supe que el gato ya no se iría de la casa, sino que sería un integrante más de la familia—. Buenos días princesa... Muac. Buenos días mi reina... Muac.— Nos saluda con un beso en la frente a cada una y mi mamá se voltea para preparar el desayuno de papá. Solo contemplo su espalda preguntándome que está pasando. La llegada de ese gato sin duda a provocado muchos cambios.

A través de los ojos del gatoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora