Me has doblegado y dejado profundamente enamorado.
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Si alguien pensaba que no había ni una pizca de vergüenza en Jimin, estaba completamente equivocado. Era una persona bastante tímida hasta cierto punto, aunque mostrar afecto nunca había sido un problema para él. Era cariñoso y alegre, siempre echando chispas felices y radiantes con su sonrisa de labios gruesos y un diente adorablemente torcido.
Era un pequeño rayo de sol andante que muchos adoraban.
Pero Jeon Jeongguk era un caso totalmente diferente y era evidente para todo aquel que lo conociera o estuviera consciente de su gran anhelo y aprecio hacia el menor. Solo no podía dejar de mirarlo y decirle todo lo que llegaba a su mente, aunque su corazón amenazara con explotar de lo acelerado que lograba ponerlo. Espontáneamente las palabras siempre salían de su boca y lo demás era historia que conservaba con cariño en sus recuerdos, porque si se lo guardaba, estaba seguro de que podría explotar, si lo dejaban exagerar.
Gimió en queja cuando alzó la muñeca y vio la hora en el reloj. Iba retrasado a su propia cita y todo por quedarse embonado escogiendo un regalo momentos antes de correr hacia la parada más cercana. Se levantó de la silla, sabiendo que el autobús tardaría en llegar; no podía darse el lujo de seguir esperando. Tomó su mochila con la mano izquierda y el regalo que le llevaba a Jeongguk con la derecha, y se echó a correr mientras retenía la respiración por un momento.
Estaba muy nervioso, tanto que había despertado más temprano de lo normal y la noche anterior se había quedado despierto hasta tarde buscando un conjunto que lo hiciera ver bien. A consecuencia, su mente no estaba del todo enfocada y había tropezado tres veces en las escaleras, había olvidado dónde se encontraba su celular, y el apetito se le había ido por completo.
Para el colmo, el pequeño obsequio que llevaba para Jeongguk, había resbalado dramáticamente de su mano. ¿Por qué el día más importante se encargaba de ponerle tantos obstáculos?
━ No, no, no ━jadeó, viendo como las personas comenzaban a caminar encima de él, sin detenerse a mirar dos veces.
Su labio inferior se abultó con un ligero temblor. No tenía tiempo de lamentarse. No estaba saliendo como lo había pensado, ni siquiera algo tan simple como lo que había decidido. No podía llorar ahora mismo, pero sus ojos comenzaron a picar y un sollozo audible se le escapó mientras retomaba su camino.
Las pequeñas lágrimas que se habían reunido en sus ojos, hicieron de su vista un tanto borrosa. A veces lamentaba ser tan sensible y llorón, pero Sungwoon se había encargado de hacerle saber que esa parte era tan adorable e importante, y que no había nada de malo. Que en su corazón existía un sentimiento puro que lo hacía ser tal cual; y el pensamiento lo reconfortó un poco, sacudiendo la cabeza y llevando sus manos a sus ojos para limpiar las pequeñas lágrimas.
