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hyunjin esperaba en la sala a que cualquier cosa ocurriera, la escuela había terminado ciclo y estaba de vacaciones, además, logró conseguir un par de días de descanso en su trabajo.

y aunque él parecía flotar en buena suerte y comodidad, recostado en el sofá con ropa cómoda y una manta, seungmin no podía decir lo mismo.

se había tenido que quedar hasta tarde en la escuela y volvería a casa casi al anochecer, por lo tanto, su único rayo de luz en aquel momento, fue el hecho de que ese mismo día, no trabajaba.

y cuando hwang creyó estar a dos segundos de caer dormido ante tanto confort, escuchó la puerta abrirse de golpe y cerrarse de igual manera, después unos pasos fuertes y, finalmente, algo golpeando la mesa.

—ya llegué.

kim, con la voz no más cansada que enfurecida y el rostro malhumorado, apareció frente a la mesa.

—hola -el más alto se levantó y luego se ordenó el cabello. entonces notó la cara que su novio cargaba en ese instante.—hum... ¿qué tal te fue hoy?

—mal.

—ah, ya veo.

si era sincero consigo mismo, el menor podía darle miedo si llegaba así de la nada con ese humor. aunque era inevitable notar que su esencia tierna y dulce permanecía detrás de esa fachada pasajera.

—¿dónde está mi...? hum... -tenía la mente perdida, tan solo deseaba sumergirse en el agua calientita de la bañera y jugar un rato con sus juguetes. —¿cómo se llama lo que uso para salir del baño?

—¿te refieres a tu toalla, cielo? -hwang lo miró, sonriendo con total comprensión y paciencia.

—sí, eso. -el pequeño se puso la mano en la frente, suspirando por cansancio.

—está en el baño, puedes usarla. está seca.

—gracias. -movió su manita antes de caminar en dirección al baño.

entonces hyunjin volvió al sofá, ya no dormiría, solo esperaría a que su angelito volviera para poder ayudarlo a calmarse.

no iba a dejarlo irse a dormir con el enojo vivo en su ser.

después de todo, no había nada en el mundo que pudiera relajarlo más que ver a seungmin sonreir tan cerca de él.

pasó un rato antes de que el menor se apareciera en la sala con la pijama puesta y, además de eso, un hoodie del más alto que había tomado sin permiso.

—voy a tener que cobrarte si sigues robándote mis abrigos, bebé. -habló el mayor, cuando notó a su pequeño caminar hasta su ubicación.

—te compraré otro si quieres. -respondió con desgano, sentándose a su lado.

—no me refiero al dinero, minnie. -lo abrazó por la cintura y lo atrajo hasta su regazo. —¿te sientes mejor?

kim negó, despacio y sin energía, mientras recostaba su cabeza en el hombro de su novio.

—¿qué quieres hacer para sentirte mejor? -tomó una de las manos de su pequeño y entrelazó sus dedos.

—no lo sé, hyung.

—hmm... -realmente se esforzó en pensar en algo bueno. —...oh, pétalo, ¿quieres hacer un dibujo para jinnie?

de pronto, como si un destello de sol hubiese caído sobre seungmin, ese dio un saltito debido a la repentina emoción, separándose de su pareja con notable emoción.

ahí estaba, su pequeño y dulce ángel había vuelto.

—¡sí! -luego balbuceó, mirando hacia ambos lados antes de correr a la habitación. —¡espera, iré por mis cosas!

la plena y brillante sonrisa no se hizo esperar en el contento y pacífico rostro de hwang.

su preciado niño regresó un par de segundos después, sosteniendo entre sus bracitos un libro para pintar y una caja de colores. puso sus materiales en la mesita de café y luego se sentó frente a esta en el suelo. inspeccionó cada página del libro hasta encontrar un dibujo que quizás pudiera gustarle a su hyung para comenzar a pintarlo.

luego de precenciar tal escena y sentir como si su batería hubiese sido recargada, el más alto fue hasta la cocina para servir leche tibia para el más pequeño en su tacita y otra taza de té para él.

—¿estaba bien arroz o quieres que la cambie por almendras? -preguntó, regresando a la sala con una taza en cada mano.

—está bien, hyung. -apenas recibió su pequeña taza, bebió un sorbo, preocupándose poco por la mancha de leche que había quedado sobre sus labios. su novio rio ante ello y se acercó para limpiarlo.

pacientemente, el castaño esperó luego de poner algo de música suave y mirar por la ventana por ese largo rato. kim terminó entonces el dibujo, admirando sonriente su grandiosa obra de arte, hecha con tanto amor para su mayor.

—¡está listo! -se levantó de un salto, abrazando el libro.

—¿puedo verlo ya, mi amor? -hyunjin se enderezó en el sofá.

—sí, pero estoy seguro de que ni siquiera lo esperas. -giró su libro, dejando ver un bonito perro rellenado de distintos colores o figuras. de verdad se había esmerado mucho en él, y la gran sonrisa que formaba su boquita lo comprobaba.

hwang lo tomó por el brazo y lo acercó a él, sonriendo cada vez más mientras seguía contemplando el dibujo que ahora era para él, luego alzó la vista hacia su novio, quien esperaba una opinión, parado frente a él.

—seungminnie...

—...¿te gustó? -su voz se notó completamente nerviosa pero ansiosa a la vez.

—tu deuda de los hoodies está saldada. -volvió a tomarlo de la cintura hasta sentarlo sobre sus piernas, dejándole un tierno camino de suaves besos con sabor a un té cálido por todo su cuello y su rostro, para finalizar en sus rojizos labios. —gracias, seungmin.

las palabras no eran necesarias, tan solo un abrazo que perduró largos minutos, el cuál tuvo que romperse otros cuantos, pero nuevamente se formó para irse a dormir.

días después, el pequeño dibujo adornaba la sala de la casa, y aquello hacía sentir a kim la persona con más suerte del universo.

t e a  ; hyunminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora