capítulo 1 (parte 3)

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Pablo

Como me temía, papá me invitó al club a desayunar al día siguiente, con el pretexto de que teníamos muchos pendientes que retomar ahora que yo estaba de regreso. El restaurante del club era nuestro lugar especial, donde habíamos desayunado o tomado una malteada después de pasar horas ahí, cuando me enseñaba a jugar golf o me acompañaba a practicas de futbol siendo pequeño. Yo sabía que tarde o temprano este encuentro con él tenía que suceder. Soy hijo único y heredero de una fortuna que, según varias revistas financieras, nos colocó como parte de los empresarios más acaudalados en Europa. La riqueza de la familia viene desde mi bisabuelo paterno y ha crecido exponencialmente en cada generación. Hasta ahora, papá ha sido el que más ha hecho aumentar el valor de las acciones del corporativo, y estoy seguro de que sus expectativas sobre mi consiste en que yo supere sus hazañas. El problema es que no sólo no me siento capaz de dar el ancho, sino que nunca ha estado en mis planes de vida. Con esto no quiero decir que no tenga interés por encontrar un trabajo y, algún día, convertirme en alguien productivo, es decir, vivir una vida normal de acuerdo con el destino dentro de la familia. Sin embargo, a mi parecer, la vida que llevan mis no tiene nada de normal. El ritmo de vida de la sociedad a la que pertenecemos no me llama para nada la atención. Jamás le he confesado eso a mis padres.
Mi relación con papá nunca ha sido muy cercana, sobre todo porque estuvo ausente la mayor parte de mi infancia y adolescencia. De una u otra manera siempre supe que eso cambiaría en el momento en que llegará a la edad de poder involucrarme en los negocios.
No me equivoqué.
Papá, al igual que con sus empleados, fue muy directo conmigo, lo primero que hizo fue aclararme las responsabilidades que conlleva ser miembro de nuestra familia; aunque ya me las había explicado en repetidas ocasiones, actuó como si fuera la primera vez. Luego comenzó a explicar las ventajas. Nunca, en todo su discurso, mencionó nada del lado negativo. Quizás será porque para el ese lado no existe.
Me había preparado desde meses atrás para este encuentro. En mis ensayos había considerado la posibilidad de que papá fuera una persona razonable y entendiera mi rechazo a ocupar mi lugar en el corporativo familiar. Fui ingenuo al pensar que sería tan fácil.
-¿De que estás hablando? -preguntó en un tono tajante, cuando le dije que ocuparme del negocio familiar tal vez no era lo mejor para mí.
Me temblaron ligeramente las piernas y comencé, como siempre que estoy nervioso, a rascarme una pequeña cicatriz que tengo justo en la muñeca derecha. Tome la servilleta de mantel, la coloqué sobre mis rodillas y luego le di un trago a mi copa de vino blanco mientras esperaba el desayuno. En mis dieciocho años de vida nunca había tenido una conversación así de seria con él, así que en realidad no sabía cómo iba a reaccionar.
-Desde que naciste tiene un asiento reservado en el concejo de administración del corporativo. El día que yo me retiré, tu pasarás a ocupar mi lugar como presidente. No es una oferta de trabajo, es una obligación que tienes con la familia.
-¿Qué pasa si no quiero, papá? -le dije, y por un segundo contuve el aire-. ¿Que si quiero dedicarme a otra cosa?
Papá permaneció en silencio por unos segundos. Se acomodó las gafas, gesto que normalmente hace cuando necesita tomar una decisión, y luego le dio un trago a su vino.
-¿papá? -insistí al ver que se mantenía en silencio.
-si no quieres seguir el negocio familiar, entonces ¿que es lo que quieres hacer con tu vida?
No le pude mantener la mirada y me quedé cabizbajo. Me daba vergüenza que supiera que aún no tenía nada planeado, que no sabía que quería de la vida.
Papá me leyó como si yo fuera un libro abierto.
-Tengo empleados con más de cincuenta años que todavía no saben que quieren hacer en la vida.
Sentí que su mirada me acariciaba el rostro.
-Yo todavía no lo sé, papá. Siento que no hay nada que me llame la atención. Nada que me haga sentir que necesito hacerlo. Ni siquiera se que quiero estudiar, y ya sólo me queda el último año del colegio.
-Eso que no te preocupe ahora, hijo. Si te sientes así es porque ésa es la decisión más difícil en la vida de una persona. -Él sonrió ligeramente.
-¿Te refieres a elegir una carrera? Papá negó con la cabeza.
-Muchos creen que la carrera profesional que elijas es lo que va a determinar si te va bien en la vida o no. Por eso la consideran la decisión más importante. Otros aseguran que lo realmente trascendente es escoger con quien te casas. Todos ellos están equivocados.
-¿Entonces?
-La decisión más importante de tu vida es descubrir en qué vas a usar tus talentos.
Por un momento permanecí en las nubes.
-¿Y si no tienes talentos?
Papá soltó tal carcajada que hasta los de la mesa de junto de giraron para vernos. A veces dejaba de ser el hombre prudente de siempre, y parecía que nuestro desayuno en el restaurante de club le daba la confianza para soltarse y hablar conmigo con toda sinceridad.
-Todos, absolutamente todos los seres humanos en esta vida, tenemos al menos un talento. Algo que nos distingue de los demás.
No lo sé, papá. Fuera de los videojuegos, hasta ahora no he descubierto cual es el mío.
-Lo que pasa es que identificar tu talento no es nada fácil. Hay personas a quienes se les va la vida y nunca lo logran. No hay nada mas triste que un talento desperdiciado.
Papá se quedó pensativo durante unos segundos.
-¿De verdad todavía no sabes que quieres estudiar? Agache la cabeza.
-No.
-Yo, si fuera tu, estudiaría algo que pudiera emplear en el futuro. Administración, por ejemplo
-¿Administración? -pregunte, algo sorprendido-. ¿Por que administración?
Por alguna razón, en ese momento la palabra me sonó exageradamente aburrida.
-porque me serias muy útil en el negocio. Un buen administrador que saque adelante todos los asuntos de la empresa es casi imposible de encontrar.
-papá, yo...
-Lo dije en broma, hijo. Al final de cuentas eres tú , y sólo tú, quien va a tomar esa decisión. Yo te voy a apoyar en lo que tú elijas.
Me sorprendió mucho su actitud. Por primera ves en toda mi vida conocí ese lado de papá.
-¿De verdad no estás enojado?
-Claro que no -me dijo-. Quizás un poco decepcionado, pero no de ti, sino de la idea de que, tal vez, no seas tú el siguiente presidente de consejo. Tu mamá ya me había hablado de esta posibilidad. Ella te conoce más que nadie. Sinceramente pensé que estaba exagerando cuando me lo dijo, pero ya veo que no.

❄️ Feliz Navidad ❄️
Y
❄️Próspero año nuevo.❄️

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