Esperanza, temores y un pequeño susto

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El aroma le resulto relajante, suave... era jazmín lo que su aroma desprendía; y aun con timidez palpo el terreno, un poco acalorada abrió de golpe los ojos, aunque no vería nada... se ríe de ella misma, pues por un instante olvido su falta de tan preciado sentido.


Me gusta escucharte reír – y sin previo aviso sus labios fueron invadidos, y su cuerpo respondió por sí solo. Está enamorada de la mayor ya no cabía duda, había pasado su primera vez con una chica. Una hermosa mujer que le amo en toda la extensión de la palabra, le trato con delicadeza... le brindo caricias y cuidado; pero que sobre todo fue valiente para conquistarla y aceptar que con ella quería estar más de una noche.

Las manos de la mayor la recorrían nuevamente pasando por su talle y llegado a sus caderas mientras sus labios parecían estar pegados a los de ella. La hizo girar y quedar sobre de ella, por una extraña razón la bajita sonrió al saberse sobre la mayor, pero también intuía que la mayor era feliz con sus besos.


A mí me gusta besarte – dijo sincera, pero el tono parecía llevar más de un sentido.


Oh en serio... no me opongo a tus gustos – rieron un poco, mientras volvían a besarse. – a mí me encanta tenerte así...con esa hermosa sonrisa – la mayor posó su mano en el rostro de su esposa – realmente te ves preciosa – por inercia Eunha cerró los ojos, mientras ambas se daban su tiempo para un beso más largo, húmedo y lleno de ambas.


Su despertar se había vuelto el mejor desde hacía tiempo que deseaban prolongarlo lo más posible.



Toc toc toc...


La bajita se dejó prácticamente pegar a su esposa, encima de esta; tal vez un poco asustadas ambas.


¿si? – hablo la mayor.


Oma, tenemos hambre... -- hablo Ye rin, pero al contrario de otras ocasiones no abrió la puerta. Por su lado Eunha se quitó de Sowon, y aun bajo las sabanas se las ingenió para con solo su mano buscar parte de su ropa acción que imito la mayor.


¡Ah! Bien solo dame un minuto –


Ok...-- escucharon entonces como las pequeñas se alejaron de la puerta. Sowon se sentó al borde de su cama para luego inclinarse y girar hacia su esposa.


Llamare desde la sala – dice después de robarle un beso a la bajita – termina de vestirte y nos duchamos – Eunha sonrió asintiendo al mismo tiempo.



En la sala de la suite


Buenos días oma – saludo la pequeña Ye won


Buen día oma – Ye rin dejo su lugar a lado de Ye won para dar un beso a su oma Sowon, pero después de aquella acción noto algo raro – oma Sowon, esa es la bata de mi oma ¿verdad? – entonces pudo notar que la bata era más corta; levanto un poco la tela y noto que ciertamente el sostén era un poco más holgado

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