03 |La cúspide de la comedia

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Su nombre era Olivia Leroux. 

Las palabras de la rubia hicieron que mi tranquilidad se disminuyera, aunque no mi confianza. Llevo años rodeado de gente peligrosa o personas que se dedican a atrapar a estos, he aprendido el arte del camuflaje, soy un experto en esconderme.

Tanto como soy un experto en encontrar.

Me resultó incluso gracioso que ella se sintiera inteligente, fuerte y con mucho poder desde el primer paso en el despacho. 

Oh querida, no sabes a quién le estás contando tus planes.

Ese día pasó sin más dramas, Olivia revisó todos los casos de Santa fe junto con las pilas de información falsa amarillista del internet, los informes policiales y compartió teorías en compañía de Samael por horas. Ambos removieron los cajones del antiguo salón e inclusive tomaron mi pizarrón prestado en nombre de su "investigación" en donde pegaban fotos de las víctimas, la conexión de compañeros se reforzaba a cada palabra. 

Eso me irritó el doble. Sin motivo aparente. 

Hice mi trabajo pues era la persona responsable de la oficina, tenemos muchas denuncias por robo desde que comenzó la semana y un par de disputas familiares por herencias millonarias de las cuales intentaremos quedarnos mínimo la mitad. Ese no era el trabajo más interesante del universo, pero me sirvió de fachada perfecta.

El horario de salida llegó como una salvación a mi paciencia atormentada porque las cosas hayan salido diferente a como las planeé, guardé apresurado mis pertenencias en el maletín mientras que el salón se sumergió en silencio absoluto. ¿Mi impresión o sus miradas no se despegaban de mi espalda?

Creí que al menos iba a descansar, hasta que...

—Lo tengo —exclamó la irritante voz de Leroux.

—¿Qué cosa?

Fingí buscar un documento en mi escritorio, logré quedarme más tiempo a oír su parloteo bajo esa excusa, mentiría si dijera que no me interesa lo que tiene que decir la "especialista en asesinos seriales" sobre mí.

De todos modos ¿Cómo que especialista? ¿Qué casos resolvió? ¿Por qué la trajeron aquí? ¿Es solo por Santa fe? ¿Es tan buena? ¿Estoy perdiendo la cabeza? ¿Su cabello rubio será natural?

¿Demasiadas preguntas? Nunca son suficientes.

—Va a ir a Drillfire. —informó confianza, mis dientes rechinaron.

Me cago en mis muertos.

Sí, mi próxima víctima sería allí, pero ¿Cómo lo adivinó?

Tendré que deshacerme de ella pronto.

Muy pronto.

—¿De verdad? —cuestionó Samael frunciendo el ceño.

—Eso creo. 

—Espero que lo que te entregué pueda aportar de algo Olivia, porque me están jodiendo con revisar un contrato pronto y si no lo hago el jefe me aniquila.

—Ni te preocupes —lo consoló ella con una mano en el hombro—, haré que metan a ese enfermo tras las rejas pronto. Tú no tienes que cargar con este peso, es mi trabajo en especifico. 

—¿Llegaste a esa conclusión por...? —en esa pregunta Samael dio la impresión de no creerle ni un poco. 

Por eso eres mi mejor amigo, hijo de puta.

Me giré de la forma más casual que mi cuerpo pudo, caminé hacia donde ellos estaban investigando a actuar mi mejor papel: el de ignorante. Fingí ver su pizarra por primera vez muy sorprendido e interesado en leer aquellas anotaciones que para esa hora estaban clavadas en mi memoria, me detuve unos segundos a admirar de cerca el panorama con tal de que no me prestaran atención y pudieran seguir conversando.

Rito de herejes | RESUBIENDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora