Rito de herejes | RESUBIENDO

04|Ma(r)tame.

ADONIS.

Analizando el panorama, no todo estaba tan mal.

Frente a mí se encontraba una mujer armada.

Atrás mi mejor amigo amarrado como una lombriz.

¿Yo? Sin armas, sin salida, con testigos.

No tengo suficientes muertos para cagarme en ellos en este momento.

Leroux apretó el arma entre sus manos sin dejar de apuntarme en ningún momento, yo relajé mi cuerpo en el asiento.

—¿Qué ocurre? ¿Estás bien? —pregunté confundido, hice contacto visual y ella frunció el ceño.

Desde que me enteré de la carrera de abogacía, supe que sería mi profesión.

—Collar de oro, Londres ¿Te suena? —reclamó ella.

Mónica va tenía razón.

—No entiendo que... —antes de que pudiera argumentar, su fastidiosa voz me interrumpió.

—¡Respóndeme! —me gritó—. Conoces este collar ¿no?

Sacó mi rosario dorado de su bolsillo, lo levantó a la altura de mis ojos, el brillo y movimiento de este era hipnotizante, me dediqué a observarlo como si intentara reconocer qué es.

—¿Te gusta? —inquirió—. Supongo que por eso lo compraste.

Seguí admirando el oro colgando de su mano, el silencio del ambiente hizo que la respiración agitada de Samael se escuche en todo el auto.

Cuando eres el acusado debes medir tus palabras, si negara lo que hice pude dar las pruebas contra mí y ¿Para qué mentiría alguien inocente? Si admitiera cualquier cosa esta puede ser una prueba, no tengo certeza de que ella posea material incriminatorio y ella no tiene certeza de que yo sea un criminal más aun así me está interrogando sin una orden, reteniendo en contra de mi voluntad sin mencionar que secuestró a Samael.

La frase "Permanezca en silencio, todo lo que diga puede usarse en su contra" es bastante coherente en este momento, una acción prudente.

Pero mi nombre es Adonis Imprudencia Dorian.

¿Y quién soy? El mejor y último asesino al que Leroux se enfrentará. No es nada personal en contra suyo, sería cualquiera que estuviera en el momento correcto en el sitio equivocado.

—Lo compré hace un tiempo, me lo robaron. —admití triste.

En el fondo toda esta situación me alteró mucho.

Leroux fue impulsiva al llevarme a una trampa sola teniendo en cuenta que soy mucho más grande que ella, la tendría a mi merced en un par de segundos para quitarle el arma y colocarla en su boca haciendo que se ahogara con su propio plan.

El hallazgo de su cadáver iba a ser un show orquestado por sustancias ilícitas, abogados corruptos y la excusa de que nosotros no estábamos con ella. Tengo suficiente contactos para ingresar a la morgue sin ser notado, aún más para deshacerme de la evidencia al entregarla a mis queridos "amigos" caníbales. 

Estuve cerca de empezar el procedimiento, no me atreví porque Samael continuaba en peligro y si él tuviera una mala imagen de mí sería mi ruina. 

—¿Cómo conseguiste mi collar? — lo tomé entre mis manos, lo examiné a sabiendas de que dejaría huellas dactilares. 

Su semblante frío y astuto disminuyó, esa fue mi señal repentina de que debía atacar.

—¿Y dónde se encuentra tu denuncia de robo? —inquirió Leroux.