2. Una gran Boca de Dragón (decepción)

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Cuando desperté, me cegó la luz blanca del techo. Miré a mi alrededor encontrándome en una habitación donde sus paredes contaban con dos colores, de la mitad para abajo, podía notarse un color gris claro y de la mitad para arriba, junto con el techo, podía ver un color crema. El suelo era color blanco, las baldosas parecían relucir por lo limpias que estaban. Una puerta de madera con una pequeña ventana en la parte superior. Había una gran ventana en frente de la puerta y desde allí se podía ver el gran parque que había frente al hospital. En frente mio podia ver un sofá alargado, con una pequeña alfombra delante de él. A mi lado una mesa de noche color blanco con un mantel que parecía tejido a crochet y del otro una silla donde ahora mismo se encontraba Agustina.
Agus me abrazó con preocupación apenas desperté y luego me regañó ya que sabía perfectamente que no podía hacer esfuerzos. El doctor me miró preocupado y me dió las mismas recomendaciones que me dieron allí en Argentina. Inútiles.

Apenas vió que la morena salió por la puerta, entró rápidamente y se sentó en la silla al lado de la camilla. Tomó la mano de quien se encontraba recostado por un largo rato.
-Necesito ver al doctor Alvarez- dijo cuando una enfermera hizo presencia en la habitación para pedirle que se retirara de ella
-El doctor Timoteo se encuentra al final del pasillo, la puerta de la derecha- le indicó
-Gracias- se levantó y abandonó la habitación dirigiéndose a donde su otro amigo se encontraba

Nunca supieron decirme cual era mi verdadera enfermedad. Cuidados inútiles, doctores inútiles, gente inútil. Eso recibía cada día.
Dejaron que volviera al departamento, con la condición de que fuera al hospital una vez a la semana para controlarme. Al parecer no quedaron muy convencidos de mi recuperación. Como podrás imaginar yo no estuve de acuerdo en ir pero no tuve muchas opciones con tu querida "amiga".
Cada semana, durante un mes, iba a un chequeo y siempre me decían lo mismo, hasta que un doctor nuevo llegó a tomarme como su paciente.

-Soy el Doctor Alvarez- me encontraba frente a él en la entrada, dentro del hospital, en frente de la puerta principal. Me saludó amablemente, estrechando su mano. El hombre frente a mi era un poco más alto que yo, su pelo era castaño claro, podría decirse que rubio, era algo desordenado pero no se veía mal asi, sus ojos eran color café oscuro, pequeños y achinados y, además, tenía unos anteojos de forma cuadrada de color negro. Físicamente tenía un cuerpo normal y ocupaba la misma bata de hospital que los otros doctores pero me extrañaba pensar que parecía aún más joven que yo-¿Cómo es su nombre?
-Daniel- noté como parecía examinarme de arriba hacia abajo y yo solo me sentía incómodo ante su mirada
-Bien, a partir de mañana yo seré el doctor que lo chequee- tomó de su pequeño bolsillo izquierdo de la bata, una libreta color vino y un lapiz-¿Apellido?- me miró por encima de sus lentes
-Gómez- asintió con tranquilidad y anotó algo en ella- No se si sea muy imprudente de mi parte pero ¿Qué edad tiene?- no quería sacar mi lado curioso frente a alguien que no conozco y menos si se trataba sobre preguntarle su edad
-Tengo veintiséis-lo miré sorprendido pero sabía que era algo más pequeño que yo- Lo veré mañana- y sin decirme nada más, se dió media vuelta para caminar hacia el asensor, a donde supuse que se tenía otro paciente esperándolo
No puedo creer que no me hayas dicho, cuando te conté esa vez de mi chequeo, que era tu mejor amigo la persona que sería mi doctor a partir de ese momento, que ya se conocían desde hace muchos años. Me hiciste prometer que te contaría todo después de que me desmayé pero no pude cumplirlo, hay "pequeñas" cosas de mi enfermedad que no fuí capaz de decirte. Creí que mejoraría y además no quería preocuparte. Aunque estoy seguro de que algunas cosas te las informó él.
Después volví a casa y comí junto a la que en ese momento era mi novia. Para dormir tuve problemas, me faltaba el aire cada vez que me recostaba. Dormí solo dos horas.
Cuando llegué, al otro día, el doctor me recibió y me dijo que con mi condición debía descansar bien. Le conté lo que había pasado en la noche por lo que me realizó otro tipo de estudios.
-Quiero estar seguro de que lo que me dijeron de ti es cierto- nos encontrábamos en su consultorio. El cual tenía el mismo aspecto que las demás habitaciones del hospital solo que está contenía un gran escritorio donde ahora él estaba sentado, sobre él una laptop, algunas lapiceras y papeles, en frente dos sillas, una donde yo estaba sentado y por último, a un lado de nosotros un armario con carpetas de expedientes médicos. Tomó una de ellas que se encontraba en frente suyo, la cual poseía unos papeles y comenzó a leerla.
Estaba confundido. No entendía que ganaba haciéndome estudios pero no me quejé. Estaba convencido que no me diría nada distinto a lo que otras veces había escuchado.
-En unos días tendré los resultados- me sonrió con tranquilidad- Mientras propongo que hagamos algunos ejercicios- anotó algo en su laptop donde creía que ya había anotado mis datos
-¿Usted se está burlando de mi?- lo miré incrédulo- Me desmayé llevando unas bolsas de supermercado ¿Cómo pretende que haga ejercicio?
Aún así no quería nada suyo. Era un doctor y uno como él, nunca me habían ayudado ¿Qué me garantizaba que él lo haría?. Odiaba estar allí.
-Serán unos ejercicios especiales adapatados a tú condición- juntó sus manos y me miró atentamente
-Ni siquiera sabe cual es mi condición y pretende que haga "ejercicios especiales" -hice unas comillas invisibles con mis dedos y bufé
-Pero puedo intuir cual es- me guiño el ojo- Llame a su novia y digale que debe de quedarse por hoy- siguió anotando cosas sin prestarme mucha atención a mi cara de desagrado

Un ramo de sentimientosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora