4. Un poquito de Polyanthus (confianza)

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Despertó sintiendo como sus ojos dolían y sus parpados pesaban. Desayunó con lentitud por el cansancio que cargaba y se cambió con la primer cosa que encontró en su pequeña maleta. No parecía hacer tanto calor asi que tomó una sudadera del armario de la habitación y caminó hasta el hospital, encontrándose con el doctor hablando con unas personas en la parte de "urgencias". Sin querer interrumpirlo, pasó directamente a subir las escaleras hasta el primer piso, donde sus amigos se encontraban.
El doctor terminó su charla y subió tras ella. Cuando ambos estuvieron juntos, el mayor habló.
-Buenos días, señorita- saludó amablemente el Doctor Warner haciendo que detuviera su misión de llegar a una de las habitaciones
-Buenos días- dijo sin intenciones de emitir ninguna palabra más
-¿Durmió bien?¿ha comido algo?- a pesar se no ser cercanos, ambos conocían ciertas cosas del otro y el doctor bien sabia que la muchacha era capaz de restarle importancia a las comidas por estar tan triste. La menor suspiró
-Agradezco que se preocupe por mi pero no tiene porque hacerlo. Yo estoy bien- intentó sonreírle- Ocúpese de sus pacientes, ellos lo necesitan
-Señorita, solo intento ayudarla- tomó su hombro- El doctor Alvarez me hizo prometerle que cuidaría de usted y del joven Gómez -negó repetidas veces, intentando quitar los pensamientos de su mente- Escuche, no quiero presionarla pero el cuerpo no puede estar aquí toda la vida y lo sabe- sintió como su voz al pronunciar esas palabras se quebraba
-Solo.. un tiempo más- susurró- Por favor- asintió. Un nudo comenzaba a formarse en su garganta- Iré a ver Teo- asintió nuevamente para luego bajar por las escaleras hasta la planta baja y la muchacha caminó hasta el final del pasillo

Durante dos meses le hice caso al pie de la letra pero no ganaba peso, al contrario, lo perdía. Mi pulso a veces era acelerado aún sin haber hecho nada o mismo cuando reaccionaba mal ante Teo u otra situación. Si, Teo. Lo llamo asi porque decidimos dejar las formalidades y ser una especie de ¿amigos?
Estábamos en el pasillo, preparados para salir al parque pero ese día no me sentía con muchas ganas de ir.
-Hoy nos toca hacer un poco más que la semana anterior- tomó una botella de agua- ¿Estas listo?
-No tengo ganas de ir hoy, estoy muy cansado- me quejé
-Dani tú puedes, tu pulso está normal y has comido mejor- sonrió con orgullo
-No quiero, Teo- dije con tranquilidad
-Pero- no lo dejé terminar
-No quiero, Timoteo- formé un puño con mi mano y golpee la pared que tenia a mi lado con enojo- Auch- exclamé y tomé mi mano para acariciarla con suavidad. Me había dolido demasiado. Estaba mejor pero eso no significaba que no estuviera débil
Una vez golpee la pared de la rabia. Un simple golpe en la pared me había dolido como si a mi mano le hubiera pasado una aplanadora por encima, sentía como si se hubiera roto. Si eso me había dolido, no se que podría esperar de lo que pasara más adelante.
-Tranquilo, no te alteres- tomó mi mano con la que dí el golpe y la miró detenidamente. Supongo que quería ver si tenía algo- Por favor, respira- respiró profundamente y yo lo imite
Respiró conmigo y logró calmarme al instante. Esa vez y todas las veces que lo traté como no debía. Según dijo tenía que ver con mi enfermedad.
-Debo seguir haciéndole estudios- Rodé los ojos ya que se suponía que habíamos dejado las formalidades, estaba algo cansado de usarlas- Lo siento, la costumbre- sonrió con timidez
Vivía haciéndome estudios. Llegué a pensar que era demasiado pesado, me preguntaba si no se cansaba de hacerlo. Aun asi no es como que pudiera hacer mucho para evitarlo ya que quería averiguar porque no repuntaba, a pesar de seguir sus indicaciones. Cada día parecía estar peor.
Dime ¿qué es lo que hice para merecer esto?. Nunca pude ni podré llevar una vida "normal". Mi corazón funcionaba como quisiera, se aceleraba cuando tenía algún sentimiento fuerte o a veces, por el contrario, mi pulso era débil. Ya no sabía que era peor. Solo sabía que cuando esto último pasaba, creía que iba a morir en cualquier momento.
-Debes aprender a controlar tus emociones- me dijo cuando logré calmarme por completo- Yo te ayudaré- me miró esperando una respuesta pero yo solo me limité a asentir
Cuando dormía, el doctor no lo hacía. Se mantenía despierto inspeccionando que todo estuviera bajo control. Me sentía mal por él, cada día se lo veia más cansado y frustrado ya que no había progreso alguno.
Era de noche, ya muy tarde y daba vueltas en la camilla sin poder conciliar el sueño. Me incorporé con lentitud y me quede viendo sus expresiones a medida que avanzaba con su lectura. Siempre que llegaba la hora de dormir, se sentaba en el sofá frente a mi y comenzaba a leer.
-Duerma de una vez- llamé su atención al hablarle de manera formal. Levantó su vista del libro y negó con una sonrisa- Lo que me pase dormido, me puede pasar despierto- me encogi de hombros
Se preocupaba demasiado y lo agradecía pero sentía que le estaba impidiendo el vivir su vida con libertad.
-¿Nunca vuelves a tu casa?- seguía preguntando y sabía perfectamente que lo hacia para distraerme. Dejó el libro de lado y se levantó para sentarse en la silla que estaba a mi lado
-De vez en cuando, mientras comes o  cuando alguna enfermera se queda cuidándote- parecía habérselo pensado- Vivo cerca de aqui, asi que no es problema
-¿Tienes pareja? ¿No le molesta que prácticamente vivas aquí y no tengas tiempo ella?- pregunté curioso
-No tengo pareja- le restó importancia- Dani, duerme de una vez. Necesitas descansar- tomó su libro nuevamente y siguió leyendo. Rodé los ojos con molestia ya que no quería dormir pero no me quedó de otra que recostarme e intentarlo
Me sentía mal por él. Era un excelente doctor, se notaba que le gustaba lo que hacia pero ¿por qué le asignaron a un paciente como yo? Otra persona seguro era menos complicada que yo.
Uno de los tantos días en los que fuimos al parque y nos sentamos a descansar en el césped
-¿No piensas rendirte conmigo?- negó mirándome extrañado
-Es mi trabajo el ayudarte- su expresión no cambio
-Si yo fuera doctor ya me hubiera cansado de alguien asi- suspiré
Dios bendiga a su santa paciencia. Era admirable como él siempre seguía con la esperanza y el animo de que cada día sea capaz de estar mejor.
Con lo que amaba dormir, nunca pude volver a hacerlo bien. Nunca podía conciliar bien el sueño y si a eso le sumamos el que no respiraba bien cuando me recostaba. Era un milagro que pudiera dormir ocho horas en un día. Con el pasar de los días, al verme en el espejo podía notar como debajo de mis ojos comenzaban a aparecer unas grandes ojeras. Era un desastre.
Una de las tantas noches que no podía dormir. Me incorporé para poder verlo. Esta vez traía otro libro distinto al de los días anteriores.
-¿Necesitas algo, Dani?- levantó su vista para encontrarse con que lo miraba. Negué
-Ese libro es distinto al de hace unos días- asintió
-Lo acabé ayer- sonrió, parecía orgulloso de ello
-Dani me comentó que te gustaba leer pero no sabía que tanto- estaba sorprendido de lo rápido que podía leer. Estaba seguro de que yo me tardaría mucho más
-Amo leer- dejo su libro sobre su regazo-¿Qué te gusta hacer a ti- me miró atentamente
-Siempre me gusto salir mucho con mis amigos- sonreí pensando en ellos y en cuanto los extrañaba- Saliamos a un parque en específico o nos reuníamos en una casa o nos íbamos de fiesta. Nunca fui mucho de deportes pero si de fiestas
-Nunca con cuidado ¿verdad?- levantó una de sus cejas y negó
-A veces si lo tenía- mentí pero creo que no necesite aclararlo, estaba seguro de que él lo sabía
Hablaba conmigo hasta que me dormía y si no, lo hacia después de un rato ya que me obligaba a hacerlo. Me gustaba que no me hiciera sentir tan solo. Su compañía me hacia bien de cierta forma.
Tenías razón cuando decias que estaría en buenas manos, no me sorprende que haya terminado antes su carrera. Es un doctor super dedicado. Hacia lo posible para que me sintiera bien siempre que podía.
Caminaba siempre conmigo, de vez en cuando ibamos a mi casa para ayudarme a limpiarla que cada vez parecía tener más polvo. Admito que él hacia la mayor parte del trabajo. Me sentía como un niño pequeño con él, a veces incapaz de hacer cosas, a veces caprichoso.
Una vez le dije que quería un helado e intento hacer uno con fruta congelada para hacerlo más saludable. No era algo a lo que estaba acostumbrado, prefería el helado de chocolate pero para ser sincero sabía demasiado bien.
Me sentía afortunado de tener un doctor tan bueno y dedicado a mi disposición.
A veces sentía que lo presionaba a contarme de su vida, cuando no podía dormir. Parecía muy cerrado, parecía costarle contarme ciertas cosas de su vida por lo curioso que era.
-¿Por qué llevas tantas pulseras? -le pregunté de forma curiosa
-Porque me gustan- se encogió de hombros
-Pero ¿Las compraste tu? ¿O alguien te las regaló?- seguía haciendo preguntas. Negó con una sonrisa ya que sabía que no me dormiría rápido el día de hoy. Se levantó sentándose a mi lado
-Está es una que tenía con mi hermana- mostró una de sus manos. La pulsera era blanca y era casi inexistente el color morado en ella- Se gastó demasiado- asentí para que continue- Esta me la dió mi prima- señaló una pulsera color celeste que tenía algunas pelotitas del mismo tono pero aún más claro- Estábamos haciendo unas y me la dió- asentí- Bueno, mi reloj pero ese ya lo has visto- mostró su otra mano- ¿Ya ves que Dani tiene una pulsera color dorada?- asentí- Esta negra, es la que comparto con ella- la pulsera era unas pequeñas bolitas color negro, su dije era la mitad de un ying y yang color dorado y su punto era negro- Esta roja- señaló la pulsera que parecía cosida, color rojo y que tenia unido un atrapasueños color verde manzana- Me la dió un amigo en la preparatoria
-Suena muy lindo que tengas pulseras que representen algo para ti- asintió con una sonrisa
-Y también tengo esto- sacó de su bata un collar- Era de mi abuelo- lo miré con detenimiento. Era un colgante con un dije de un pequeño elefante color plata
-Es muy hermoso- sonreí. Nos quedamos en silencio, hasta que volví a hablar-¿Siempre viviste aquí?- me acomodé
-No, antes vivía en México- se levantó estirandose para volver al sofá
-¿En que parte?- volví a preguntar
-¿Siempre es asi de curioso?- sabía que me molestaban las formalidades y que por eso decidimos dejarlas de lado. Bufé fingiendo molestia. El rió

Un ramo de sentimientosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora