El enfermo

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Sol.

Está soleado mientras el ataúd de mi padre yace bajo tierra desde hace un par de horas.
Nunca podré verlo de nuevo y ni siquiera el cielo quiere llorar por ello.

Ropas negras que no ayudan a soportar el calor me envuelven y un velo oscuro cubre mi rostro para ocultar las lágrimas que aún no he derramado. Mi hermana se ha marchado incapaz de soportar el dolor. Sin embargo, mi madre permanece detrás mía esperando a que yo decida que podemos irnos, pero sinceramente, no se cuanto tiempo me quedaré aquí.

La presión constante en el pecho me dificulta respirar, pero a pesar de eso continué leyendo el epitafio de mi padre una y otra vez.

"Aquí descansa Markus Robbins, un buen padre y marido. Querido por todos y víctima de un accidente de tráfico"

- Quisiera estar sola unos minutos - susurré con la suficiente fuerza como para que mi madre me escuchara. Dudó de si hablar, pero prefirió quedarse callada y se marchó hacia el coche.

En cuanto me quedé sola me arrodillé frente a la tumba rasgando las medias negras que llevaba. Dejé de hacer presión en el ramo de rosas que sujetaba y con delicadeza lo coloqué junto a los demás regalos. Todo el pueblo había sido muy generoso al participar en el funeral, o al menos eso es lo que dice Celly, pero sinceramente hubiera preferido que no viniese nadie. Quería tener cierta intimidad con el cadáver de mi padre antes de que el tiempo lo convierta en polvo.

- No diré que me abandonaste porque no es verdad, yo se que si hubieras podido elegir te habrías quedado con nosotras...conmigo. - mi voz me resulta lejana, como si no me perteneciera ese tono tan roto y rasgado por la necesidad de llorar. - Por ello no te culpo, papá. Culpo a la muerte por no permitirte elegir entre ella o la vida. La culpo porque no me dejó despedirme de ti. - se me quiebran las últimas palabras, y cojo aire para poder hablar de nuevo. - Lamento que lo último que vieras fuera aquel coche yendo hacia tí. Y lamento más todavía que yo no sea capaz de llorar por tu muerte.

Aprieto los puños sobre la hierba quedándome con algunas hojas verdes en las manos. Por unos instantes creo que las lágrimas correrán libres por mis mejillas, pero lo único que siento es un terrible dolor atravesándome el pecho.

- Te quiero - susurro llorando sin lágrimas.

Despierto.

Mis ojos hinchados por el llanto no me dejan ver bien la habitación, pero tras una breve inspección me doy cuenta de que es muy temprano ya que el cielo oscuro ocupa las ventanas. Me siento sobre la cama para observar a Mei profundamente dormida, su cabello rubio está despeinado y su respiración es relajada y constante.

Bajo los pies desnudos al suelo e inmediatamente un escalofrío helado me recorre la columna vertebral. Agradezco al frío por despertarme del todo y levantándome me dirijo al armario para empezar a vestirme. De reojo veo que la pantalla de mi móvil se ilumina al recibir una notificación así que compruebo el nuevo mensaje: es de Rayony.

"Buenos días, no iré hoy a clase y como no veré tu preciosa cara te deseo suerte en el examen por mensaje ;)"

¿No irá a clase aunque hay examen?, ¿por qué?

Rápidamente tecleo mi respuesta:

"¿Por qué no irás? pd: gracias"

El siguiente mensaje no tarda en llegar:

"El deber me llama, pero no te preocupes que haré el examen otro día"

Decido no insistir así que contesto:

¿Secreto o mentira? Donde viven las historias. Descúbrelo ahora