Capítulo 2.- Sueño de una noche de Higuel

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En la mañana del día siguiente Hiro se preguntó si él y Miguel podrían verse de nuevo hoy, así que tomó el elevador con más calma que el día anterior, caminó por la playa, y sin estar consciente del todo, llegó al hotel del que el día anterior, Miguel había salido, pero era absurdo, no conocía la habitación de Miguel y sería mucha coincidencia que Miguel casualmente se encontrara en el obi a las 8:31 de la mañana y…

─Buenos días…

Voz profunda y piel morena le llamaron.

─Buenos días.

Respondió Hiro.

Los ojos y el cabello eran del mismo color, pero el lunar y la sonrisa eran totalmente diferentes.

─¿Se divirtieron ayer? Tú y Miguel.

─Bastante, Marco ¿verdad?

Hiro sonrió con amabilidad.

─Sip, y tu eres Hiro Hamada…

Marco tendió su mano y Hiro saludó.

─¿Y Miguel?

Hiro ladeó su cabeza.

─Pensé que estaba contigo, se escabulló temprano, es decir, no me di cuenta a qué hora se fue.

─Vaya, no, no lo he visto hoy… ─Hiro se pasó una mano en el cabello─. ¿Ustedes son gemelos o algo así?

─No, primos… ─Corrigió Marco─. ¿Ayer lograron recorrer todo el parque de diversiones?

─¡oh no! ─Hiro se rió─. Apenas alcanzamos a entrar a la casa de los espejos, el laberinto, la montaña rusa y…

─¡aguanta! ─interrumpió Marco─. ¿Se subieron a la montaña rusa?

El mexicano estaba atónito.

─si, también al péndulo, la Noria y la torre.

─¿Y Miguel se subió voluntariamente?
Marco quiso confirmar.

─Si, bueno, si te soy sincero donde se asustó más fue en la casa del terror

─¡¿Miguel Rivera entró a la casa del terror?! ─Marco ya estaba gritando─. ¿Estás seguro que hablamos del mismo Miguel?

─Pues, creo que si…

─¿Un moreno, de mi estatura?

─Si

─¿Con cara de idiota?

─Tu y él tienen la misma cara…

Dijo Hiro y se rió de nuevo.

─Te equivocas, la expresión facial lo cambia todo.

─Bueno, si, tu tienes esa sonrisa que hace pensar en el zorro astuto de algún cuento de hadas.

─Y él tiene cara de idiota ─reafirmó Marco─. Y ahí viene…

Señaló la entrada del hotel, donde Miguel llegaba con un par de bolsas.

─¡Hiro!

Saludo Miguel.

─¿Eso es…?

Los ojos de Hiro brillaron señalando una pequeña bolsa de estraza.

─Sip, es para ti, ¡Gomitas gigantes!

Miguel se las dio.

─¡Gomitas gigantes!

Repitió Hiro y no tardó nada en devorarlas.

─¿Y que tiene la otra bolsa?

Señaló Marco.

¿Mentira, fantasía o casualidad? Donde viven las historias. Descúbrelo ahora