historias tristes/suicidas

Ángel de la muerte 2

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Tengo que decir que por primera vez no tengo nada que argumentar a mi padre, por primera vez he visto como cerraba la boca y se iba a la salita donde esta el minibar. Me e quedado quita, asimilando todo lo ocurrido en las últimas horas. Quiero pensar que por fin todo ha terminado, que no queda nada por hacer, que mi padre no nos volverá a levantar la mano y que seremos una familia normal, por que eso es siempre lo que nos dice.

Llevo cayendo en sus mentiras 17 años y he sido ingenua pensando que por un misero segundo que el hecho de tener pechos me daría la sabiduría como para no ver sus mentiras, otra vez.

He subido a mi cuarto y he visto a mi madre a través del espejo, limpiando y limpiándose la sangre, me he sentido el ser mas deplorable de este mundo.

No es justo.

He entrado en mi habitación y he observado a mi alrededor todo aquello que amo o me apasiona, sin darme cuenta, he estado apretando demasiado fuerte mis uñas en mi antebrazo haciéndome heridas.

Quizás no lo he hecho sin darme cuenta.

Me pongo de nuevo el jersey negro y mis vans para salir a dar una vuelta, como escusa me llevo al perro conmigo para conseguir salir de esa casa de aguijones envenenados clavados en nuestros corazones y me alejo hacia el horizonte con mi perro.

Después de caminar alrededor de 40 minutos llego al parque situado a las afueras de la cuidad, caracterizado por su pobre iluminación y la cantidad de porreros que se pasan los días ahí. Fui hacia la zona del parque donde mi vida no corre peligro y y solté a Coco para que sea feliz, aunque sea por un momento.

Me siento en el banco a modo indio y entonces le veo, un hombre desgarbado y no muy alto con un cigarrillo en la boca, vestido totalmente de negro pasa delante de mi, sus profundos ojos negros se clavan en mi, en un breve segundo siento que esta intentando adivinar todo de mi, parece con intenciones de levantarse, sin embargo no lo hace, simplemente me regala una sonrisa y sigue adelante sin mirar atrás. Silbo para llamar a Coco y irnos a casa, de pronto veo algo sobresaliendo del collar, un papel, veo una caligrafiar muy cuidada y fina, un nombre:  

                                                              Alex Fernández.