cinq

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Habían pasado tres días desde que no veía a Kocho, y no podía dejar de pensar en ella, y en como, la última vez que estuvo cerca de Shinobu, ella lo llamó a gritos para que se quedara a dormir.

Pero esa no era su ex-mujer. Era simplemente una chica ebria que no tenía consciencia de lo que hacía o decía. No podía tomar ventaja de eso, porque a la mañana siguiente, seguramente las cosas hubieran seguido igual que antes.

¿O no?

Se arrepentía. Una parte de él sufría en gran manera por ya nunca poder averiguar cuál hubiese sido el descenlace de haberse quedado a su lado esa noche.

Aunque bueno, su vida de futuro soltero no era tan mala. El señor Urokodaki era un casero amable, aunque algo cascarrabias y estricto. No obstante, su compañía era de lo más grata para Giyuu.
También, Sabito y Tanjiro siempre se encontraban dispuestos a acompañarlo, y Kamado era bueno en los detalles, como enviarle comida o alguno que otro presente.

Pensó que sería capaz de reconstruírlo todo sobre el desastre.

De no ser, porque recordó algo importante.

“El pasador de mi hermana...”

¡Lo había olvidado en la casa que ahora era de Shinobu!

Ese pasador era realmente importante para él. Tenía que encargarse de pasárselo a la siguiente generación costara  lo que costara.
Alguna vez fue de su abuela, más tarde de su madre y pronto de su hermana. El perder algo tan preciado como una reliquia familiar por miedo a enfrentar a Kocho nuevamente, sería imperdonablemente cobarde.

“Tienes razón, soy un cobarde que permitió la muerte de su hermana, pero no perderé su honor. Te prometo que soy más de lo que crees que soy, Shinobu”

Por su parte, Kocho había olvidado empacar el pasador a drede. Aunque quisiera decirse a sí misma que fue un descuido, o que lo confundió con uno de sus accesorios, fue porque, si Tomioka se percataba de su ausencia, rogaba que fuera a buscarla.

–Regresaste, Giyuu. –dijo, sonriente, mientras le extendía aquel bonito adorno, como si lo quisiera fuera de ese lugar inmediatamente, y al muchacho le hacía sentido–. Ten, lo olvidaste.

Tomioka tomó el objeto entre sus manos.

¿Por qué esperaba recuperar algo más?

–Yo... –trató de hablar, y la fémina trató de escuchar, pero las palabras morían antes de llegar a su boca.

Al final, sólo desvió la mirada, volteó su espalda a Shinobu, y comenzó a caminar fuera de esa casa, como aquella fatídica noche.

–Giyuu... –volvió a hablar Shinobu, como en la anterior ocasión, pero esta vez Tomioka luchaba por no detenerse

–No te vayas...

Giyuu no escuchó sus palabras. Kocho habló tan bajo que él no pudo oír nada.

No obstante, el estruendoso sollozo que resonó en todo el cuarto, fue lo que lo obligó a frenar en seco y volverse en dirección a ella.

–¡Esto...! –al percatarse de la preocupación en la cara del contrario, advirtió sus lágrimas siendo derramadas sin control y trató de calmarse–. ¡Lo siento, es sólo que me puse sensible por algo, pero...!

Y finalmente, Giyuu la abrazó como en esos días de antaño cuando parecía que aún la amaba.

Antes de cometer la gran tontería, pudieron hablar y resolverlo todo. Al parecer, necesitaban sólo un tiempo para extrañarse y recordar lo mucho que se amaban, y sobre todo, para perdonar el daño que se habían hecho por mera inmadurez.

–Te amo.

–Yo también.

Y para recalcar que su matrimonio pudo trascender, todavía sin estar libre de las peleas y los problemas, se dirá que, aquella que heredó el pasador de la hermana de Giyuu, fue Tomioka Kanao, su primera hija.

Fin.

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