Capítulo 1: Camino hacia el aumento

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La lluvia era intensa, un día peculiar sin duda. Estaba esperando a que la lluvia se detuviera un poco para ir a casa, el entrenamiento fue bastante bueno, mamá estaba esperandome para la cena. Realmente estaba hambriento, mantener bien mi cuerpo para la final de fútbol americano del colegio, tenía ciertos sacrificios. Sobre todo en una familia donde la comida chatarra siempre era abundante, mis padres eran fanáticos de las papas fritas, la pizza, los postres, etc. Y si soy muy sincero... Yo también lo era,  cada vez que pensaba en comer algo grasoso me repetía a mi mismo: Vamos Xtian no caigas en eso. Debía controlarme o acabaría igual que papá, con más de 100 kilos.

Finalmente, la lluvia disminuyó y regrese trotando a casa, mientras escuchaba música, amaba las canciones de Billie Eilish. En el camino decidí darme un pequeño gusto, compré unos Doritos picantes, estaba seguro que no me haría mal, después de todo entrené muy duro.

Solo faltaban unas cuadras para llegar, una vez ahí, toqué el timbre. Guardé la envoltura de los Doritos y mamá salió apurada, abrió la puerta, me abrazó, beso mi frente y dijo:

- Que bueno que llegaste cariño, nos preocupamos un poco por ti ¿Todo bien en el entrenamiento?

- ¡Ay mamá! Jajaja, solo demore por la lluvia, pero todo de maravilla.

- Estábamos esperándote para cenar, pero ya conoces a tu padre y tu hermana, no pudieron resistir un poco más antes de cenar juntos._ dijo mi madre, poniendo una mano en su cara como símbolo de decepción.

No era la primera vez que ambos, no resistían ni un solo minuto más para comer. Sobre todo mi hermana, que no era obesa, TODAVÍA pero ya tenía sobrepeso y sus comidas en exceso no estaban ayudando para nada. Entre murmullos el otro día escuché que hablaba con papá, le dijo había aumentado 6 kilos en el último mes.

- Bueno estoy ansioso por comer lo que preparaste ma_ expresé entusiasmado.

Entre al comedor, saludé a mi padre y a mi hermana. Ellos comían el postre. Me senté en medio de ambos, mientras mamá servía mi plato. En la espera conversé un poco con papá sobre el entrenamiento y lo que mi coach me recomendó.

Cuando ví hacia la cocina, mi mamá traía un gran plato de lasaña acompañado de pan de ajo, uno de los platos que mejor le salían, realmente olía bien. Sin embargo pensé que esa porción sería para compartir ambos, y no fue así, puso el plato en frente de mi.

- ¡Buen provecho, mi pequeño!_ exclamó dejando la lasaña para que me la acabará.

No podía comer todo eso, mi dieta no lo permitía y mamá era conciente, aún así no pude resistirme, tenía mucha hambre.  Todos estos meses me había estado limitando para mantenerme en forma. Bocado tras bocado, la lasaña sabía mejor, comí sin freno. Cuando me fijé ya había comido dos platos.

- Diablos_ murmuré, esperando que nadie oyera.

- ¿Dijiste algo campeón?_ preguntó papá.

- Ah... eh, no papá solo que...

- ¿Estabas hambriento no? ¡Jaja! Lo sabía, igual a tu padre, un gran apetito, ¡solo mírate! Que buen banquete comiste_ dijo con orgullo y alegría.

Me mantuve callado, tomé los platos y fui a la cocina para lavarnos. Una vez terminé, subí a mi habitación, me quité la ropa y me ví al espejo. Había algo distinto, mi abdomen marcado, se veía algo hinchado... Pero bueno mañana entrenaré y quemaré las calorías de la cena.

Así comenzó todo. El camino hacia el aumento de peso...

TODA LA GRASA QUE OCULTODonde viven las historias. Descúbrelo ahora