Amor a escondidas

Amor A Escondidas Parte 5

El día de la fiesta en la comisaria había llegado, Sergio y Raquel habían acordado que Raquel seguiría con la cita con Suarez e irían juntos para no levantar sospechas, aunque Sergio no estaba muy convencido con la decisión que habían tomado pero Raquel lo convenció por el bien de ambos, no quería que nada estropeara su relación y ella haría lo necesario para omantenerla viva.

Suarez pasó a recoger a Raquel a la casa de ella, tocó la puerta y espero.

-Buenas…. –Suarez quedó con la boca abierta incapaz de formular la frase completa. En frente de él estaba Raquel, llevaba un vestido negro largo con un corte en la falda de este arriba de la rodilla, el cual llegaba hasta su muslo, pero ese era el detalle mínimo, en la parte superior del vestido llevaba un escote pronunciado el cual sobrepasaba la línea de sus pechos, cubriendo estos una fina tela de encaje negro, se miraba espectacular y cualquier hombre lo notaria. En la mente de Raquel, al único que quería impresionar era a Sergio, quería ver su reacción al verla entrar con ese vestido espectacular, desafortunadamente, en ese momento se tenía que conformarse con la reacción de Suarez que a su vez le incomodaba.

-Suarez…Suarez, ¿estás bien?

-Sii, sii…perdón…es que…te ves increíblemente hermosa Raquel –Suarez tenía una cara de enamorado cualquier mujer se hubiera sentido alagada pero Raquel no era de esas –Nos vamos?- el extendió su mano para que ella la tomara y guiarla hasta su coche.

-Gracias –fue lo único que logro decir Raquel.

El viaje en coche hacia la comisaria fue largo, al menos para Raquel lo fue, se sentía incomoda de vez en cuando Suarez quitaba su mirada de la carretera para mirarla de reojo y al escote pronunciado en su pecho pero sobre todo su pierna la cual el corte del vestido hacia que la enseñará aún más al estar sentada. Raquel no dijo nada, prefería no saber que pasaba por la mente de Suarez en ese momento. Luego de lo que pareció una eternidad para ella y un abrir y cerrar de ojos para Suarez, llegaron a la comisaria. Todo estaba adornado al estilo navidad, colgaban copos de nieve del encielado y las mesas tenían la temática de una fiesta sobre hielo, los colores predominantes eran el celeste y el blanco.

Al entrar tomada del brazo de Suarez, se sintió un poco fuera de lugar no quería que nadie pensara que estaba con él y mucho menos que los rumores comenzar a armarse y llegaran a Prieto. Su mente comenzó a maquinar diferentes escenarios poco agradables sobre la noche, que pasaría luego, si Suarez tenía en mente llegar a segunda base; sin embargo, en un momento sus ojos se posaron en Sergio, quien ya está ahí acompañado de los demás compañeros de trabajo bebiendo una copa de vino y los pensamientos que la había atormentado hasta ese instante, se borraron al ver la cara que Sergio puso cuando la vio.

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Sergio no podía creer lo que miraba, había pasado la noche ansioso por saber cómo llegaría vestida Raquel, a pesar de haber hablado de la fiesta y de la vestimenta que llevarían, Raquel jamás le mostró el vestido que había comprado y en ese momento se alegraba sino se hubiera dañado la sorpresa al verla.

Por un minuto, se le olvido con quien iba Raquel del brazo, solo la vio a ella, como si todos en ese salón se hubieran esfumado y solo ellos quedaran, ante él tenía la visión de la mujer más hermosa que él había visto, se sintió afortunado de poder llamarla suya; sus ojos se llenaron de amor y una corriente eléctrica recorrió su cuerpo, definitivamente Raquel lo volvía loco quería correr hacia ella y plantarle un beso y que todos supieran de quien era ella, quería arrancarle ese vestido y hacerla suya en….

-Sergio contrólate –susurró para sí mismo –ya tendrás el tiempo.

-Suarez y Raquel se acercaron a ellos y comenzaron a saludar a todos, Raquel se acercó a Sergio para darle un beso en la mejilla como manera de saludo. Sergio sintió como la adrenalina recorría su cuerpo al sentirla tan cerca, quiso tomarla por la cintura y no dejarla ir pero Raquel percibió su intensión y se separó de éll de inmediato, quedándose cerca para continuar la conversación que el grupo tenía.