4. NO MÁS RECHAZO

964 40 63
                                    

¿Qué recibí? Una polera horrible que ahora es el regalo de mi madre, una pulsera divina que venía junto a un anillo y unos perfectos audífonos. Estos últimos, me venían bien después de tener unos casi malogrados.

«Ahora sólo me falta un celular», pensé al recordar que tenía muchísimo tiempo sin usar uno, desde que el último se me estropeó.

Luego, volvimos al comedor.

Mis tíos sacaron el pavo de la cocina, mientras el resto nos sentamos en la mesa, sin hacer contacto alguno. Justamente para remediarlo, mi tía le ordenó a mi prima que pusiera algo de música. 

Yo no supe qué sentir, pero era curioso escuchar tantas canciones antiguas. Eran buenas, aunque demasiado atrasadas y me hacían recordar demasiado. Eso sí, nunca me quejé.

Mi prima proseguía como todo adolescente: bien centrada en su celular, mientras cantaba las canciones de fondo. Ocasionalmente giraba a verme, como si la canción me la dedicara, pero yo preferí solo seguirle la corriente... a fin de cuentas, las canciones no tenían culpa de nada.

Así pasaron varias horas más en lo que comíamos todo el banquete.

Para finalizar, todos se entretuvieron hablando, excepto mi prima y yo. Claro que también ojeaban sus celulares. Yo me limitaba a escuchar la música y ya.

Surgieron las horas incómodas, en las que todos ya habíamos acabado de comer y, aun así, nadie se levantaba de la mesa. Tuvimos que permanecer sentados hasta que a todos les dio sueño, excepto a nosotras: las adolescentes del lugar.

Yo, por mi parte, solía desvelarme muchísimas veces, asi que no tenía problema con volverlo a hacer, solo que en realidad era aburrido permanecer en una mesa donde sólo era espectadora.

Por parte de mi prima, quién sabe, pero se veía bien despierta... en Facebook.

Fue entonces cuando... sucedió una vez más. Oí esa frase tan pronunciada hasta el cansancio, cada vez que yo llegaba a esa casa.

─Si ustedes tienen sueño, váyanse al cuarto para que duerman ─enunció mi tía, viéndonos a ambas.

─¿Vamos, prima?

Fuck, enserio me duele recordar ahora que me llamaba prima... y pensar que lo hacía porque no recordaba mi nombre.

En ese instante, mis ojos se percataron de su contenta expresión en el rostro al preguntármelo, pero a mí se me hacía un detalle sumamente indiferente. De hecho, ni siquiera pretendí regresarle gesto alguno. Mi aburrimiento entre adultos era tanto que acepté sin gracia alguna.

Mi prima se levantó enseguida, y mi tía ordenó que, antes de retirarnos, dejáramos los trastes en el lavadero. Ambas acatamos.

─¿Falta alguna taza más? ─pregunté al llegar a la cocina con gran parte de los trastes en mi poder.

─No, son todas ─explicó mi prima al prácticamente seguirme hasta su habitación. Sí, ella me seguía, porque yo... ya había dormido en ella las tantas veces que la visité, desde muy niña.

Este tipo de acto de... dormir en su habitación, ya era una tradición.

Era simple: si yo llegaba, me tocaba dormir allí. Pero hubo una última vez que, a pesar de haber pasado hace muchísimo tiempo, se mantuvo supremamente fresca en mi memoria... y lo peor fue que lo recordé... en ese preciso instante.

HACE MUCHOS AÑOS ATRÁS:

─¿Dónde van a dormir? ─preguntó mi tía, desde la puerta que daba acceso al cuarto de mi prima.

[BILOGÍA] SOLO PARA ELLADonde viven las historias. Descúbrelo ahora