Narrado por Olivia:
Desperté por culpa de la alarma, quizás no fue buena idea haberla programado tan temprano pero no padezco los efectos del vino que tomé ayer lo cual agradezco porque solo así podré hacerme cargo de mis hermanos hoy, si algo heredé de mis padres es la resistencia a la bebida y hoy en mi cuerpo no hay atisbo de resaca, aunque si hay un poco de cansancio y sueño.
Tomé una ducha larga y aproveché para lavar mi cabello, salí del baño envuelta en una toalla y abrí mi armario para escoger mi ropa, opté por un vestido corto color vino, trencé mi cabello y me puse unas sandalias cambiando mis tradicionales tacones, hoy recorreremos la ruta del vino y será insoportable recorrer un terreno tan irregular en tacones.
Salgo de mi habitación y me dirijo a la de mi hermano Santiago que es la más cercana a la mía, al entrar lo veo tirado en su cama aún con la ropa de ayer puesta y dormido a pesar de que la alarma está sonando, lo muevo ligeramente y al ver que no despierta no me queda de otra que tomar otras medidas.
Lo siento hermanito, pero te necesito.
Saqué las flores que estaban en su buró y vertí el agua del florero sobre su cara, al instante él reaccionó y despertó claramente sobresaltado
—¿Porque hiciste eso? —Me preguntó enojado
—Es que tenemos que encargarnos de verificar que todas las uvas estén en las carretas, y ya es tarde—Me explico apenada
—Bajo en un momento—Dice con dificultad—¿Puedes pedir que me preparen un caldo?
—Tranquilo, todos los años hacen caldo para el personal, como todos están ebrios y les toca trabajar desde temprano, pediré un poquito para ti y para todos los demás
—Gracias hermanita
Salgo de su habitación y entro en la de Rafael, este ya se encontraba despierto, pero estaba tirado en el piso con ambas manos en sus cienes
—¿Estás bien? —Le pregunto sentándome a su lado
—La cabeza me va a estallar—Explica adolorido
—Voy a pedir una aspirina para ti—Paso una mano por su cabello—Date una ducha que hueles a borracho, tienes que ir a verificar que todo marche bien en las bodegas
—Solo llegas para darme trabajo—Se queja
—De eso consta mi trabajo—Me disculpo
Del mismo modo voy visitando todas las habitaciones de mis hermanos, con algunos me tomo más trabajo que con otros, pero a las dos horas todos estaban en pie haciendo sus respectivas tareas.
—¡Ey Fernando! —Llamo a uno de los empleados
—Dígame señorita Linares—Responde acercándose a mi
—Debo ir al pueblo por la ropa que usaran mis hermanos hoy, ¿Puedes prepararme una camioneta? —Le pregunto
—Claro señorita
Entro a la casa grande por mis cosas y al salir ya la camioneta estaba lista, me tomó alrededor de 40 minutos llegar al pueblo por la ropa de mis hermanos, pero más largo fue el trayecto hacia el pueblo y de regreso que lo que me demoré en él, como invitados hoy a la fiesta privada de los Gutiérrez. Lo que solían hacer mis padres era vestirnos a todos iguales, y aunque fue difícil ponernos de acuerdo terminamos escogiendo un vestido que nos gustó a todas, después de una que otra discusión.
Al llegar a la hacienda estacioné la camioneta y entré a la casa, le pedí a una empleada que llevase todo a las habitaciones de mis hermanas y salí a inspeccionar que todo estuviese listo