Narrado por Olivia:
Despierto muy sobresaltada y sin ningún recuerdo de lo que hice la noche anterior, estoy en mi habitación cuando lo último que recuerdo es estar en la habitación de hotel de Puerto Nuevo, sola y tomando un poco de vino mientras los chicos disfrutaban de un bello día soleado. Ladeo un poco la cabeza y comienzo a sentir unas punzadas de dolor, me levanto de la cama y me doy una ducha.
Al abrir mi closet busco unos pantalones para cabalgar de color caqui y una blusa blanca de tirantes, busco entre mis zapatos mis botas favoritas pero al no encontrarlas tomo las primeras que vi sin prestarle demasiada atención, recojo mi cabello en una trenza, aplico bloqueador solar sobre mi piel expuesta y salgo de la casa
—¡Matilde!—Le llamé—¿Puedes pedirle a alguien que ensille a mi yegua?—Le pedí amablemente
—Claro que si señorita—Respondió antes de salir apresuradamente
Matilde se fue para las caballerizas y yo entré a la casa grande por algo de comer, tampoco me quiero desmayar a mitad de los viñedos con el intenso sol que pronto se alzará. Busqué entre las alacenas de la cocina una aspirina y después de encontrarla me serví un vaso de agua y me la tomé para el dolor de cabeza.
Es un poco temprano por lo que ninguno de mis hermanos anda despierto, abro el refrigerador en busca de algo de comer y me encontré con una torta de vainilla y limón, no se de quién es, pero tampoco me importa, mis hermanos se la viven comiéndose todo lo que yo guardo en el refrigerador, ademas de que toman mis cosas sin pedirme permiso todo el tiempo sin ninguna clase de respeto por lo ajeno, pero asumo que asi son todos los hermanos.
Después de devorar el pastel salgo para mi paseo matutino, montar me ayuda a relajarme, a despejar mi mente, y sin mencionar que realmente amo los paisajes tan romanticos que se dan en un viñedo, sobre todo en esta época del año. Los primeros rayos del sol aparecen y comienzan a acariciar las vides, en otoño todo se convierte en un gran espectáculo naranja.
Llevo mi yegua al árbol de los corazones y amarro su rienda a la cerca, comienzo a caminar al rededor del árbol hasta que algo llama mi atención, Pablo Gutierrez se acerca montando en su caballo, había olvidado por completo que este también era su lugar favorito.
¡Claro! Por eso comencé a venir, después de que se fue a España lo extrañábamos mucho y yo comencé a cabalgar en la mañana porque el solia hacer lo mismo, con el tiempo le agarré el gusto y se quedó como mi costumbre personal
—Buenos días Olivia, no pensé encontrarte aquí—Dice Pablo sonriendo
—Buenos días Pablo—Respondo dándole un abrazo—La verdad es que yo tampoco
—Sabías que esta era mi actividad favorita del día—Comenta retándome bastante obvio
—Te fuiste un par de años, tampoco es que recuerde cada una de tus actividades—Miento
—¡Auch!—Bromea mientras se pone una mano en el corazón
Comienza a recorrer el árbol hasta que se detiene en una rama y la trepa acomodándose en ella
—¿Como sigues de tu borrachera?—Pregunta mientras ríe
Ruedo los ojos, no se de que se burla, pero espero que no sea de algo que haya hecho o dicho, y si es así, de verdad espero que no me lo diga
—Pues estoy bien, tenía un poco de dolor de cabeza pero con una aspirina se me pasó—Respondí honestamente
—¿Y no te acuerdas de nada?,digo, me imagino—Pregunta mirándome fijamente a los ojos