•Parte 9: Inmortalidad o amor•

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Al momento de caer al mar, Marinette sintió una fuerza que la halaba hacia arriba y tuvo la sensación de ser más ligera de lo que era antes

Ella logró ver una fuerte luz que la cagaba mientras sentía el calor del sol recorrer su cuerpo

-Es un gran placer tenerte aquí, Marinette- Habló una voz fuerte aunque dulce a la vez

La azabache giró el rostro para ver de donde provenía aquella voz y al hacerlo, pudo ver a un hombre de cabello cano, avanzado en edad, con vestiduras de túnicas blancas y con una mirada llena de amor

-¿Quien eres tú?- Preguntó ella asustada

-Mi querida Marinette, yo soy alfa y omega, el primero y el último, el principio y el fin, el todo y la nada, en otras palabras, soy Dios

-¿Qué estoy haciendo aquí?- Preguntó la peliazul con el miedo creciendo en su pecho

-Tu deberías de saberlo, querida- Respondió el ser omnipotente con una mirada acusadora hacia ella

Marinette bajo la mirada, llena de tristeza

-Hiciste el trato equivocado con la persona equivocada, te precipitaste y pagaste las consecuencias. Pero a pesar de todo, comprendo por que lo hiciste y eh de decirte que no había visto jamás un alma que amara con tanta pureza y desinterés como la tuya

-¿Acaso tu sabes...?

-Estoy en todos lados, mi niña. Sé todo lo que has hecho por aquel al que amas, tuviste la oportunidad de acabar con su vida para salvar la tuya pero jamás lo hiciste, pues solo te interesaba su felicidad aunque tú no fueras esa alegría para él

-Si, hice eso. Lo sacrifiqué todo y lo perdí todo- Dijo Marinette sintiendo como las lágrimas abandonaban sus ojos

-Yo no estaría tan seguro- Afirmó el ser celestial con una sonrisa

-¿Qué?- Preguntó ella incrédula

-Mira hacia abajo- Le dijo en un tono dulce él

En cuanto la chica azabache lo hizo, pudo ver claramente en donde se encontraba: El cielo. Pero también pudo ver, desde esa gran altura, como Adrien sin alguna duda, desde su barco se lanzó al mar para después de algunos momentos, salir de él con el cuerpo de Marinette que todavía milagrosamente no se había transformado en espuma en brazos y regresar a cubierta. Todo ante la expectante mirada de Kagami, su esposa

-Por favor, Marinette- Rogaba el príncipe entre lágrimas con el cuerpo de la chica en brazos, aferrándolo fuertemente a él- Tu no me puedes hacer esto, tú no

-Ahora Marinette, es tiempo de que tomes una decisión- Habló el hombre de cabello cano a la joven de mirada celeste que lo miró confundida

-Puedes quedarte aquí a disfrutar de la paz eterna, o puedo hacer que vayas a la tierra para que regreses con él y seas feliz

-¿Cómo voy a poder ser feliz con él si tiene a otra?- Cuestionó Marinette

-Pero... ¿Estás completamente segura de que él es feliz?- Le cuestionó Dios con un ademán de la cabeza indicándole que volviera a mirar hacia abajo

-Por favor, mi bella sirena- Veía el alma de la azabache como el príncipe le rogaba a su cuerpo inerte- Regresa a mi, amor, por favor. No me hagas esto- Lloraba con más intensidad mientras su esposa se arrodillaba junto a él abrazándolo con fuerza y acompañándolo en su dolor

-¿Qué decides, Marinette?- Volvió a cuestionar el ser omnipotente

Marinette no respondió, solo sonrió. Su corazón había tomado ya una decisión

El hombre de cabello cano sonrió

-Muy buena elección, querida- Habló él antes de volver a cegar a Marinette con una potente luz
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En cuanto Marinette volvió en si, se dió cuenta de que ya no estaba en ese glorioso sitio llamado cielo. Ahora se encontraba en la cubierta de madera del barco nupcial, siendo sostenida entre los brazos de su amado príncipe quien al verla, sintió el alma regresarle al cuerpo para luego estrecharla en sus brazos con fuerza llorando ahora de felicidad mientras su esposa hacía lo mismo

-No me vuelvas a abandonar jamás- Le Susurró el rubio a la oji- azul en el oído mientras aún permanecían en aquel abrazo en aquella base firme de madera

-No volveré a abandonarte jamás, Adrien- Le Susurró la chica al oído

Él rompió el abrazo, y sorprendido, miró a Marinette a los ojos

-Puedes... hablar- Mustió él con la voz apenas saliéndole de la garganta

La chica, hasta ese momento, no se había dado cuenta de eso

-¡Recuperé mi voz!- Exclamó ella con emoción, lanzándose hacia los labios del rubio para capturarlos en un fogoso beso quien le correspondió gustoso

Kagami, quien hasta ese momento había presenciado todo, decidió hablar por fin

-Adrien, tenemos que hablar- Dijo ella con una voz tan fuerte y tan firme que logró romper el momento perfecto entre el príncipe y la ex- sirena

-¿Quien es ella?- Preguntó en cuanto los tres estuvieron frente a frente- ¿No se suponía que la veías solamente con amor fraternal?- Volvió a cuestionar con seriedad

-Kagami, lo lamento... Yo...- Intentó excusarse el de hebras doradas

-Yo te lo explicaré todo, Kagami- Soltó Marinette con una impresionante seguridad y seriedad

𝐿𝒶 𝓅𝑒𝓉𝒾𝓉𝑒 𝓈𝒾𝓇𝑒̀𝓃𝑒Donde viven las historias. Descúbrelo ahora