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—No tengo idea dónde puede estar tu madre, querida—Dio media vuelta alrededor de la niña.
—Eso dijiste la última vez, y sin embargo lo sabías muy bien. ¡Dónde está!—Exigió Coraline.
—No te pongas dura conmigo Coraline, sabes que yo no le haría nada malo a tu pobre madre...
—Mientes...—Coraline se le alejó un centímetro, no era demasiado que digamos.
—Si así lo creés—La mujer chasqueo los dedos, de la nada tenía un mantel de cocina puesto. Le sonrió agradablemente a la niña y se dispuso a cocinar.

Coraline no entendía pero prefirió no decir nada y sentarse en una silla (la del medio siendo esa su costumbre). La Beldam sacó un tazón para comenzar a batir los huevos y así formar una mezcla amarillenta con honguitos dispersos en aleatorias partes.
Luego de eso espero a que se calentarán otras cosas aparte. Coraline la miraba fijamente, su estómago gruñía y no podía evitar ser oída por la mujer.
—No has comido mucho, ¿Cierto?—Preguntó la mujer, rompiendo el silencio.
—No, el vidrio no es una buena comida que digamos...
La mujer se detuvo en seco, no respondió al comentario de la niña fue como si no hubiera dicho nada ni mencionado algo sobre la comida o su estado.
—Tú lo pusiste ahí, ¿No es así?—Le preguntó la niña.
—¿Qué cosa?—Cuestionó La Beldam fingiendo estar confundida.
—El vidrio; mi papá no tiene la intención de lastimarme.
—No Coraline, no fuí yo—La mujer tomó un plato y sirvió sobre el la comida por separado.

Le había echó la comida de la última vez que se vieron, omelette de queso, tocino y chocolate caliente, la cual, Coraline no se inmutó a probar a causa de haber estado distraída por sus padres.
La niña, al sentir el aroma frente su nariz dejó escapar un chasquido de lengua al rendirse tan fácilmente. No la culpen, el hambre es bastante difícil de soportar.
—Aqui tienes, cariño—Le dijó a la niña con una caricia dulce al final.
—Gracias...—Coraline al sentir los dedos fríos de La Beldam en su cuello se apartó—No hagas eso.
—Disculpa, cielo...

La Beldam se apoyó contra el fregadero al igual que la última vez, esperando a que Coraline acabase, sin razón alguna.
La niña daba pequeños bocados de la comida, pero ni siquiera masticaba solo tragaba y eso era involuntario.
Quizás era su cerebro obligándola a hacer algo que no quería o literalmente algúien la estaba forzando a "atragantarse" sin su consentimiento.
Coraline se aclaró la garganta después de un par de bocados.
—¿Cómo puedes estar aquí? Creía que no podías escapar del... Otro mundo—Dijó, sacando un tema de conversación.
—Esto es un sueño querida, todo puede pasar en un sueño...al igual que ésto—La mujer le arrojó una llave a Coraline, ésta la atrapó.
—La llave...¿Qué haces con esto?
—¿No recuerdas? Tú me la devolviste— La mujer puso sus manos en los hombros de la niña—. Quizás el gato te lo haya explicado... en tu mundo, hay entradas y salidas que ni siquiera yo sabía... ahora conozco una de ellas, pero tienes suerte, no puedo salir del otro mundo por ahí...

Coraline se puso a pensar intranquila.
—¿Hablas del pozo?—Preguntó Coraline.
—El mismo...¿Ya terminaste de comer?—Cambió de conversación.
—No.
La niña apartó el plato, se bebió el chocolate casi quemando su lengua (Estando cortada) y suspiró agotada.
—Ahora si...—Finalizo.
—¡Bien!—La mujer se incorporó e incitó a la niña a hacer lo mismo—Ahora vete a dormir, te espera un día muy agotador...
La niña le dirigió la mirada y sin más, se retiró de la sala asustada, sus piernas temblaban pero lo simulaba bastante bien.
—Buenas noches, Coraline.

A la mañana siguiente la pequeña despertó destapada, sin sábanas, estaba congelada (Metafóricamente hablando).
Afuera estaba lloviendo, quizás por eso hacía tanto frío en la habitación. Se cubrió con su mantita y bajo las escaleras, su padre estaba hablando por teléfono lo cual era muy extraño ya que nadie llamaba a la casa, ni siquiera para preguntar si alguien estaba muerto.
—Papá—Interrumpió Coraline.
—Ahora no hija—Susurró el hombre casi enfadado, se notaba por el tono de su voz.
Coraline se encogió de hombros y fue al refrigerador, agarró la botella de leche y se sirvió un poco en un vaso sucio y abandonado en la esquina de los trastes que requerían algo de jabón.
Mientras bebía a su tiempo pudo oír la charla de ambos adultos por teléfono, pero no estaba segura de querer oír lo que decían, no hasta que la voz del otro lado dijera el nombre de la peli azul en tono femenino, aunque ahora que lo pensamos bien, podía tratarse de su madre y no de un desconocido cualquiera.
Coraline espero a que la charla acabase para poder sacar sus conclusiones. Charlie colgó el teléfono, miró a Coraline y suspiró levemente.
—¿Era mamá?—Preguntó quebradiza mente.
—Si— Charlie se tocó la nuca con algo de timidez—. Yo... bueno, mamá y yo conseguimos otro trabajo, de jardinería, claro...
—¿Quiere decir que me van a ignorar otra vez?...—Cabizbaja.

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Coraline 2: La Hija Perfecta. [Cancelado]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora