1| Ve conmigo

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Tal vez algún día sea honesta conmigo misma. Tal vez algún día admita que, haber aceptado acompañarlo, me sentenció para siempre. Un simple cambio de la manera en la que celebraba las fiestas decembrinas habría terminado por cambiar mi vida entera.

El día en que empezó el comienzo de algo que a día de hoy no tiene final exacto, fue cuando me ofreció, básicamente, escapar con él.

—Vamos ______ —desordenó mi cabello un poco—. ¡Vas a pasartela bien! —intentó animarme—. Vine única y exclusivamente para pedirte que vayas conmigo. Por teléfono no podía tratar algo así.

—No lo sé, Izzy, no estoy segura.

—No vas a ser la única chica. Está la novia de Duff... ¡apuesto a que se llevaran bien!

Algunas navidades atrás también las había pasado junto a Izzy, pero eran en familia y, obviamente, en el país. Ahora me ofrecía, de la nada, irme con él y su banda. Pero terminaría cediendo porque no quería estar sola y, de igual manera, quería apoyar por fin a mi amigo en algún show suyo.

—¡Por favor! —rogó.

Me miró, buscando algún atisbo de afirmación en mi rostro. Solté un suspiro y después asentí.

—Lo hago solo por ti, Izzy.

—En realidad yo lo hice por ti.

—Eres taaan magnánimo.

—Me conoces —arrogante, sonrió—. Entonces, paso por ti en un rato. Nos vamos en unas horas —dijo el pelinegro besando mi mejilla.

—Okey.

Acepté porque no tenía nada mejor que hacer y aunque navidad era en una semana, necesitaba salir de la rutina, eso es lo que siempre decía mi amiga.

Hice mi maleta con la ropa suficiente como para aguantar hasta año nuevo allá y hasta un poco más por si se extendía la fecha. Me asustaba no tener nada planeado (irónico si ahora había aceptado un viaje a Londres así como así).

También hice el quehacer a consciencia en toda la casa, como si fuera mi manera de no sentirme culpable con mis padres por salir tan repentinamente.

Decidí marcarle a mi mejor amiga para avisarle que me iría; tenía poco tiempo antes de que Izzy llegara. Antes me había dicho que si no conseguía dónde pasarla, podía acompañarla con su familia paterna, pero no me aseguraba una cena tranquila.

—Hola.

¡Hola! —contestó, increíblemente alegre.

—¿Recuerdas que iba a pasar navidad sola?

Sí... no me digas, ¿irás con Tom?

—¡Ni loca! —exclamé—. Me voy con Izzy y los chicos a Londres, a pasar navidad ahí.

¿Qué? ¡Genial, qué envidia!

¡Lo sé! —alguien tocó el timbre repetidas veces—. Ay, tengo que dejarte, ya me voy. Te quiero.

—Me cuentas detalles de todo, todo —hizo un gran énfasis—. Se alinearon las estrellas para que agarres valor.

No pasará —le corté el rollo inmediatamente.

¡Adiooos!

Adiós.

Colgué, corrí a la sala y tomé mi maleta lo más rápido posible; odiaba hacer a la gente esperar. Abrí la puerta, encontrándome con su figura recargada en una de las columnas.

—Pensé que te habías quedado dormida —mencionó.

—Por poco.

Salí, en donde me esperaba un auto negro en donde había unas personas. Me ayudó a meter la maleta al la cajuela y yo sentí nervios descender a mi estómago.

Él entró en el asiento del copiloto y yo en la parte de atrás, donde había dos chicos a los que ya conocía. ¿Por dónde empezaba? Si siempre me había gustado Slash; casi desde que Izzy me los presentó hace meses, casi un año.

Su vistoso cabello cubría su rostro haciendo que se viese aún más misterioso de lo que ya era su personalidad y eso, por alguna razón, me parecía personalmente demasiado atractivo. El otro chico, Steven, tenía una melena rubia y una mirada tierna al igual que una sonrisa contagiosa y también era atractivo. En el volante estaba el pelirrojo que yo ya conocía, que también era demasiado guapo. ¿De dónde demonios saca Izzy a sus amigos? Probablemente de una revista de Playboy.

Reconocer la belleza de Izzy no era sinónimo de nada más que simple razonamiento humano. Pero a Izzy ya no lo veía con otros ojos; para mí era mejor conservar una amistad que otra cosa.

—Hola chicos —finalmente saludé.

Todos me devolvieron el saludo menos Slash y eso fue suficiente como para que me pusiera a pensar sobre eso todo el camino; hubo conversaciones, pero no intervine por estar ensimismada pensando en las acciones de alguien que claramente no tenía ni un gramo de interés en mí.

Después de todo el papeleo en el aeropuerto, abordamos. Ni yo supe después como pasamos sin problemas, porque todo mi ser estaba concentrado en dormirme para evitar tener que estar pensando. Fue un alivio que me tocara junto a Axl; solo se durmió y pronto hice lo mismo. No tengo idea de cuánto tiempo pasó, porque repuse mis horas de sueño pérdidas por la escuela durmiendo en ese vuelo.

Me reproché el haber aceptado, porque no era secreto que me sentía algo incómoda, pero algo me decía que me relajara. Además, Izzy estaba aquí, al igual que Axl. Steven y yo hablábamos sin problema; no eramos los mejores amigos, pero me caía bien y ni siquiera había intercambiado muchas palabras desde que nos presentaron.

Mi incomodidad, para sorpresa de nadie, se debía a Slash. Podía sentir su mirada, pero no estaba segura, ya que su cabello tapaba sus ojos; sin embargo, no era la primera vez que pasaba eso


El sueño me aturdió tanto, que no habría llegado al hotel ni en cien años si no fuera por Izzy, con quien compartiría habitación. Había suficiente confianza para eso.

—Irás, ¿cierto? —fue lo primero que dijo cuando cerró la puerta detrás de él—. Al concierto.

—¡Sabes que lo haré! —le sonreí—. No necesitas pedirme eso, sabes que tengo tiempo de sobra y para nada del mundo me volvería a perder otro show.

—Gracias —también sonrió.

Luego de acomodarnos, le ayudé a elegir su atuendo, también con el pelo. Como siempre,  lucía tan genial y con un estilo muy reconocible.

Juro que en mi vida me había sentido tan orgullosa de alguien como de mi gran amigo.

𝙿𝚊𝚝𝚒𝚎𝚗𝚌𝚎 | 𝙸𝚣𝚣𝚢 𝚂𝚝𝚛𝚊𝚍𝚕𝚒𝚗 [EN EDICIÓN] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora