The Circus Of Pain [Inotan]

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—Si tu estuviste en su situación antes, ¿por qué no le dejaste marchar? —susurró la única chica de los fenómenos enjaulados con un tono de melancolía.

El de orbes doradas mantuvo silencio mientras observaba fijamente al suelo del lugar, lleno de polvo y suciedad, tal y como las memorias que deseaba haber olvidado.

—¡Nos podría haber salvado, nos podría haber sacado de aquí, capullo! —gritó el que poseía flores verdes y añiles por todo su cuerpo mientras se agarraba a sus barrotes y tiraba de estos.

—No nos va a salvar —contestó en un hilo de voz el niño resistente a la electricidad —. Ni él ni nadie nos va a salvar —habló nuevamente alzando su voz y poniéndose en pie mientras sus labios se movían formando una grotesca y sarcástica mueca simulando una sonrisa —, ¡estamos condenados a este lugar y no habrá un Mesías que nos salve!

El silencio reinó nuevamente en la sala en la que solo se podía respirar dolor y sangre.

Tres golpes se escucharon en la puerta de la cabaña en la que residían momentáneamente Sabito y Tanjiro.

—No hagas ruido, en el cuarto del fondo del pasillo hay una trampilla bajo una alfombra, escóndete ahí hasta que yo te avise —susurró el mayor acercándose al de cabellos rojizos —.

El joven obedeció y, tratando de hacer el menor ruido posible, cruzó el pasillo y llegó a aquella habitación que parecía ser el dormitorio del dueño. A la izquierda de la cama había una alfombra que al levantarla descubrió la dicha trampilla.

Una vez bajó a aquel sótano secreto, vio que aquello parecía ser alguna especie de estudio, allí habían estanterías con varios libros, un escritorio que llegaba de pared a pared lleno de archivos y papeles, en el centro de esta mesa se encontraba un ordenador apagado y una silla de oficina enfrente.

—¡Buenas! —canturreó un hombre de cabellos rubios y ojos arcoíris en cuanto Sabito abrió la puerta.

—Buenas tardes caballero, ¿qué es lo que se le ofrece? —saludó con una serenidad increíble y nervios de acero.

—Bueno, como usted habrá podido notar, recientemente un chico llamado Tanjiro Kamado ha desaparecido —Douma observó al contrario que solo asintió mientras fruncía levemente el ceño, haciéndole saber al mánager de circo que estaba en el lugar correcto —. Resulta que dicho chico es mi hijo y no sabe usted la preocupación que llevo encima, ¿sería tan amable de dejarme pasar y hablar adentro?

Sabito dudó unos segundos pero finalmente se decidió en dejarle entrar, el no sabía quien era ese chico y muchísimo menos estaba en su casa, no tenía razón para rechazar aquella petición.

—¿Un té? —ofreció el dueño al invitado que ya se había sentado en el sofá enfrente de la mesita de café.

—Lo apreciaría mucho —sonrió mientras contestaba el rubio.

Tanjiro observó aquellos papeles que en un principio parecían desordenados, para luego descubrir que cada montón de hojas era la localización de todos los lugares por los que pasó el circo y la información de estos: tales como los niños usados en el espectáculo, los organizadores, precios, horarios y cosas por el estilo.

Leyó alguno de los papeles, pero estos solo hablaban del circo y sus salas, incluyendo el dormitorio de los fenómenos y la sala de ácido, ninguno de ellos hablaban acerca de una sala de mutaciones o algo parecido. Aquellos experimentos se realizaban en un lugar diferente, por lo que era posible que en aquel lugar ya hubiese niños secuestrados para sustituir a los 'payasos' de ese momento.

—El joven posee ojos rojos al igual que su cabello, también tiene una cicatriz bastante característica en su frente y la última vez que se le vio llevaba una chaqueta de cuadros verdes y negros —informó el de ojos arcoíris a pesar de que sabía que Sabito conocía perfectamente a ese chico, su aspecto y su paradero.

—No, no he visto a ningún chico que encaje con esa descripción recientemente, lo siento—contestó de forma fría mientras suspiraba levemente —.

—¿Ah, sí? —Douma se levantó de su asiento dejando la taza de té en su pequeño plato —Presiento que me está mintiendo usted —habló con tono amenazante acercándose al lugar donde se sentaba Sabito —.

—Yo también presiento que me está mintiendo —se levantó esta vez el contrario —, realmente es extraño que según la descripción de su hijo no tenga ningún parecido con él —se acercó al otro hombre tan cerca que casi tocaban sus frentes —.

Sabito sabía que debía haber mantenido la discreción, pero el pensar que aquel psicópata y asesino podría darle respuestas o al menos saciar esa llamada de venganza podía con él.

—¿Qué es lo que sabes? —susurró con voz ronca mientras sus ojos arcoíris brillaban y su usual sonrisa se borraba.

El de cicatriz en la mejilla sintió su sangre hervir y no pudo evitarlo más, golpeo la cara de aquel hombre con su puño sin dudarlo dos veces.

El de cabellos largos dedicó una mirada de ira y odio hacia el responsable del golpe antes de abalanzarse sobre él.

Tanjiro, que aún estaba revisando archivos en busca de algo, comenzó a escuchar golpes y ajetreo en el piso de arriba por lo que cuidadosamente abandonó el sótano y caminó por el pasillo hasta el salón.

El de ojos arcoíris, que se encontraba agarrado por el cuello de la camisa, dirigió su mirada rápidamente al menor. Apartó a su contrincante de en medio y corrió hacia él.

—¡Corre! —gritó Sabito lanzando una botella de vino hacia la cabeza del adulto.

El de cabellos rojizos salió de aquella cabaña a toda velocidad y continuó corriendo por el bosque hasta encontrarse en una carretera. Presa del pánico y el miedo, ideó el plan de meterse en cualquier furgoneta que pasase y una vez llegase a su destino llamaría a las autoridades.

Confiando completa y ciegamente en su dudoso plan, saltó al interior de una furgoneta de grandes dimensiones de color negro, esta no avanzaba a gran velocidad por lo que no le fue difícil subirse a esta.

Una vez se recuperó del aturdimiento de golpearse bruscamente contra el suelo del furgón miró alrededor para encontrarse lo peor que pudo haber imaginado dentro.

Cuatro jaulas con cuatro fenómenos dentro.