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Mañana de resaca sobrenatural y sucesos impactantes.

Ah shit, here we go again.

Me puse en pie con cierta dificultad, aún desorientada, pero con la mente lo suficientemente clara como para saber que no era buena idea permanecer quieta por mucho más tiempo. Aspiré una generosa bocana de aire.

Los aromas del bosque flotaron frente a mí, de forma borrosa y algo confusa.

Chasqueé la lengua, irritada.

Al parecer la desconexión con la conciencia de Lyha había mermado mis capacidades, pero aún así, los olores, las esencias, allí estaban, menos intensas y legibles, pero seguían existencia. Por lo menos no estaba ciega e indefensa como las veces anteriores.

Comencé a caminar sobre las ramas secas y rocas con mis pies descalzos y expuestos. Me había despertado en una parte frondosa, sin ningún sendero a la vista, así que eso se convirtió en mi prioridad: encontrar de nuevo la civilización.

Por la posición del sol no debían de ser mucho más allá de las ocho de la mañana y confié con no tener que toparme con ningún excursionista. No había echado de menos el hecho de pasearme desnuda durante un par de kilómetros.

La mañana era fría y las bajas temperaturas comenzaron a pasarme factura.

Me castañearon los dientes y mis pensamientos se espesaron, pero no dejé de caminar en ningún momento, atenta al conjunto de estímulos de mi entorno.

Mi oído también se encontraba atrofiado, no podía ver tan lejos ni tan enfocado como antes y la torpeza de mi olfato reducía considerablemente mis opciones. No me desanimé, ¿de que serviría lamentarse en esos momentos?

Si algo había aprendido tras los continuos paseos del año anterior es que, en esos momentos, estaba sola. Debía sobreponerme a la situación y seguir luchando.

Entonces, lo sentí.

Se inició como un escalofrío que me erizó de golpe todo el vello del cuerpo. Se me cortó la respiración durante un segundo y mi mente quedó en blanco para después gritar una advertencia clara y concisa:

Licántropo.

Mi sentido anti hombres lobo seguía intacto, quizás más sensibilizado que antes. La alarma cundió en mi interior y se me aturrullaron las ideas.

Céntrate, Thara.

Todos mis músculos se activaron a la vez, con una chispa que tensó cada fibra de forma insoportable, a la vez que la adrenalina chispeó por mi corriente sanguíneo. Aquella alerta biológicamente intrínseca en mi naturaleza potenció la exigua capacidad de concentración de la que disponía en aquellos momentos y actué por puro impulso.

Busqué con la mirada hasta localizar una zona lodosa y sin titubear ni un instante me lancé contra ella. Mis movimientos fueron bastante torpes debido al agotamiento de la transformación, pero me las ingenié para llegar en un reducido espacio de tiempo.

Llenando mis manos de barro, lo apliqué por mi cuerpo, borrando parte de mi olor corporal, siendo engullido por el potente aroma a tierra mojada. El siguiente paso fue escalar lo suficientemente alto.

Recordé las dificultades que tuve la primera vez; en una situación muy similar, hasta tal punto que resultaba irónico. No obstante, al menos, había logrado pulirme un poco en ese aspecto.

Me abracé al tronco, sintiendo como la corteza raspaba mi piel; no me detuve, corriendo a contrarreloj y me aferré con fuerza a una rama saliente, impulsando mi cuerpo hacia arriba. Mis pies quedaron suspendidos y solo me sostuve por la fuerza de mis brazos.

Thara.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora