A situaciones desesperadas medidas muy disparatadas.
La situación se tornó rocambolescamente absurda hasta un extremo que rozó de manera tentativa lo cómico. De un momento a otros nos encontrábamos acinados en un estrecho túnel en el que se disponía del espacio necesario para avanzar a cuatro patas.
Todo había ocurrido muy deprisa.
Después de la estridente y eficaz alarma, Ryan nos mostró una trampilla oculta en un punto estratégico de la casa, escondida a ojos no entrenados, que conducía a una estrecha y baja galería que tendría que desembocar en algún otro lugar.
Debíamos ser rápidos, por lo que gateábamos como bebés frenéticos. Frente a mis narices estaba el trasero del ex alfa que se marcaba a la perfección en sus pantalones.
Pestañeé, reprendiéndome mentalmente por los impuros pensamientos acerca de la anatomía forma y consistencia de los glúteos de un maniático.
—Cuidado —advirtió antes de esfumarse.
No tuve el tiempo justo para refrenar mi avance y mis manos dejaron de estar presionadas sobre una superficie firme para pasar a la más absoluta nada. Ahogué una exclamación de sorpresa que pronto degeneró en un gritito cuando caí de cabeza, estampándome de una forma espectacular contra el suelo.
—Dije que tuvieras cuidado, preciosa —se burló Ryan. El crujido de sus pasos se aproximó e instantes más tarde sentí sus manos acudir a mis axilas para ayudarme a incorporarme.
El contacto volvió a ejercer ese efecto impreciso y fuera de lugar que me forcé a tragarme, concentrándome en posicionar los pies de la forma correcta para erguir mi adolorido cuerpo.
Luke cayó a mi espalda con una agilidad envidiable que añadía capas de bochorno a mi grandilocuente golpe de efecto.
—Debiste especificar más —refuté, malhumorada, sobándome la cabeza. Cerré los ojos, soltando un ligero jadeo de dolor cuando mis dedos se toparon con una región especialmente afectada.
—¿Qué es este lugar? —intervino Luke, más centrado en lo importante.
Despegué los párpados dando un visto generalizado a mi entorno. Se trataba de un cuarto pequeño de reforzadas paredes de cemento y escasamente amueblado con un sofá individual que parecía nuevo y una gigantesca consola que monitorizaba las diferentes cámaras distribuidas por la casa.
En una de las paredes había toda una exhibición de diferentes armas que pasaban por multitud de calibres. Incluso, en un rincón, se amontonaban cepos para osos.
—Una habitación del pánico —respondió Ryan, con una sonrisa inescrutable—. A prueba de hombres lobo. Como ya he dicho, tengo bastantes enemigos y pocas formas de defenderme.
El licántropo arqueó las cejas con lentitud, escrutando con una mirada seria plantada en el semblante.
—Así que te escondes —pronunció con un matiz crítico.
A Ryan no pareció afectarle, su gesto permaneció imperturbable, e incluso incrementó ese aire de perversa diversión que trasmitía.
—Lo importante es la supervivencia.
La tensión se acumuló y agravó las facciones de Luke, otorgándole un aire enfurruñado e irritado. Di un paso al frente, volviendo a interponerme entre ambos para evitar que aquel inofensivo intercambio de palabras escalase posiciones a algo más grave que supondría un inconveniente en aquel momento.
—¿A prueba de hombres lobo? —cité lo que dijo. Mi ceño se hundió en una expresión inquieta y desplacé la mirada, posándola en cada centímetro de la sala—. ¿Qué significa exactamente?
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Thara.
WerewolfSegunda parte de la novela El Gen Alpha. Ha pasado un año desde la caída de Hanry. Un año desde que la esencia de Lyha corre libremente por mis venas, sin ataduras, en un perfecto equilibrio que mantiene ambas partes intactas; humano y lobo. Los des...