1.

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 —Esta noche hay Luna Llena.

Alcé la cabeza de los apuntes, algo desorientada en un inicio. Riley me miraba con seriedad, afincando sus palabras, con evidente insistencia. No pude más que blanquear los ojos con tedio y pasar la página, en un gesto perezoso y desinteresado.

Pero mi amiga no flaqueó ni un instante, apenas parpadeó, queriendo trasmitirme un conciso mensaje. Mantenía su abundante melena rubia en una coleta alta y su nariz se encontraba tan fruncida que las pecas de la zona se habían fusionado en una difusa mancha marrón.

Solté un suspiro de cansancio y un poco de fastidio.

—No es el mejor momento —declaré haciendo un gesto que abarcó la situación donde nos encontrábamos.

He de reconocer que era una excusa algo pobre, teniendo en cuenta que la biblioteca se encontraba prácticamente vacía a aquella hora y que solo un par de personas más ocupaban el espacio.

Ella se encogió de hombros, firme en su intención.

Todo en ella indicaba una determinación irritante. Con el tiempo había conseguido adaptarme a mi condición como ser sobrenatural. Entre las aptitudes que disponía de nuevas se encontraba la habilidad de detectar pequeños cambios en el cuerpo humano. Señales que me permitían interpretar a las personas; como el latido de su corazón, el aroma que desprendían frente a determinación emociones y demás aspectos.

Hice a un lado el material de estudio y me incliné un poco hacia delante. Ella podría hablar en apenas un susurro y mi sentido del oído lo captaría como si estuviese gritando, pero Riley no disponía de ese refinamiento y era importante que escuchase lo que iba a decir:

—Estaré bien.

Riley resopló.

—Claro —masticó las sílabas con ironía— ¿igual de bien que has estado estos dos últimos meses? ¿O acaso crees que no me he dado cuenta? Puede que no tenga una percepción tan magistral del mundo como tú, pero eres mi mejor amiga y esto —realizó un círculo a mi alrededor— no es estar bien.

Presioné los labios en una delgada línea, pero tampoco se me ocurrió que decir. Estaba muy cansada de mantener siempre la misma ridícula conversación.

—Debes hablar con él.

Y de nuevo el tema salía a la luz.

—¿Por qué tengo que ser yo quien dé el primer paso? —inquirí con una nota de desesperación en la voz.

Riley hundió aún más el ceño y chasqueó la lengua.

—Es evidente —se alzó de hombros con mucha simpleza—. Tú eres el alfa y la mayor, de hecho. Está en tu mano evitar que tu manada se fragmente.

—Manada... —repetí— dudo mucho que sea un término aplicable a un grupo de dos personas.

—Tú lo has dicho. Sois dos, no puedes permitirte que ese número se reduzca a uno solo, ¿qué os pasará a ambos siendo lobos solitarios?

Me mordí el labio inferior, forzándome a mantener una expresión relajada e incluso algo pasota. No estaba dispuesta a admitir hasta qué punto esa pregunta había asolado mi mente. Traté de sonar razonable:

—No soy como ellos. He vivido dieciocho años aislada de todo esto.

—Eso fue antes de que pudieras convertirte en lobo. Vale, quizás no seas una mujer lobo corriente, ¡peor me lo pones! Eres mucho más lobo que cualquiera de ellos. Eres especial, Thara y terriblemente cabezota, pero no podrás sobrevivir mucho tiempo sola.

Thara.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora