No ha cambiado ni un ápice.
Ahora se veía la utilidad del maletín anti más Tharas desnudas por la vida. Después de mi multitud de paseos en pelotas por el bosque preparé un par de mochilas con lo esencial.
Luke seguía conservando la suya en el piso, por lo que pude cambiarme sin ningún problema.
Una vez arreglada me miré al espejo.
Seguía pareciendo agotada, con ojeras, un poco demacrada, pero ahora existía un brillo en lo más profundo de mis pupilas que indicaba una fuerte determinación de continuar con vida y salvaguardar el equilibrio entre los traseros peludos.
Adelanté una mano hasta que mi palma reposó sobre la superficie espejada.
—Encontraré la forma —juré, en voz solemne y sincera—. Voy a curarte, Lyha.
Cerré los ojos un segundo, asentando los acontecimientos, reordenando la información en mi cabeza.
Entonces pasó.
Thara...
Fue apenas un susurro, tan débil e inestable que fue casi imposible distinguir si realmente había pasado o era tan solo fruto de mi propia y delirante imaginación.
Pero se repitió.
Thara... tienes que encontrar... debes...
Me concentré, es como si de repente, la barrera que se había instaurado separándome del espíritu del lobo comenzase a resquebrajarse. Visualicé la grieta, queriendo derribarla de una vez.
No puedes fiarte de ellos.
Y ahí se acabó. Me sobrevino un potente mareo, de repente todo mi entorno tembló con brusquedad y se me desenfocó la vista. Tuve que aferrarme al lavabo para evitar caerme de bruces contra la porcelana y abrirme la cabeza.
Me flaquearon las rodillas y durante un crítico instante creí que iba a desmayarme otra vez.
—Luke —llamé en un jadeo tan bajo que de no ser por el oído sumamente refino del licántropo no podría escuchar.
El chico no tardó en aparecer, abriendo la puerta de un golpe. Llegó justo a tiempo, atrapándome antes de que diese por fin con mis huesos contra las baldosas. Terminé cayendo sobre su regazo y sus manos no tardaron en sostenerme el rostro.
A través de la densa niebla pude ver como me escrutaba con evidente preocupación. Sus pobladas cejas se hundieron con incomprensión.
—¿Qué ha pasado? ¿Estás bien?
Poco a poco las cosas fueron volviendo a su sitio y logré espabilarme. Tomé aire de forma irregular, calmando las aceleradas constantes vitales.
—Lyha —Luke pareció más confuso y perdido todavía—. Lo he escuchado. Ha tratado de... comunicarse conmigo, de advertirme y guiarme, pero... está muy débil, terriblemente débil.
La mirada azulada y electrificante del hombre lobo descendió unos centímetros desde mis ojos hasta la zona de mi labio superior. Sentí el cosquilleo del rubor cuando me encendí cual bombilla. Pero no me estaba mirando la boca como creí al principio.
—Estás sangrando.
Pestañeé, recuperando la poca compostura que me quedaba.
—¿Qué? —la voz me salió algo aguda, estrangulada por la inquietud. Me llevé la mano al lugar y las yemas de mis dedos se impregnaron de sangre—. Joder.
Luke me ayudó a incorporarme.
—Estás empeorando.
Chasqueé la lengua, aprovisionándome de una gran cantidad de papel higiénico para detener la hemorragia nasal.
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Thara.
WerewolfSegunda parte de la novela El Gen Alpha. Ha pasado un año desde la caída de Hanry. Un año desde que la esencia de Lyha corre libremente por mis venas, sin ataduras, en un perfecto equilibrio que mantiene ambas partes intactas; humano y lobo. Los des...