Mi vida antes de Seúl, en Busan, siempre fue grisácea.
Monótona.
Algo solitaria, a decir verdad.
Nadie quería cerca a un apestado por su propia familia.
Me limitaba a hacer lo que se esperaba de mí.
A aceptar el rechazo, aunque este doliese. A acostumbrarme a la siempre fiel soledad, a sonreír sin alegría.
Me obligué a ser alguien más, alguien parco, alguien que no podría nunca reír con libertad.
Trataba en realidad de no pensar en Busan y todo lo que ahí había dejado, y trataba todo el tiempo de recordar que ahí, en Seúl, nada me lastimaría. Que Seúl era un nuevo inicio, más puro, más limpio.
Pero en ocasiones, sólo en ocasiones, fragmentos de Busan llegaban a mí en otras formas, con otros nombres.
Lee-Kang Hu era una de esas otras formas, de esos distintos nombres.
Me despreciaba y con franqueza desconocía el porqué, más eso no impedóa que continuamente volcara contra mí su disgusto. Eso siempre me hacía tensarme, porque cuándo comenzaba irremediablemente Busan y todo lo malo volvían a mí.
Por eso cuándo esa mañana, luego de la clase de Historia, Lee-Kang Hu sunbae soltó un comentario acerca de lo sospechoso que era que yo siempre acertase en las preguntas del profesor, por instinto me encogí. Tranquilo, pensé. Él sólo era así. No era personal. No era personal. Nadie ahí sabía sobre mi secreto, sólo Chanwoo y Jiwon sunbae y ellos nunca harían nada para lastimarme. Tranquilo, tranquilo, tranquilo...
—¿Qué tanta mierda estás berreando, imbécil?
Me giré de golpe al escuchar la voz de Jiwon sunbae, quién estaba recargado en el marco de la puerta, mirándonos con los brazos cruzados.
—¿Qué? ¿Vienes a recoger a tu novia, fracasado?
Jiwon sunbae sonrió com desprecio.
—No, he venido aquí porqué un olor a mierda muy jodido me llegó. Incluso he llamado a los de limpieza y todo.
Lee-Kang Hu se tensó de rabia.
—No sabía que ahora te importaba tanto este imbécil que era necesario que vinieras a buscarlo. ¿Lo acompañarás de la manita hasta su próxima clase? O quizás quieras despejarme de la duda y antes te lo llevarás al baño...
Jiwon sunbae entró, me jaló del brazo y en una postura protectora me colocó tras él. Él estaba con los hombros muy tensos y yo estaba demasiado sorprendido cómo para reaccionar.
Nunca había sentido esa pertenencia en ningún otro lugar, con nadie más, medité mientras Jiwon sunbae parecía estar a punto de sufrir un rictus.
Bueno, siendo honestos Jiwon sunbae siempre parecía estar a punto de sufrir algún accidente cerebro vascular, pero que eso no le quitaba lo guapo. Decir que se había puesto sólo medio bravo habría sido una descarada mentira.
Jiwon sunbae además de continuamente quejarse de que yo era demasiado pacífico (La paz nunca ha sido una opción, Paleto) siempre mencionaba que mi gordura de algo habría de servirme y, efectivamente sirvió para ayudarme a bloquear a Jiwon sunbae antes de que se le fuera encima al otro sunbae.
Lee-Kang Hu rió con suficiencia, mientras yo intentaba llevarme de ahí a Jiwon sunbae.
—No vale la pena, sunbae, no vale la pena...
—¿¡Por qué mierda te metiste, Paleto?! ¿¡Qué acaso no escuchaste la mierda que ese puto imbécil escupió..?!
—Es que no valía la pena.
Se enfadó aún más.
—¡Pero claro que vales la pena! ¿Es que eres tonto, o qué...?
Me medio bloqueé. Sabía perfectamente que cuando a Jiwon sunbae le daba por tener sus estallidos de rabia medio homicida lo mejor era dejar que la olla se medio vaciara de vapor.
Sí, soy bueno con las metáforas, pensé, mientras le veía ponerse morado de nuevo del coraje. Al final, media hora después con Chanwoo sunbae, una hamburguesa y mucha de mi paciencia Jiwon sunbae pareció calmarse.
—No deberías ser tan malditamente bueno, Paleto imbécil. —Diría Jiwon sunbae.
—Puto loco. —Declararía Chanwoo sunbae.
—¿Me das de tus papas? —Preguntaría yo y así todo se solucionaría.
Sí, era una rutina extraña la nuestra, pero funcionábamos. Mientras les veía pelearse (ahora más en juego) sonreí sin poder evitarlo. ¿Quién imaginaría que yo podría ser capaz de pertenecer a un lugar? ¿Quién podría de verdad pensar que habría alguien que se enojaría cuando otra persona me tratase injustamente?
Sentí mi corazón alborotarse (¡Ugh, calma, calma!) al volver a pensar que de verdad Jiwon sunbae me había defendido.
Gustosamente me atiborré de las papas fritas de Jiwon sunbae y cuándo su bonita cara (su preciosa carita bendecida por Dios) se volvió a poner morada del enojo, no pude evitar sentirme feliz.
—¡Oye esas eran mis malditas papas, jodido Paleto traga...!
—¡Cuida tu lengua animal! —Rugió Chanwoo, antes de darme toda la bandeja. —Anda cari, tú come. Que papas hay muchas y dinero más.
No pude evitar reír.
Y esta vez, como todas las veces que tanto como Jiwon como Chanwoo sunbae me hacían reír, lo hice con toda libertad.
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Sweet
Fanfiction• Ahn Jiwon odia muchas, muchas cosas. El tráfico de Seúl, a los sunbae de sociedad estudiantil, a sus insufribles padres y a su malditamente perfecto hermano. Pero por sobre todo, odiaba a ese paleto de ojos simplones y mejillas rechonchas y la fij...