Cuando Leo y Aries pelean

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A lo largo de su vida, los dos signos de fuego han tenido muchas discusiones. Generalmente, suelen ser pequeñas, pero eso no quita la posibilidad de que algún día discutieran bastante en serio.

Aries abrió los ojos algo desconcertado al escuchar la alarma que daba las siete de la mañana. Hoy le tocaba cubrir el turno matutino hasta las 13:30 p.m.
Se giró sobre su posición, esperando ver a su amigo aún durmiendo pero, para su sorpresa, Leo se encontraba despierto y con su teléfono, con una expresión extraña en su rostro.
- ¿Está todo bien?- Le preguntó en voz baja, aunque de igual manera se sobresaltó un poco.
- Eh... S-si, si ¿Por qué preguntas?- Le dijo de manera cuidadosa.
- Porqu- Iba a responder algo al respecto pero se escuchó un grito desde abajo.
- ¡Ayuda! ¡La cocina se quema!- Aries supo reconocer la voz de Escorpio, lo que solo pudo extrañarlo más.
Se dirigió a la escalera con toda la rapidez que pudo por el yeso en su pierna, y Leo siguiéndolo y cuidando que el ariano no se cayera por la escalera, para ver cómo Acuario había logrado quemar las cortinas.
- ¿¡Que carajo querías hacer!?- Preguntó Leo entre gritos a su hermano, quien sólo miraba como las llamas se extendían a lo largo de las telas, cuando Libra y Cáncer llegaron con un extintor.
- Me estaba sirviendo un vaso de agua y un tazón de cereales- Respondió con tranquilidad como si fuera lo más normal del mundo.
Aries abrió la boca en un pequeño estado de shock, hasta que pudo decir, o mejor dicho tartamudear una frase.
- P-pero si un vaso... ¿Sabes que? Sólo olvídalo- Pareció recordar con quien estaba hablando y, también, quien era su hermano.

Aries esquivó al grupo para tomar la jarra de jugo, pan lactal y queso.
Iba a comenzar a preparar su comida cuando una mano lo detiene.
- Hey, genio ¿Por qué no me dejas eso a mí y te preparas? No creo que quieras aparecer en pijama por el restaurante, ¿No?- Le dijo Leo, apartándolo un poco del mesón donde estaban.
- Está bien, gracias Le- Respondió con una sonrisa en su rostro.
Aquella mañana, Leo había recibido un mensaje algo preocupante, el cual se convirtió en una conversación algo angustiante. Pero pudo mantenerlo oculto para Aries, lo que no era poca cosa.
Era bien conocido que los hermanos de fuego eran muy curiosos y, de alguna manera, siempre descubrían lo que querían. Chusmas, según Leo, pero con cariño.

Mientras tanto, Aries ya estaba vestido y a punto de bajar, hasta que pasó por la puerta de la habitación de Sagi y Tauro.
Tauro, al parecer, se había golpeado la cabeza, perdiendo la memoria. Pero el doctor dijo que duraría entre tres y cinco días, ya que no fue grave en lo absoluto.
Recordaba algunas cosas, como los nombres de los signos, pero al parecer había olvidado de quién era pareja o los sentimientos que tenía por ella, lo que sólo era aún más doloroso para la sagitariana, quien decidió tomar algo de distancia para procesar las cosas.
Cuando Sagitario había retomado la cercanía, notó que ahora Tauro la evitaba. Estaba lo menos posible en su habitación, apartaba la mirada del contacto visual con la arquera, a veces incluso iba a dormir a la habitación de su hermana en lugar de la suya.
Sagitario desaparecía y evitaba comer, con suerte Leo, Escorpio, Piscis y él la convencían de cenar.
Fueron dos días agonizantes.

Aries apartó el drama de su cabeza y golpeó la puerta de la habitación, para llamar el nombre de la taurina.
- ¡Tauro! ¡Ya nos vamos!- Le gritó por la puerta, antes de que se abriera.
- ¿Has visto a tu hermana?- Preguntó.
- ¿A que viene eso?- Respondió con otra pregunta.
- No está aquí, y no la vi hoy- Dijo con simpleza.
- La has estado evitando, claramente no la verías- Dijo en un inusual tono sombrío. A Tauro le  recorrió un escalofrío por la espalda, antes de que Aries volviera a sonreír extrañamente y le dijera- Trae a Capri y Acuario, yo iré a buscar a Escorpio y Géminis- Le declaró.

Volvió a bajar y se dirigió a la cocina pero, en lugar de encontrar a Leo, se encontró con una bolsa de papel que contenía un par de tostadas y una caja de jugo. Pegada a la bolsa había una pequeña nota.

"Llegarás tarde, idiota. Te veo en la noche, hoy tengo que salir...
Si me entero de que tardaste más de treinta minutos oficialmente despídete de los postres por dos meses, hablo en serio.
Con cariño y amenazas, Leo."

...

- ¡TAURO BAJA AHORA! ¡LLEGAREMOS TARDE IDIOTA!- Gritó Aries, lo que despertó a los signos que aún dormían pacíficamente.
- ¡Pero no encontré a los otros!- Dijo preocupada la otra chica.
- ¡Ya están allá! Debemos irnos pronto, o si no estaremos muertos- Dijo para comenzar a tirar de su brazo y correr al trabajo.
Cuando Leo amenaza, va en serio. Es algo que quedó grabado en su mente cuando lo vió destruir la consola de Acuario por destrozar su origami con su serpiente traga conejos de papel. Tanto trabajo de un año destruidos, al igual que la consola de Acuario. Con mucha suerte pudo salvar su anillo compartido con el ariano, el cuál estaba por ser devorado también por la temible mascota de Acuario.
Dos cosas se aprenden de esta situación:
1- Leo ama su origami.
2- No hagas enojar a Leo con su amado origami.
Nada difícil de recordar.

El medio día se acercó rápidamente, para sorpresa de Aries que era el que más sufría los turnos matutinos.
Estaba limpiando las mesas de afuera en los últimos diez minutos de trabajo que le quedaban cuando vió pasar a su amigo con lágrimas en los ojos y paso apresurado.
- Jefe, debo irme rápido, lo siento- Se disculpó con habla rápida y sin pensar siguió a su amigo el león.

En varias vueltas inesperadas y algún callejón sin salida, le perdió el rastro y él mismo también se perdió.
No fue hasta que escuchó una voz detrás de él que supo de que se trataba tanta vuelta.
- ¿Por qué me sigues, Aries?- El haber escuchado su nombre completo en un tono tan frío y seguro lo hizo temblar un poco.
- Porque me preocupas. Te pregunté más temprano que ocurrió y no me diste ninguna respuesta. Me mentiste en la cara y te escapaste de casa. Estoy seguro de que nadie sabe que estás aquí, ¿Me equivoco?- Ahora fue el turno de Leo de temblar un poco, hasta que retomó sus asuntos en su mente.
- No te metas, Aries. No es tu asunto lo que yo haga cuando necesito salir o hacer algo que no respecta a ninguno de los signos. Se que quieres saberlo todo pero, ¿Sabes? No todo es sobre tí y no todo te incumbe- Cuando esas palabras salieron de la boca de Leo, se sintieron como dagas para el ariano. El no se lo esperaba, no de Leo.
- ¿Pero qué tonterías dices? Si es por que estoy aquí. No por mí mismo. Sólo quiero ayu- Quiso continuar pero Leo lo interrumpió.
- Si tanta ayuda quieres darme, trae a un recién muerto a la vida otra vez. No siempre podrás hacer algo, Aries. No siempre serás el héroe de todos- Eso fue lo último que dijo antes de salir de la vista del carnero.
Aries salió del callejón corriendo, para intentar encontrar a Leo con la vista, pero fue saludado por una calle vacía, una calle muerta.

Horas más tarde, todos los signos se preparaban para el turno nocturno, el cuál esta noche requería de los doce.
Leo se había encerrado ni bien llegó en su habitación, especialmente para evitar a Aries.
Esas palabras dichas anteriormente se repetían una y otra y otra vez en la cabeza de ambos signos.
Aries quería ver a su amigo. El no podía estar enojado con el ni aunque se lo propusiera, pero quiso darle el espacio que Leo necesite antes que cualquier charla surja.
- Solo habla con el- Dijo Sagi en una fugaz aparición y desaparición.
Aries miró a su alrededor sorprendido y curioso. Estar deprimido lo volvía más lento en reacción, lo que no le gustaba ni un poco. Su hermana solo aparecía y desaparecía ante su vista cuando estaba en este estado, lo que lo irritaba y se molestaba un poco con él mismo.
Él y sus compañeros del turno de la mañana ya estaban listos, puesto que ninguno se sacó el uniforme hasta las 20:00 para no tener que volver a ponérselo.
Algunos más como su hermana, Libra, Cancer y Virgo ya estaban listos, pero Leo aún no salía y Piscis no lograba encontrar su otro zapato.
Cuando ya faltaban diez minutos para las ocho, Tauro fue a ayudar a Piscis mientras que Acuario entró en la habitación de Leo. Luego de unos dos minutos, todos los signos estaban saliendo de la casa, dejando una luz prendida para Diluvio, quien se quedaba solo en aquella enorme casa.

Antes de entrar al auto, Aries tomó la muñeca de Leo y lo jaló hasta que cayó en sus brazos, abrazándolo como él extrañó hacerlo.
- Lo siento mucho- Le dijo Aries.
Leo correspondió al cálido abrazo de su amigo, con un par de lágrimas en los ojos otra vez.
- No, yo lo siento- Le dijo casi en un susurro.
Cuando se separaron, simplemente se sonrieron una vez más, y subieron al auto donde comenzaron una charla alegre con los otros signos.

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Meter comedia y drama en un capítulo triste jajaj. :')

12 caóticos juntos (Zodiaco)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora