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— ¿Qué? —inquirió Natalia con incredulidad, tomando la mano de Helena para acercarla todo lo posible a su rostro y observar así una y otra vez el hermoso anillo que Mirella compró para ella— No, no, no —comenzó a repetir como si se le hubiese olvi...

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— ¿Qué? —inquirió Natalia con incredulidad, tomando la mano de Helena para acercarla todo lo posible a su rostro y observar así una y otra vez el hermoso anillo que Mirella compró para ella— No, no, no —comenzó a repetir como si se le hubiese olvidado el resto de las palabras existentes en su idioma— ¿Me lo dices en serio? —Helena asintió, emitiendo una pequeña risita— No, eso no se vale —prosiguió con un pequeño puchero en sus labios— Debes repetirlo, Mirella —afirmó mientras le regalaba una mirada cargada de reproche— Necesito estar presente, ¿de acuerdo?

Mirella emitió un pequeño resoplido, haciendo su mayor esfuerzo para contener la sonrisa que amenazaba con salir de sus labios. ¿Qué sabía que eso sucedería? Por supuesto que lo sabía y fue por ese mismo motivo que decidió pedirle a Helena que fuera su novia dentro de la joyería. ¿Por qué perderse la reacción de su hermosa Helena una segunda vez si podía jugar al despiste y olvidar accidentalmente lo insistente que podía llegar a ser Natalia? Definitivamente, no se la perdería por nada del mundo, por lo que tomó la mano de Helena con extrema delicadeza, como si su piel se tratase de la más fina porcelana y pudiera romperse en cualquier momento, para quitarle el anillo que minutos atrás colocó sobre su dedo anular.

— ¡Allá va! —chilló Tommy con excesiva euforia, llevando sus manos hacia su boca para tratar de acallar los pequeños grititos que amenazaban con salir de sus labios.

— ¡Creo que me va a dar algo! —chilló Natalia, igual o peor que Tommy, entrelazando su brazo con el del chico debido a la emoción del momento, proporcionándole algunos pellizcos y otros tantos rasguños cuando sus uñas se enterraban sin compasión alguna sobre su piel.

Helena, por su parte, comenzó a temblar ligeramente debido a la expectación y a los nervios del momento. Sus mejillas comenzaron a tornarse rojizas y sus ojos inevitablemente adquirieron un brillo particular que denotaban un cariño especial y, sobre todo, muy significativo ante la chica que estaba situada frente a ella para hacerle la segunda propuesta de noviazgo en lo que iba de mañana.

— Helena... —comenzó a decir Mirella, aclarando su garganta para darle un toque más interesante y, hasta cierto punto, más dramático a la propuesta— Mi hermosa Helena, mejor amiga y amor platónico en el rincón más profundo y oscuro de mi corazón, te confieso frente a toda esta pandilla de idiotas que estoy profundamente enamorada de ti —sin previo aviso, la chica acabó arrodillada frente a Helena, como si se tratara de una propuesta de matrimonio más que una de noviazgo— Tu ternura obligaría a cualquier idiota con una coraza de hierro sobre su frío corazón a caer rendido ante tus pies y yo he sido uno de esos idiotas —alzó brevemente el anillo, regalándole un guiño totalmente juguetón, así como una de esas sonrisas que solía utilizar cuando deseaba ligar— Bello ángel, ¿quisieras ser mi novia?

La chica aún no lograba procesar lo que había sucedido, pues si bien la primera propuesta estuvo cargada de una ternura que provocó varias lágrimas de felicidad por parte de la dependienta, ésta había superado los límites.

¿Novias por un día? ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora