Capitulo 2

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Elisabeth Winter

Entre como todos los días al refugio, dispuesta a realizar lo imposible, una cena decente con lo poco que teníamos en la alacena. Clarie confiaba en mi para esta tarea. Pero al cruzar por la puerta de la cocina lo primero que me golpeo fue el aroma delicioso a cocoa caliente, me sorprendí al ver demasiada gente aquí.

Tenía chicos picando vegetales, otros colocando galletas en ¿un horno nuevo? En realidad, parecía que cambiaron la cocina, ya no estaba la vieja estufa ahora teníamos una como las que miraba en los grandes programas del chef Rancid.

Busqué entre la gente el rostro familiar de Clarie, finalmente la encontré cerca de la puerta de nuestro cuarto de alacena. Me dirigí hasta ella para preguntar que sucedía. Tal vez un milagro de Navidad.

—Seguirás negando que tuviste algo que ver con todo esto— parecía que Clarie hablaba con alguien dentro del cuarto.

—No tuve nada que ver— al llegar a Clarie escuché la respuesta de una mujer.

—Oh Beth, — Clarie como siempre que llegaba al refugio me rodeó con sus brazos, recibí el abrazo gustoso. Ella me ayudó cuando mi familia se rompió y luego sucedió lo inesperado, además le debía mi trabajo de secretaria en el despacho de su hijo, en realidad le debía más que eso. Por eso venía cada vez que podía a ayudarle aquí como una vez lo hizo conmigo.

—¿A quién le debemos este milagro? — pregunte al separarnos.

—Pues a esa chica alocada— señalo dentro a una mujer castaña, que estaba dándonos la espalda colocando latas de frijoles en los estantes. Vaya el cuarto estaba lleno de comida, algo que no sucedía desde hace mucho en San Nicolás.

—Ya te he dicho que no fui yo— dijo la mujer, girándose. Me impacto lo que mis ojos veían ella se parecía tanto a él.

Mierda. Tenían el mismo color de ojos. — Oye te encuentras bien, luces pálidas.

Ella se acercó más, parecía preocupada por mí.

—Yo... Yo.... — mi garganta de repente estaba seca, quería responder, pero no salía nada más que balbuceos intangibles.

—Clarie necesitamos más harina— interrumpió una voz masculina que me hizo estremecer. Me di la vuelta para ver a un hombre alto, hombros anchos con un mandil blanco sobre su suéter verde que marcaban los músculos de sus brazos, jeans y botas gastadas pero lo que llamó mi atención fueron sus ojos lilas que sobresalían de aquella barba falsa blanca y el gorro rojo navideño. Yo conocía esos ojos los veía todas las noches antes de dormir y al despertarme cada día.

Si ver los ojos de la mujer fue un impacto, reconocer aquél par de ojos también. Casi me da un infarto, tenía que salir de aquí, por la mirada de reconocimiento que él me dio. Sabía quién estaba enfrenté.

—Tengo que irme Clarie— logre que saliera de mi garganta y corrí a la puerta. Consciente de que él esta vez me estaba mirando escapar, no como aquella mañana donde lo deje en la cama dormido.

Christmas Love- Amor de NavidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora