Nate Brown, un empresario millonario marcado por la soledad y un pasado de lucha y cicatrices, encuentra un inesperado contrapunto en Yeih Coffie, una escritora valiente y dueña de una editorial, cuyo optimismo y perseverancia la han definido.
Él es...
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El chico logró distinguir una figura femenina literalmente tirándose al piso luego de escuchar un celular sonando, miró ceñudo la escena, en realidad nunca se había fijado en la vecina de enfrente, sonrió ladino mientras miraba y se imaginaba la situación ¿Qué es lo que hacía ella ahí? Mientras tanto, la señorita Yeih estaba acostada en el piso cubriendo su rostro con sus manos, como si el rubor se pudiera ver a kilómetros.
Pasaron unos segundos antes de que un papel arrugado y enrollado cayera un poco lejos de la chica del café, observó la hoja con curiosidad hasta alcanzarlo, aún estaba tirada en el piso y no pensaba ni sentarse, aunque en su balcón pudiera ocultarse.
Hola desconocida, vi el café sobre el borde de tu balcón, así que te llamaré así: la chica del café. Puedes salir de tu escondite (prometo no mirar), voy a entrar a dormir, tranquila. Ni siquiera vi tu rostro, pero fue un placer verte fugazmente, buenas noches. Con amor, tu vecino.
El chico dio un último vistazo, y luego entro tal cual lo dijo, no quería incomodar a la chica ni menos intimidarla, y la única forma de comunicarse con ella era quizás a la antigua, sonrió recordando la escena antes de dormir.
A Yeih le pareció tierno el gesto, y lentamente levanto su cabeza solo para mirar un poco, y al percatarse de que no estaba se levantó y también fue a dormir.
A la mañana siguiente Yeih fue puntual a la parada de taxi, miraba su celular esperando que llegara uno. En cambio, Nate seguía en la cama y se levantó solo por no oír a Ethan como de costumbre, revisó el celular y se dio cuenta de que tenía trece llamadas perdidas y un mensaje:
Ethan Amigo, no iré hoy al trabajo, lo siento, despierta solo y ve.
Era muy tarde, demasiado tarde para llegar a su trabajo, e incluso el arrepentimiento por no tener un auto propio, llego rápidamente se puso su traje un tanto desaliñado y llegó a la estación de taxi.
La muchacha al contrario, ya subió al taxi, debido al frio, se colocó su capucha a pesar de estar dentro del vehículo, antes de que el chofer arrancará un chico llego a golpeando la ventanilla, ella volteó y bajo la cabeza al instante.