Capítulo 2.

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¡Hola, queridos lectores! Aquí les traigo el segundo capítulo de mi pequeña novelilla, ¡espero que les guste! Voten y comenten.

Besos, Marina.

***

Marina terminó de guardar el último par de zapatos y bajó abajo, a despedir a Antonio.

-Gracias por este último día en la ciudad, chicos. -Sonrió-. No lo olvidaré nunca. -Los tres se abrazaron y Antonio partió hacia la estación de tren.

Marc miró al cielo, las estrellas, que ahora parecían centellas brillantes, iban tomando poco a poco su verdadera forma, y la noche, iba cayendo sobre Cervera. Marina echó una última mirada hacia el frente. Ya no se veía la encorvada silueta de Antonio, solo quedaba el silencio. La puerta de la casa de Marc se abrió y salió de ella su madre.

-¿Marc? -El chico se giró y sonrió.

-Oh, hola, mamá.

La mujer se acercó al chico y a Marina, a la cual miró con detenimiento.

-¿Interrumpo algo?

Marina se sonrojó una vez más y Marc soltó una corta risa, negando.

-No... ella es Marina, la nueva vecina.

-¡Oh! Podrías haber empezado por ahí. -La mujer sonrió tiernamente y le dio dos besos a la chica, la cual se los devolvió-. Soy Roser, encantada.

Marina sonrió mirando a la mujer, la había visto pocas veces, pero habían bastado para quedarse con su cara.

-Es un placer. -Dijo la chica con educación, sin perder la sonrisa.

-No sé si te lo ha dicho Marc, pero como es tradición, siempre que viene un vecino nuevo le invitamos a cenar.

Marc negó riendo.

-Vaya, parece que habéis estado ocupados entonces... -Dijo Roser con un deje de diversión, se notaba que Marc había sacado el carácter de ella.

Marina rió también y no dijo nada.

-Bueno, pues te dejamos sola con tú nueva casa y en una hora, si quieres, nos vemos para cenar. -La mujer apoyó un brazo en el hombro de Marc y le guió hasta a casa, este, antes de entrar, se giró.

-Hasta ahora. -Sonrió y entró.

Marina entró en su nueva casa e inspeccionó cada rincón de esta, acostumbrándose a vivir sola y en un lugar diferente. Se metió en el baño y fue a ducharse, había sido un día muy duro, y necesitaba relajarse. Cuando terminó, subió a su cuarto y buscó algo que ponerse. No era la típica chica que se pintaba como una puerta hasta para salir a comprar el pan, así, que como todos los días, no se pintó. Tampoco quería ir muy elegante, pues era una simple cena, pero no quería ir desastrosa. Terminó por ponerse un jersey de lana verde y unos vaqueros. Se secó el pelo y miró por la ventana, la cual estaba llena de vaho, por el frío de la calle al caer la noche en un 2 de Noviembre de 2016. Miró el reloj, eran las nueve menos diez. Cogió un tarro de perfume que le había regalado su madre por su 18 cumpleaños y se lo echó, cosa que no solía hacer usualmente.

-Vale, tranquila... solo vas a cenar con los Márquez... no va a pasar nada, ¿si?

Suspiró, cogió las llaves de su casa y un pequeño abrigo, salió fuera y cerró la puerta. Miró a su alrededor, nunca había visto un cielo tan precioso, y una noche tan tranquila y apetecible. Dio varios pasos y pegó en la puerta de al lado de su casa. Un hombre alto y con un cierto parecido a Marc abrió la puerta.

-¡Oh! Tú debes ser Marina... -Sonrió y la dejó pasar-. Buenas noches, como si estuvieras en tú casa.

Marina pasó y miró con detenimiento toda la casa. Recordaba haberla visto en fotos e incluso en programas de televisión, como “Planeta Calleja”, pero en realidad era muchísimo más bonita. El hombre la guió hacia el salón, donde había una gran mesa, ya preparada para sentarse a comer, y a la derecha, sentados en un sofá, estaban Alex y Marc, este último, cuando vio entrar a Marina se puso en pie de un salto y se acercó a ella con una sonrisa. Alex le siguió.

Noventa y tres. | Marc Márquez.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora