Capítulo 5.

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¡Hola, queridos lectores! Siento la tardanza por subir el capítulo, ¡pero los examenes me están comiendo...! Espero que os guste, pues es uno de mis favoritos ^^ Voten y comenten.

Besos, Marina.

***

Los días siguientes pasaron lentos y pesados para ambas chicas. Tenían ya más de 10 exámenes la próxima semana y una montaña de deberes que hacer.

-Prefiero el instituto... -Dijo María en uno de los intercambios de clase-. Esto es un asco. -Marina coincidió haciendo una mueca.

Estaban ya a día 7, y las dos deseaban que llegaran las tres para poder ir hacía casa de Marina, almorzar e ir en busca de Roser, para poder partir hacia Valencia. Marina, aunque no se lo había dicho a nadie, había encontrado en el reverso de la hoja el número de Marc, aunque lo había guardado, aún no le había enviado ningún mensaje. La campana que anunciaba el final de la última clase sonó al fin. Las chicas salieron corriendo y se montaron en el autobús.

-Vaya... yo nunca he ido a ver una carrera... en realidad no soy una aficionada... pero hay que admitir que Alex Márquez... -Marina le dio con un libro en la cabeza-. ¡Eh! Que tú tienes al otro... -Le volvió a dar, y esta vez ambas rieron.

Cuando el autobús paró, las chicas se bajaron y fueron a casa de Marina, comieron, hicieron las maletas y salieron a toda pastilla hacia casa de Roser, la cual ya estaba fuera.

-¿Vamos? Partieron hacia la estación de trenes y una vez allí, canjearon los billetes y esperaron su llegada.

-¿Nerviosas? -Preguntó Roser con una sonrisa.

-Un poco... -Dijo Marina, María estaba leyendo.

-Ajá...

-María no empieces.

-Ajá...

-¡María!

-Ajá... -Marina le dio un pisotón y le quitó el libro-. ¡Ay! ¡oye!

Roser rió y ambas chicas acabaron por imitarla. Cuando el tren llegó, las tres subieron y ocuparon un vagón. El trayecto no duró mucho, y Marina, que últimamente no había dormido nada, cayó rendida durante todo el viaje. Se despertó minutos antes de que el tren parara.

-A buena hora. -Comentó María, despeinándola.

-Calla... -Bostezó y el tren paró.

Las tres cogieron sus respectivas maletas y bajaron al andén. Recorrieron las calles de Valencia y dieron con el hotel.

-Es aquí... -Ambas chicas lo miraron con asombro-. ¿Qué? ¿No estáis acostumbradas al glamour? -Dijo riendo, las chicas la imitaron.

El hotel tenía en el centro una gran lámpara de araña, y se notaba a kilómetros que los muebles eran de caoba.

-Tenemos la suite número 7, en la última planta.

Un hombre de traje les cogió las maletas y otro las acompañó hasta el ascensor. Cuando subieron buscaron la habitación y entraron.

-Madre mía... podría acostumbrarme a vivir aquí. -Dijo María con asombro.

-No te encariñes demasiado... -Bromeó Roser.

El hombre dejó las maletas y se fue, deseándoles buenas noches. Las tres colocaron sus cosas en los armarios de la habitación y se tiraron en sus camas.

-¿Alguna tiene ganas de bajar a cenar? -Preguntó María dando vueltas por su cama.

Marina y Roser negaron.

Noventa y tres. | Marc Márquez.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora