Capítulo 7.

1K 53 3
                                    

¡Hola, queridos lectores! Pues aunque es un capítulo corto, pasa una cosita muy >.< y pues nada, como siempre, espero que les guste. Voten y comenten.

Besos, Marina.

***

No tenía ni idea si podía hacerlo o no pero la intención es lo que cuenta.

-Pero...

-Demostraré que puedo, es decir... solo necesito una moto.

Todos los presentes se miraron, extrañados, pero ante la pequeña idea de que su campeón pudiese ganar de nuevo, aceptaron, llevando a Marina ante el coordinador y el organizador de todo el circuito de Valencia. Tras una reunión de un par de horas, el hombre salió de la sala y se plantó en frente de la chica.

-Tienes una vuelta para demostrarnos que estás a la altura de los corredores de MotoGP, sobre todo para saltarte antes dos categorías.

Mientras tanto, todo esto había llegado a oídos de Marc, el que se negaba en rotundo.

-No, no puedo dejar que ella corra por mi, ¿y si se cae? ¿o le pasa algo? No me lo permitiría.

-Pero no podemos hacer nada...

-Ya está en pista. -Dijo Roser, la cual acababa de entrar a la habitación.

Tal como la mujer había dicho, Marina acaba de pasar la primera curva, a una velocidad que ni ella creía verdadera. Es cierto que llevaba tiempo sin correr, pero nada se el había olvidado, pues aunque solo fueron tres años de entrenamiento, Marina tenía un talento inusual para las motos. Fue marcando el que podía ser perfectamente el tiempo más rápido, pero que no la quitaría de salir en última posición. Cuando visualizó la última curva, el recuerdo de la caída de Marc asaltó sus pensamientos, pero se fue tan pronto como la chica pasó por línea de meta, acompañada con los aplausos de la afición, que, asombrada, había enloquecido ante tal noticia. Cuando Marina bajó de la moto, recibió la enhorabuena de todo el equipo y del coordinador y organizador, el cual estaba algo sorprendido.

-Felicidades, Marina, lo has conseguido. -Y sin decir nada más, se fue.

La felicidad que sentía era tan grande que no cabía ni en el circuito, y fue más grande aún cuando fueron Roser, Julià, María y Alex a felicitarla, entre vítores, aplausos y abrazos. Dieron las ocho de la tarde, y Marina entró en la habitación en la que Marc descansaba, aparentemente dormido. Sonrió al verle, enternecida por la escena, y con una sonrisa se sentó en una silla cercana. Le cogió la mano al chico y susurró:

-Lo siento... supongo que no te hará ninguna gracia que corra mañana en tu lugar, pero lo cierto es que no puedo dejar que lo hagas tú, no sabiendo que podrías caerte, no aguantaría verlo otra vez. Está ahora en mis manos que ganes el mundial, y juro que haré lo que haga falta por que lo hagas, porque tú me has enseñado que hay que luchar por los sueños, para hacerlos realidad, y también que hay que luchar por lo que queremos, por lo que verdaderamente nos importa, porque con esfuerzo todo se consigue, y... -Suspiró-. Y lo que más me importa en esta vida eres tú. Y lucharé por conseguirte, por hacerte feliz, aunque en ello deje mi vida. Por ti tengo claro que me sumergiría en el más profundo de los océanos, que sobrevolaría la más alta nube, porque...

-Por amor se hacen grandes locuras. -Dijeron los dos al unísono.

Marina se sonrojó inmediatamente. ¿Lo había escuchado todo? Y si era así... ¿qué pensaba de ello? Se sintió tan ridícula y tan ñoña que cerró los ojos con fuerza, mientras algunas lágrimas se escapaban de sus ojos.

-Eh... -Marc apartó varias lágrimas de su rostro, con delicadeza y sin perder la sonrisa.

-¿Te parecerá una tontería, verdad?

-¿Qué? Nada de eso. -Dijo negando-. Al contrario, me parece muy valiente por tu parte. Arriesgarlo todo por un estúpido que no merece ni la mitad de lo que haces por él...

-¿Qué? No, no eres un estúpido, ¿recuerdas? -Dijo Marina sonriendo un poco, mirándole a los ojos.

-Solo corto de entendederas. -Corrigió él, arrancando una risa de los labios de Marina.

Se sentó en la cama, a la altura de la chica y sintió como se le aceleraba el corazón. Ya había estado antes en una situación parecida, esa noche del 7 de Noviembre por las calles de Valencia, cuando estuvieron a punto de... ¡besarse! Eso era, eso era lo que tanto miedo le producía a Marc, eso era lo que le impedía dormir por las noches, lo que se llevaba su paciencia y su seguridad: el miedo a ser rechazado. Pero eso no pasaría, pues ella acababa de decirle lo que sentía por él, y si no se lanzaba ahora, quizás no tendría otra oportunidad. Marc se acercó al rostro de la chica, pero cuando esta cerró los ojos, el médico abrió la puerta y Marc se tumbó rápidamente en la cama.

-Buenas noches... señorita, ¿le importaría dejarle solo? Debe descansar.

Marina asintió algo ruborizada y se despidió de Marc, saliendo por la puerta.

Noventa y tres. | Marc Márquez.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora