Besos crueles.

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-Mariposa –Susurró él con la voz entrecortada.

Mariposa...

Mariposa, así era como mi papá Felipe me llamaba, desde que tengo memoria.

-Yo... Yo debo irme, Guillermo, pero volveré por ti –Dijo mientras se limpiaba el rastro de lágrimas de sus mejillas sonrojadas.

-Yo no quiero que te vayas, Papi –Murmuré mientras sentía las lágrimas aparecer en mis ojos.

-Lo siento, lo siento, mariposa... Yo te amo, prometo volver por ti, Guillermo, no te dejaré - --

-Llévame contigo –Lo interrumpí –Por favor –Dije llorando y temblando.

-No puedo, aún no sé dónde iré y no tengo un lugar donde llevarte, es mejor que te quedes aquí –

-Papi –

-Te amo, mariposa, volveré por ti, lo prometo –

.

.

-¡Papi! –Grité mientras me despertaba.

Me senté en la cama mientras intentaba regular mi respiración.

-¡Ah! –Grité cuando sentí una mano en mi hombro.

-Shh, bobo, no grites –Murmuró Samuel sentándose a mi lado.

Las sabanas resbalaron por su cuerpo dejando su torso desnudo.

-¿Otra pesadilla? –Murmuró, yo sólo asentí –Ya, cálmate, ven –Me ordeno volviéndonos a recostar en la cama.

Apoye mi cabeza en su pecho y sentí las suaves caricias en mi cabeza y mi espalda.

Estábamos en un lujoso hotel en la costa disfrutando del fin de semana, le había dicho a mi padre que David me invito a ir a la casa de su abuela, no sospecho nada, yo creo que hasta le alegro que me haya ido.

.

.

 

-¡Samuel, ven! –Grité mientras entraba al mar.

Era un hermoso día en la playa, no había ni una sola nube que opacara el hermoso cielo azul, el agua estaba templada y había una brisa primaveral que te refrescaba del calor.

-¡Deja de jugar! –Me grito aun recostado en la toalla a la orilla del mar.

-¡Si me ahogo será tu culpa! –Volví a internándome más en el agua, mis pies ya no tocaban y aún no lograba hacer que Samuel entrara al mar.

Caro, esto era para él cosa de todos los días, un hotel lujoso a la orilla de un hermoso mar.

-¡Ahogado ya no gritaras! –

-¡Samuel!–Lo regañe y escuche su carcajada de burla.

Me cruce de brazos debajo del agua mientras le daba la espalda y una loca idea cruzo mi cabeza. Volví a dar la vuelta y note como me vigilaba, di unos pasos más atrás hundí la cabeza en el agua.

-¡Samuel! –Grité mientras salía y volví a meterme en el agua -¡Samuel! –

-¡Deja de jugar, Guillermo! –Gritó levantándose de la arena -¡Guillermo! –

Volví a hundirme aguantando la respiración y lo siguiente que sentí fueron sus fuertes brazos apretarme mientras me llevaba a la superficie.

-¿Guillermo? –Murmuró preocupado mientras flotábamos en el hermoso mar.

Mariposas -WigettaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora