Bandolero.

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Atento a mi reflejo en el pequeño espejo del baño, sentí un ligero cosquilleo en mi pecho al admirar mis perfectas facciones. Mordí mi labio inferior satisfecho de mi belleza, era una completa deidad, quizás era el diablo en el cuerpo de un Dios.  Tengo la belleza de un ángel y la mente perversa de Lucifer.  ¡Me encanta! Es placentero ser Kim Taehyung. 

Desvié la mirada al arma cargada la cual reposaba en el lavado de manos, algo asqueado la tome e inmediatamente la limpie con gran cuidado. Mis labios la besaron, orgulloso de las muertes que había causado al presionar el gatillo. 

Bufe maldito, al sentir el asqueroso calor en mi cuerpo y las venas resaltar con enojo. Mi alma de nuevo comenzó a temblar y la inevitable descarga de dolor y odio envolvían mi mente. Mis ojos enrojecidos me imploraban llorar, pero no, yo no quería. 

Cojee fuera del baño y tome asiento en la silla astillada, comenzó el silencio total. 

-¡Maldito Seokjin! Pensé que te había asesinado, bastardo.-Dije casi en un susurro. 

Una mueca en mi rostro se formo al escuchar, como todos los días, el radio musitando palabras con mi nombre y en los periódicos mi rostro en primera plana. Preferiblemente evitaba mirar la televisión, estaba aburrido de escuchar acerca de mí. 

-Cariño.- Dijo la prostituta que dormía en el sillón de mi sala, levanto su rostro confundida por mi rara actitud.- ¿Estas bien?

-Me encantaría que fueras ella-Comente entre risas al mirar su repugnante cuerpo, adornado con mi semen.

-Podría fingir ser ella. - Se sentó y descubrió sus pechos. 

-Ni naciendo de nuevo dejarías de ser la puta que eres- Ignoré su insinuación, aburrido. 

Ella se cubrió  con una brazada algo molesta por mis sinceras palabras. 

-Me gustas, Tae. No planeo cobrarte mis servicios, ya que disfruto tu compañía. 

Al escuchar sus patéticas palabras, levante mi rostro expresando notaria neutralidad. 

-Eres solo un saco de carne que me da placer. No te confundas perra, yo no me enamoró de cualquiera.- Me levante tambaleante, dándole la espalda.

Ella imito mis pasos y me obligo darle la cara. 

-¿Entonces por qué no me dejas libre? Ya voy a cumplir seis meses aquí, extraño a mi familia y a mi hija. 

Enarque una ceja molesto por su desobediencia y elevando mi pesada mano la deje caer del otro lado de la habitación, golpeando su cabeza contra la pared.  

- Ya te he respondido esa pregunta, y es porque eres una puta que me da placer.

Su llanto hacia eco en todo el lugar, nuevamente, era de todos los días escucharla. Su vocesita le rezaba al Dios que yo tanto odiaba, imploraba que protegiera a su hija y a su madre de mi arma. 

Me puse de cuclillas a su altura y delicadamente acaricie su rostro lleno de moretones. 

-¿Acaso amas al hombre que pinta tu cara de morado?  Mis labios besaron los suyos de manera agresiva y corta.- Dime, ¿cuánto te debo y te dejo libre? 

Ella ignorando el dolor trato de responderme, pero su fuerza se desvanecía en mis manos. 

-Tae-yo-yo en verdad te-qui-quiero.

Mis ojos vacíos, no comprendían el panorama que estaba presenciando. ¿Alguien me amaba? Era completamente irracional, ya que ningún ser humano me había amado.  Mi madre trato de ahogarme en el inodoro, mientras mi padrastro le gritaba acabar con mi vida de una vez. Era una completa locura sentir o escuchar que me amaba. 

❝Yo Quisiera Amarla❞ Suga;Donde viven las historias. Descúbrelo ahora